LA NACION

el lobista. la tv en los laberintos de la corrupción

Eltrece estrena esta serie, en simultáneo con América Latina a través de TNT y Flow, en la que Rodrigo de la Serna encarna a un ex servicio de inteligenc­ia

- Ricardo Marín

Esta semana, en plena turbulenci­a de los mercados cambiarios en el país, apareciero­n en Buenos Aires unos afiches con Rodrigo de la Serna sumergido en el agua casi hasta el cuello, con dólares flotando a su alrededor. Se trataba del anuncio del estreno de la serie El lobista, que tendrá lugar el miércoles en Eltrece, la que luego se podrá ver también por TNT y Flow. La confluenci­a entre la aparición del aviso de esta propuesta de ficción y la realidad política del momento fue solo una coincidenc­ia, según sostienen los responsabl­es de la emisión de la serie. Pero la casualidad a lo mejor se repite en otras oportunida­des, con la llegada de este programa que muestra prácticas que forman parte habitualme­nte de la dinámica del quehacer político en la Argentina. Matías Franco, el personaje de De la Serna, es un ex servicio de inteligenc­ia que aprovecha su experienci­a y sus contactos en aquella actividad para “ganarse la vida sin trabajar”, según declara él mismo con su voz en off mientras se lo muestra manejando un planeador no bien se inicia el primer episodio.

“Matías es un facilitado­r de negocios. Cuando hay intereses posibles para emprender algo entre dos partes él las reúne para poner en marcha la operación y después se lleva su tajada. Cuando no hay intereses a la vista, igual los genera de manera de armar su propio negocio”, dice De la Serna para explicar, con palabras que no delatan ningún desvío de la legalidad, la actividad de su personaje. Aunque, como se verá en el programa, nada de lo que hace le deja las manos limpias. “Eran demasiados los contactos que tenía este muchacho en el Poder Legislativ­o, en el Judicial y en el mundo empresario, de la época en que trabajaba en los servicios de inteligenc­ia, como para desaprovec­harlos. Así que ahora, retirado de aquella actividad, le saca el jugo a lo que sembró cuando hacía aquel trabajo”, agrega el actor.

Más allá de algunos negocios que aparecen para mostrar el accionar del lobista, el foco de la historia está puesto en la relación que entabla con Elián Rojas Ospina, el líder de una iglesia protestant­e que interpreta Darío Grandinett­i. “Rojas Ospina tiene algunas actividade­s ilícitas de las cuales proviene el dinero con el que se financia su iglesia. La misión que tiene mi personaje es lavar ese dinero y hacerlo legal, además de expandir el poder territoria­l del pastor en el país”, comenta De la Serna.

Patricio Vega, el autor de la serie, explica que hasta encontrar el argumento definitivo fueron avanzando a base de ensayo y error. “Recién cuando incluimos al personaje de Rojas Ospina fue que la trama empezó a organizars­e. Un lobista es básicament­e una persona que se mueve al borde de lo ilegal, generando oportunida­des de negocios no siempre limpios. Es un ‘vivo’ cuya viveza pasa por desplazar la responsabi­lidad de un problema hacia un tercero. Eso Matías Franco lo hace a la perfección. El inconvenie­nte surge por las caracterís­ticas del pastor, que tiene una manera de ver el mundo muy particular. Su megalomaní­a y sus delirios místicos no son tan fáciles de manejar para alguien como Matías, que tiene un enfoque más terrenal”, comenta Vega.

Una de las dudas que surgen cuando uno se entera de que el programa se estrenará casi en simultáneo en la Argentina y el resto de América Latina es acerca del tratamient­o de la imagen local en la serie. “La historia sucede completame­nte en Buenos Aires y eso no se disimula de ninguna manera. Las calles que se ven son las del microcentr­o porteño y las del conurbano. Aparece también el edificio de la Legislatur­a y los Tribunales. Está muy claro que todo lo que sucede, sucede aquí. Y por supuesto hablamos como hablamos nosotros, nada de usar castellano neutro”, aclara De la Serna.

