LA NACION

El mercado sabe que, aunque lo peor de la crisis pasó, dejará coletazos

No se puede esperar que los inversores recuperen la confianza rápidament­e; hay muchas variables a monitorear, como la tasa de interés, la inflación y el dólar

- Sabrina Corujo

La semana sirvió para recordar que si bien es posible que lo peor de la crisis haya pasado no fue gratis. ¿Es ilógico? No. Y menos aún si se hace el análisis en un contexto externo que también presiona. Hoy se está “en modo” control de daños, que igualmente no se puede terminar de establecer en forma concreta hasta que se despejen algunas variables más. Por ejemplo, se habla del acuerdo con el FMI, del que aún no se conocen ni monto (ni tasa ni plazo), ni, en particular, condicione­s. Análisis sobran sobre este último punto, y la mayoría se centran en la necesidad de acelerar el ritmo del gradualism­o. Se barajan recortes de gastos, el tema es dónde. Mientras que se van a su vez reajustand­o las estimacion­es de crecimient­o, inflación y otras variables financiera­s, tras la crisis y sus consecuenc­ias.

En este escenario, esperar que el mercado recupere rápidament­e el optimismo es algo irracional. Tanto como lo era a fines del año pasado esperar que 2018 fuera igual para el mercado que 2017. Hay que entender que la sensibilid­ad con la que se opera se mantendrá alta, y no mentirse a la hora de evaluar qué tipo de inversor es cada uno. Algo que puede resultar básico, pero clave en momentos como el actual. Los niveles se pondrán a prueba seguido, obligando a la necesidad de armar estrategia­s dinámicas y no pasivas, con foco en liquidez y fundamenta­ls. Esta semana, luego de la mayor tranquilid­ad y hasta el rebote de la pasada, fue una muestra de ello.

De hecho, lo que sí podemos hacer hoy es un balance de dónde se estaba y dónde se está. Lo primero a tener presente, partiendo de la base de que lo que se enfrentó es una crisis cambiaria, es el dólar. Este cerró la semana en $24,6 (mayorista), con una nueva pero leve suba –intervenid­o por el BCRA, que volvió a colocar la oferta de US$5000 millones–. Desde la profundiza­ción de la corrida

(20 de abril), la devaluació­n supera el 21% y se ubica cerca del 30% en el año. La debilidad del peso contra el dólar, bajo estos números, es mucho mayor que la que se observó en la región. Vale decir que el real se devalúa solo cerca de 10% en el año.

Así, las estimacion­es de un tipo de cambio de $22-22,5 promedio a diciembre pasaron a ser absurdas en solo dos semanas, y ahora las nuevas proyeccion­es apuntan a un cierre en $28 o poco más allá. Es decir, una devaluació­n adicional de al menos

14%. El futuro Rofex a diciembre, como referencia, se ubicó en $29.

Un escenario que obligó a ejecutar varias acciones. Entre ellas, las del BCRA, que llevó a cabo un fuerte ajuste de la política monetaria, con una suba en la tasa de referencia de

1275 puntos en poco más de una semana (entre el 27 de abril y principios de mayo). Hoy, la tasa es de 40%. La tendencia se trasladó al resto de las tasas del sistema, incluidas las Lebac. Así, la curva de rendimient­os subió varios puntos; mientras que luego de la licitación de mediados de abril se movía entre 26,3% y

25,9% anual para plazos de entre 23 y 176 días, el viernes se ubicaba entre

33% y 40% hasta plazos de 150 días. Niveles de tasas altos en términos reales, que podrían quedarse por un tiempo (así lo dio a entender el mismo presidente del BCRA), compiten con las acciones. Igual, esta no fue la única razón para la nueva corrección de la renta variable. Acá hay que apuntar a un escenario que no está del todo claro y en donde hay un “juego” de expectativ­as (buenas y malas) complicado, que incluso no solo responde a drivers propios.

El Merval cerró así el viernes en

29.664 puntos (en niveles de 1200 puntos en dólares). Fallando como señal de debilidad en superar, luego de una semana previa positiva, los

32.000 puntos o 1300 puntos, según la moneda. La baja fue del 7%, con un panel líder con prácticame­nte caídas generaliza­das de hasta 25%, que además se vio afectado por noticias corporativ­as negativas que ni una buena temporada de balances pudo limitar. En parte, es lógico: se mira para adelante, no para atrás. Los negocios no fueron grandes. Se movieron en lo diario entre $500 millones y $900 millones.

Para tener como dato: en el año, el Merval pierde algo en pesos, pero en dólares se desploma. Acumula una baja de poco más de 25%, con acciones líderes que pierden hasta 52%. Es más, las únicas dos en suba no son considerad­as riesgo argentino (Tenaris y Petrobras Brasil).

Pero si se habla de sensibilid­ad al riesgo local, qué mejor que medir que tan apático se está con la Argentina, mediante la evolución del Credit Default Swap a cinco años. Este se ubica hoy en 333 puntos, con una suba de más de 100 puntos desde comienzos del año, y de cerca de 70 puntos si se considera desde el 20 de abril. Brasil, tomando como referencia, solo ganó

30 puntos en lo que va de 2018. En consecuenc­ia, no hay un buen clima general para los emergentes, pero el castigo en particular es para la Argentina.

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Fuente: Mercado / LA NACION El riesgo país de la Argentina subió 54 puntos desde que empezó la tensión, el 20 de abril.

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