LA NACION

Danny Trejo. “Yo tengo mucho de Charles Bronson, y no lo escondo”

En Costa Salguero, los fanáticos de las historieta­s y las series pudieron ver de cerca a actores, creadores y personajes

- Texto Juan Manuel Domínguez para La naCIon

“Machete y su secuela son dos películas que anticipan el futuro de Estados Unidos”

“Odio a las estrellas de cine. Son las personas más pretencios­as que te vas a encontrar”

“Lo que amo de las películas es la alegría”, dice danny Trejo (74), el actor que ha sido, ahora y siempre, machete, héroe de la clase obrera del cine sucio, que juega a ser de la B y que adora el exceso tanto como la autoconcie­ncia. La frase y aquel amor suenan a cliché que cualquier cineasta/actriz/celebridad que se saca de encima una película diría. Pero cuando uno de los visitantes ilustres de argentina Comic Con lo dice, se le cree.

no solo se le cree porque es, sin dudas, el bad-ass, el maloso más poderoso que ha dado el cine desde comienzos de los 90 (título que comenzó a cultivar cuando, en 1995, Robert Rodriguez, “su hermano”, lo convirtió, en La balada del pistolero, y sin que su personaje tuviera que decir palabra alguna, en el siguiente eslabón del título de bestia salvaje del cine de acción clase B). y, claro, la creencia en la frase nace también porque no se quiere molestar a alguien con tamaño título y fama (y fans). Tampoco se quiere molestar a alguien que cuando estuvo preso y bajo condena ganó títulos de boxeo en cárceles como san Quentin, Folsom y demás baladas de Johnny Cash.

Lo cierto, lo realmente cierto, es que no es difícil creerle al california­no danny Trejo, porque cuando habla de cine, de sus voces en animación (es mítico su rol de Rick & morty y hablamos de solo un año atrás en su vasta y productiva carrera como actor), de sus héroes, de machete, de su ayuda a la comunidad y de sus infiernos, Trejo suena más sincero que un machetazo directo al corazón. –¿Cómo definirías tu lugar en el cine: héroe de la clase B, el

bad-ass chicano por definición, el último soldado del cine de acción salvaje? –un trabajo. un actor trabajador. sé lo que se suele pensar de mí, y Robert Rodriguez, director al que le debo todo, me ha ayudado a que se cree ese mito, esa idea de, como él dice, que soy alguien que pasó de ser “excon a ícono” (excon es una expresión que define a los exconvicto­s en el slang norteameri­cano). no importa. yo aun así me veo como un actor trabajador. eso me es muy importante. solo quiero trabajar.

–Pero tenés idea de los íconos y su peso en la historia del cine, ¿cuáles son los nombres que definían eso para vos incluso antes de salir de prisión y de trabajar en el cine?

–John Wayne. Charles Bronson. yo tengo mucho de Charles Bronson. no lo escondo. Lo miraba y amaba cómo lograba ser muy, muy, muy pleno en cada escena. Quiero decir que estaba involucrad­o en esto

de ser un bad-ass y era imposible pensarlo de otra forma. Cuando él decía algo, era eso. y punto. –¿Cuál es la clave para ser un bad-ass en el cine?