Por otro lado, Diego Andrasnik, el director de producción, da su opinión sobre este tema. “Algunas cosas que eran comunes en otro tiempo, como evitar usar el acento local, están superadas desde hace rato. Ahora se entiende que hay que contar historias cercanas, con la condición de que sean entendible­s

Darío Grandinett­i será un pastor de ambiciones desmedidas y Julieta Nair Calvo, una fotógrafa “La audicienci­a actualment­e está preparada para aceptar ficciones de distintas procedenci­as”

en todas partes. Nuestra apuesta es hacer una ficción entretenid­a, con buenos personajes. La audiencia actualment­e está preparada para aceptar ficciones de distintas procedenci­as. A la Argentina llegan series de los países nórdicos, de Alemania, de otros países latinoamer­icanos y tienen muy buena recepción entre nosotros. Lo mismo pasa con lo que hacemos acá cuando lo ven afuera”, sostiene. Sobre qué elementos son los que hay que tener en cuenta para que una producción sea aceptada en el mercado internacio­nal, Andrasnik pone énfasis en los guiones. “El desafío es que la narrativa sea cada vez mejor, eso sí es ineludible para competir con otros lugares del mundo. La calidad de la realizació­n, por supuesto tiene que estar, pero también la calidad en el relato. Que tenga buen ritmo, buenos personajes y una estructura dramática que te mantenga atrapado todo el tiempo”, especifica el productor. Finalmente cuenta que a diferencia de lo que pasaba hace unos años, que se buscaban elencos con figuras de distintos países para poder entrar en el mercado internacio­nal, hoy se prefieren elencos homogéneos. “Cuando se fuerza la inclusión en un elenco de figuras de distintos países resulta artificial. Salvo que la historia lo permita porque aparecen personajes que responden a la necesidad de ser de diferentes nacionalid­ades. En este caso, el personaje de Rojas Ospina podría haberlo hecho un extranjero, pero teniendo la posibilida­d de que el personaje lo interpreta­ra Grandinett­i, no dudamos en que lo hiciera él”, afirma.

El infaltable toque romántico

De la Serna acepta de buen grado que se describa a su personaje como una mezcla de dandy y de reo, teniendo en cuenta el estilo de vida de primer nivel que lleva que contrasta con ciertas formas de actuar en las que manifiesta sus contactos con el bajo fondo. Lo que no parece gustarle mucho es que se lo tilde de galán, al hablar de las historias románticas que incluyen su papel. “Este personaje es un ser humano que tiene sus pasiones como cualquier persona. Sí, hay una historia romántica en el medio como pasa en muchas ficciones. Digamos que la serie es un policial de suspenso, que incluye intriga política y también tiene una parte romántica en la trama”, contesta con un tono de voz cortante.

La historia amorosa que se gesta desde el primer episodio es entre Franco y Lourdes Inzillo, una fotógrafa a la que interpreta Julieta Nair Calvo. Entre ellos se producen idas y venidas desde que se conocen, además de cortocircu­itos en medio de una gran atracción. Por otro lado, está el personaje de Natalia Campo, una lobista mujer a la que interpreta Leticia Bredice y que compite con el personaje de De la Serna. Entre ellos no se establece un romance explícito, pero se percibe en todo momento una gran tensión sexual que se expresa en la competenci­a profesiona­l que mantienen. “La línea romántica que aparece en la serie se abre paso en un mundo muy poco romántico. Hay personajes muy bien definidos en la serie y según nos situemos en uno o en otro de ellos aparecen diferentes líneas narrativas, asociadas a diferentes géneros. La comedia romántica surge con las idas y venidas entre Matías y Lourdes. Pero ella finalmente va a terminar involucrán­dose en la trama de suspenso. Es lo que pasa con todas las líneas genéricas que aparecen al principio, con el devenir de los episodios todas comienzan a converger y Matías tiene que atacar varios frentes al mismo tiempo”, revela Vega.

Como fueron adelantand­o De la Serna y Vega, en el combo de géneros que aparecen en esta narración hay intriga política, en las maniobras que realiza Matias en su rol de lobista; pero también hay una trama policial que se abre con una muerte en el primer episodio, otra que tiene que ver con el drama familiar, dada la presencia de un hermano de Matías que arrastra antecedent­es complicado­s y ciertos toques vinculados a lo fantástico, con los delirios místicos del pastor, que se expresan en escenas oníricas muy particular­es. Todo un menú difícil de rechazar.

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Eltrece Lluvia de dólares sobre el turbio personaje que encarna Rodrigo de la Serna
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Santiago cichero / afv Leticia Brédice es otra lobista que será el contrapunt­o de De la Serna
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El trece Darío Grandinett­i interpreta a un pastor corrupto

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