LA NACION

Duermen en la calle 1091 personas y la Ciudad refuerza la asistencia

alerta por el frío. El censo oficial reveló una cifra de “sin techo” similar a la de 2017; suman tres paradores y raciones de comida caliente

- Valeria Musse

Las bajas temperatur­as empiezan a sentirse y a afectar a las 1091 personas que viven en las calles porteñas y duermen a la intemperie, según el censo oficial desarrolla­do en abril último. La cifra es similar a la difundida el año pasado por la Ciudad y varía poco respecto de los anteriores. Sobre estos datos se prepara el denominado Plan Prevención Frío, que arrancará el viernes con más plazas disponible­s en los paradores y refuerzos en la asistencia.

El 72% de las personas que pernoctan en calles, veredas y recovecos de edificios viven en esas condicione­s desde hace más de un año. En general, los “sin techo” tienen alguna ocupación precaria: poco más de la mitad realizan changas para sobrevivir y el 39,6% se dedican a cartonear, de acuerdo con los datos dados a conocer a la nacion por el Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat porteño. El organismo no contabiliz­a a las personas que duermen en los paradores, que disponen de unas 2000 camas. “Para esos casos, se implementa­n otras políticas públicas”, indicó la ministra del área, Guadalupe Tagliaferr­i.

La mayor concentrac­ión de personas en la calle se relevó en las comunas 1 (integrada por los barrios de Retiro, San Nicolás, Puerto Madero, San Telmo, Montserrat y Constituci­ón), 3 (Balvanera y San Cristóbal) y 4 (La Boca, Barracas, Parque Patricios y Nueva Pompeya).

Es en estas zonas, con gran actividad comercial y gastronómi­ca, donde la gente puede pedir asistencia alimentari­a a los comerciant­es y transeúnte­s. Y así lo relata Ramón Ayala. “Primero, busco qué comer. Acá hay mucho movimiento. Cuando tengo la panza llena, me quedo a dormir bajo cualquier techito. Hoy estoy acá; mañana, vaya a saber”, dice a la nacion mientras se acomoda en una manta bajo la recova de la avenida Paseo Colón.

Luego de que, en 2017, se generó una polémica por la diferencia entre los números oficiales de gente en situación de calle (1066) y los difundidos por un colectivo de organizaci­ones sociales (4394), el Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat porteño solicitó este año la colaboraci­ón de la Dirección General de Estadístic­a y Censos de la ciudad para el desarrollo de los cuestionar­ios y el despliegue de las recorridas, en las que participar­on también la Defensoría del Pueblo y la Asesoría General Tutelar. Además, se duplicó la cantidad de circuitos para recorrer las calles.

En la Capital funcionan de manera regular y todo el año 27 refugios; algunos son para hombres; otros, para mujeres, y otros, para familias. Varios funcionan también como centros de día.

José Benegas empezó a asistir al parador de Retiro ocho años atrás, cuando se quedó sin trabajo. “Estuve al límite de dormir en la calle, pero este lugar me salvó”, recuerda ante la nacion después de almorzar un plato de pastel de papas. Por estos días, la cama número 107 es la que ocupa cada noche.

Pero no todos pernoctan allí. Gustavo Murgia asiste a ese refugio para comer y participar de los talleres que se dictan de día. “Aprendí a hacer vasos cortando botellas y eso vendía”, relata. Pero sufrió el robo de su pierna ortopédica y su situación de calle empeoró. Ahora consiguió lugar en una residencia, pero por mucho tiempo durmió en la terminal de Retiro.

Prevención

Durante los meses invernales se monta el Plan Prevención Frío, que se extiende entre el primer día de junio y el primero de septiembre. Para reforzar la asistencia a los “sin techo” se abren tres nuevos paradores (agregan 300 camas a la oferta permanente) y más móviles del programa Buenos Aires Presente (BAP) recorren los barrios.

Cuando el termómetro marque 5°C o menos un tráiler con bebidas y alimentos calientes se sumará a un operativo en conjunto con otras organizaci­ones para la asistencia inmediata de quienes viven en la calle.

Desde este año, y no solo para la época invernal, los “sin techo” pueden contar con un galpón para guardar sus pertenenci­as más voluminosa­s. El miedo a perder lo poco que tienen, ya que no pueden llevarlo a los paradores acondicion­ados, suele provocar entre la gente cierta resistenci­a a abandonar la calle para ir a un refugio.

Además, los equipos del BAP adoptaron un sistema de presencia permanente y fija en la vía pública para ahondar en las relaciones con los “sin techo” y se digitalizó la línea 108, disponible para que los vecinos pidan ayuda cuando detectan a una persona en situación de calle.

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