–Creo que, primero que nada, tenés que tener algo de eso dentro tuyo. Como bien adentro. alguien que no tuviera ese temperamen­to, eso adentro, la tendría difícil si quisiera recrear esa visceralid­ad. Bronson se enojaba. John Wayne también se enojaba. James Cagney. esos tipos tenían un mal genio, y de allí extraían eso. Claro, el día a día lo tenés controlado. Pero cuando el director dice acción, uff… —¿Cómo definirías el recorrido paralelo que han tenido tanto vos, como actor que empezó boxeando de extra en los 80, como Robert Rodriguez, quien te ayudó a llegar adonde estás, pero también es un gran nombre del cine independie­nte con ideas salvajemen­te latinas? —Robert es mi hermano. Cuando nos conocimos, en el casting de La balada del pistolero, me dijo que le hacía acordar a los que le pegaban en el patio del colegio. “yo era de los que te pegaban en el patio del colegio”. Él es un fan. Él entiende lo que quiere una audiencia. ese es su mayor valor hoy. ama las películas. Karate, boxeo, lo que sea. y les da su identidad. yo, antes que nada, mi recorrido lo defino por mi amor a las películas. yo amo las películas de acción. no serviría para el drama. sería todo blandengue. –¿Qué creés que tu personaje más famoso, Machete, nacido en un trailer falso y ahora protagonis­ta de una saga e ídolo, le diría a Donald Trump? –eso es gracioso. ¿sabés qué es divertido? Que Machete y su secuela, Machete Kills, son básicament­e dos películas que anticipan el futuro de estados unidos y su política contra los inmigrante­s como pocas. Creo que fue divertido que eso pasara. Las películas, claro. obviamente machete no hubiera defendido los ideales de Trump. –Te gusta hablar de que sos un actor trabajador. Para alguien que trabaja de actor, incluso con tu fama y presencia, ¿es difícil el Hollywood actual? –absolutame­nte. Primero que nada, ser un actor es un regalo de diosito. Trabajar todo el tiempo es una bendición. Conozco actores que no trabajan durante años. Pero siempre hay lugar para un malo. eso me salva. Conozco tipos en el gimnasio que esperan roles de bad-ass. yo haría de árbol si quieren. si quieren fruta, solo páguenme más. –¿Por qué creés que lo vivís así?

–Porque amo trabajar, amo las películas. mi hija cada vez que hago algo mal en mi casa o en los negocios que tenemos en Los Ángeles me dice: “Por eso sos un actor, papá. Llama al electricis­ta”. –Pero es verdad que cierto fanatismo por el cine se ha fascinado con lo que representá­s, sea como una voz en Rick & Morty, integrante de un clásico como Fuego contra Fuego, parte de series (The Flash o Sons of

Anarchy, entre muchas otras), el actor fetiche de Robert Rodriguez, o algunas de las decenas de películas de acción que hacés por año. ¿Por qué crees que se te ha dado eso?

–Los fans aman identifica­rse conmigo porque es divertido ver que le pateen el culo a alguien. Quieren patear culos. en la ficción, claro. sé lo que es tenerle miedo a la violencia hasta sentir que podés morir. nadie quiere eso. Pero los fans aman las peleas con un malo. –Llegaste al cine por un exconvicto que, trabajando en Hollywood, te pidió una asesoría en Runaway Train, ya que se acordó de que peleabas en la cárcel de San Quentin (incluso fuiste campeón). ¿Qué te sirvió de esa experienci­a para tu personaje en el cine?

–Cuando estaba en la cárcel llegó un momento en que me di cuenta de que la única forma de estar fuera de ella era dedicar mi vida a ayudar a los demás. Claro, cuando les sacaba la basura a los ancianos, ellos creían que les iba a robar. Por eso dediqué gran parte de mi vida a ayudar a los demás, por eso antes del cine daba charlas a gente que tuvo problemas con la droga como yo, y lo sigo haciendo en tres institucio­nes hoy, y también ayudo en varias beneficenc­ias. Lo que sea, animales, expresos, gente sin trabajo, todos merecen ayuda. así es como diosito quiere que vivamos. en el cine es igual. no me digan estrella de cine. –¿Por qué no querés que te digan “estrella de cine”?

–Porque las estrellas de cine son pendejos. odio a las estrellas de cine. son las personas más pretencios­as que te vas a encontrar. “yo quiero m&m y nomás los verdes”. odio eso. un actor está trabajando. Cuando estoy con estrellas de cine y se van, escucho cómo la gente en el set habla sobre cómo son, cómo los insultan, cómo los quieren golpear. no quiero que hablen así de mí. Cuando me voy, quiero que digan que soy uno de ellos. –En varias entrevista­s y ahora mismo siempre hablás de diosito, ¿por qué le decís así? –mi abuelita cada vez que salía, me persignaba con sus dedos y decía “ay, diosito, por favor, cuídalo”. y estoy seguro de que eso me salvó la vida. La mayoría de mis amigos de esos años murieron en las calles. diosito me salvó la vida. –¿Las películas también?

–diosito y las películas son lo mismo.

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