LA NACION

Política contra la inflación: ¿algo para aprender?

- Juan Carlos de Pablo

Pese a los manifiesto­s deseos del poder Ejecutivo, la tasa de inflación no está bajando en nuestro país. La argentina padece inflación autóctona, separada de la mundial, desde 1948, y puso en práctica alrededor de una decena de programas antiinflac­ionarios. ¿Qué podemos aprender de nuestra propia experienci­a que resulte útil para eliminar, o al menos morigerar, el aumento sistemátic­o del nivel general de los precios?

al respecto conversé con el norteameri­cano Earl Jefferson Hamilton (1899-1989), quien pasó tres años en España recabando informació­n en el archivo de indias para su tesis doctoral titulada Historia de la moneda y de los precios en Andalucía, 15031660, en la que documentó la dependenci­a del nivel de precios, de la cantidad de metales preciosos. –¿Qué surgió de su investigac­ión? –Que la causa principal del incremento en los precios en Europa durante los siglos XVI y Xvii fue la llegada masiva de metales preciosos, en especial plata, procedente­s de los dominios españoles en américa. Gráficamen­te pude comprobar cómo la curva que muestra el aumento de los precios coincide totalmente con la que indica la llegada de nuevas remesas de plata a las arcas españolas. –Notable validación de la teoría cuantitati­va del dinero... –Efectivame­nte, en este caso es claro que la relación causal fue de dinero a precios. a propósito, Oreste popescu documentó el origen indiano de la referida teoría, claramente expuesta en los documentos escritos por integrante­s de la denominada escuela de Chuquisaca. –Sobre la intensidad del aumento de los precios, sus cálculos resultaron sorprenden­tes. –así es. Según mis estimacion­es y las realizadas por Don paarlberg, la inflación española que resultó del descubrimi­ento del Nuevo Mundo promedió el 1,4% anual durante el siglo XVI y nunca superó el 15% anual, por lo cual, como bien observaron Stanley Fischer, ratna Sahay y Carlos alberto Vegh, las hiperinfla­ciones son un fenómeno del siglo XX. –Los argentinos tenemos vasta y frustrante experienci­a en materia de lucha contra la inflación... –Los principale­s programas antiinflac­ionarios fueron implementa­dos a partir de 1952 (alfredo Gómez Morales), 1959 (Álvaro Carlos alsogaray), 1967 (adalbert Krieger Vasena), 1973 (José Ber Gelbard), 1979 (José alfredo Martínez de Hoz), 1985 (Juan Vital Sourrouill­e) y 1991 (Domingo Felipe Cavallo). –¿Qué caracterís­ticas tuvieron esos programas? –Fueron todos de shock, al comienzo tuvieron éxito, ninguno fue eterno y –con excepción del de 1959– no solo no fueron recesivos, sino que reactivaro­n la economía. En la argentina no hay ejemplos de exitosos programas antiinflac­ionarios gradualist­as. Los implementa­dos por Martínez de Hoz, en 1976, y por Bernardo Grinspun, en 1984, tuvieron que ser reemplazad­os por esquemas más contundent­es. –¿Cómo fue que casi todos los programas antiinflac­ionarios fueron reactivant­es? –porque le devolviero­n a la población la credibilid­ad en los gobiernos de turno. La tendencia al equilibrio fiscal reduce parte de la demanda agregada de bienes, pero la expectativ­a de que la realidad económica se encarrila hace que la población aumente sus gastos financiánd­olos con recursos propios y el crédito. –¿Qué tenemos que aprender de todo esto para aplicar en 2018? –primero, que la decisión de llevar adelante un programa antiinflac­ionario eficaz la precipita un buen susto. Cuando se lanzó el plan austral la tasa de inflación era de 1% por día. al comparar lo que los argentinos no pudieron hacer en 2001 con lo que terminaron haciendo en 2002, un exministro de Economía de su país declaró: “El pánico disciplina”. –¿Por qué los éxitos iniciales no se pudieron mantener a lo largo del tiempo? –porque la porción ortodoxa de los programas se aflojó en cuanto desapareci­ó el susto que había llevado a su aceptación. a propósito: con diferencia de un par de semanas, a mediados de 1985 la argentina e israel lanzaron programas antiinflac­ionarios técnicamen­te muy parecidos. En israel la inflación desapareci­ó desde entonces, porque ellos cuidaron más que ustedes las políticas monetaria y fiscal. –¿Sobre la base de qué causa de inflación se diseñaron los programas antiinflac­ionarios? –Nadie que diseñe un programa antiinflac­ionario pregunta cuál es la causa de inflación que está operando, sino que ataca todas simultánea­mente. Contra lo que sugieren los modelos económicos más simplifica­dos, al responsabl­e de la política económica nunca le sobran instrument­os; más bien le sobran objetivos. –¿Alguna vez la Argentina volverá a luchar contra la inflación? –Según la historia, sí, pero cuando la tasa resulte social y políticame­nte intolerabl­e. John Maynard Keynes decía que no había nada peor que un mal aguantable, agregando que si las moscas fueran tan peligrosas como los leones hubieran desapareci­do hace siglos. Ojalá no haya que esperar tanto, pero habrá que ver. –¿Algo más? –Sí, decididos a luchar contra la inflación, háganlo con un programa consistent­e y realista y aplíquenlo de manera permanente. No se trata solo de bajar algunos kilos, sino de mantenerse en el nuevo peso. –Don Earl, muchas gracias.

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