LA NACION

Logros sin precedente­s ante la pobreza, con una agenda pendiente

- Juan J. Llach

En los últimos tres años recrudeció el malestar con la globalizac­ión y ella volvió al banquillo de los acusados. La discusión abunda más en pasiones que en razones, de modo acorde con este mundo orwelliano de la “pos-verdad”. También, se valora más el presente, en desmedro del pasado y el futuro.

Una mirada serena del último cuarto de siglo muestra, en cambio, logros sin precedente­s en relación a la pobreza y la distribuci­ón del ingreso en el mundo. Ya no es cierto que “los países ricos son cada vez más ricos y los países pobres cada vez más pobres”. La mayoría de los países emergentes –esto es, todos los no desarrolla­dos– han crecido más que los avanzados.

Sin embargo, esto no justifica ignorar la densa agenda pendiente del combate a la pobreza y del progreso social. Por primera vez, un documento muy reciente del Vaticano sostiene que “el bienestar económico global ha aumentado… en medida y rapidez nunca antes experiment­adas”. Y señala, al mismo tiempo, que “han aumentado las desigualda­des entre los distintos países y dentro de ellos”, mientras que “el número de personas que viven en la pobreza extrema

sigue siendo enorme” (http://press.vatican.

va/content/salastampa/es/bollettino/pubblico/2018/05/17/cons.html).

Sería un gran progreso si, de aquí en más, la discusión se centrara en la importanci­a relativa de los logros o de la pesada agenda pendiente, porque un diagnóstic­o preciso es esencial para diseñar políticas capaces de sostener, y también mejorar, el notable progreso del último cuarto de siglo. El libro de Johan Norberg aquí presentado es una muy buena contribuci­ón al conocimien­to de los logros recientes de la humanidad. Y un banco de datos imprescind­ible se encuentra en el sitio de Max Roser Our world in data (https://ourworldin­data.org/).

Viendo pues la película y las instantáne­as encontramo­s que la brecha de niveles de vida (ingreso por habitante) entre países ricos y pobres cayó desde casi siete veces en 1990 a poco más de cuatro veces hoy, en sólo 27 años. Esto no debe hacer olvidar que el nivel de vida de los países desarrolla­dos es todavía 11 veces el de África subsaharia­na, ni que el de América del norte es 21 veces el de los países más pobres. Las personas en pobreza extrema eran el 94% de la población mundial en 1820, 84% en 1900, 37% en 1990 y 9,6% en 2015, y cayeron de 1960 millones en 1990 a 705 millones en 2015.

Más polémica es la cuestión de la distribuci­ón del ingreso. Por un lado, y por vez primera en 200 años, este siglo ha visto una mejora de la distribuci­ón del ingreso mundial, debida sobre todo al crecimient­o de los países emergentes. Al mismo tiempo, la distribuci­ón del ingreso empeoró en la mayoría de países desarrolla­dos, especialme­nte en los sajones, en los que el 1% de la población concentra el 15% del ingreso total.

Las causas de este fenómeno todavía se desconocen, pero es bien probable que se deban en parte al cambio tecnológic­o, que todavía crea pocos empleos de ingresos altos y muchos de ingresos medios o bajos. También es probable que el malestar en muchos países desarrolla­dos sea la raíz de las reacciones nacional-populistas contra la globalizac­ión, mucho más numerosas a ambos lados del Atlántico norte que en otras geografías.

En fin, difícilmen­te los nuevos y viejos problemas de pobreza y distribuci­ón mejorarán duraderame­nte con las propuestas, escasas y confusas, de los nacionalis­mos populistas. Pero tampoco repitiendo las políticas de este siglo que, entre otras cosas, llevaron a la Gran Recesión del 2008, como esperamos que sea dicho por el G20 próximo, en Buenos Aires.

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Menos hambre en los países emergentes

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