LA JEFA DE LA COMEDIA NORTEAMERICANA
Guionista, actriz y escritora, es la creadora de Unbreakable Kimmy Schmidt, que vuelve hoy a Netflix, y de Mean Girls, el musical líder en nominaciones a los Tony
“la mayoría de las veces, ser un buen jefe supone contratar a gente talentosa y dejarlos hacer lo suyo. al contrario de lo que pensaba cuando era una nena, ser el jefe casi nunca implica marchar por la oficina, sacudiendo los brazos y gritar: ‘soy el jefe, soy el jefe’”. Una verdad y una broma autodirigida como para evitar parecer demasiado solemne.
esa es la marca registrada y enormemente exitosa de Tina Fey: guionista, comediante, dramaturga, actriz, escritora y conductora excepcional. Una mujer orquesta brillante y una líder indiscutida en una industria que –más allá de las recientes iniciativas por la igualdad– suele discutirlas todo el tiempo. algo que Fey pelea con iguales dosis de seriedad y humor en su libro de memorias Bossypants, en entrevistas y, sobre todo, a través de sus guiones.
así sucedía cuando comandaba al numeroso y eminentemente masculino equipo de guionistas de Saturday Night Live (la primera mujer en tener esa responsabilidad en el programa), cuando escribía y protagonizaba la maravillosa 30 Rock y también ahora en Unbreakable Kimmy Schmidt, la comedia de Netflix que hoy estrena la primera parte de su cuarta y última temporada.
desde sus tiempos en Saturday Night Live y durante la época de 30 Rock (la serie ganó quince premios emmy) quedó claro que el medio por excelencia de Fey es la TV y no solo como medio de difusión, sino también como tema a explorar en sus historias. sus relatos funcionan muchas veces como una reflexión sobre la cultura popular, un metadiscurso que vuelve a aparecer en Unbreakable Kimmy Schmidt. y aun así, el más reciente suceso en la ca- rrera de la guionista –que además condujo tres veces los Globo de oro junto a su mejor amiga, la brillante comediante amy Poehler– no tiene nada que ver con la pantalla chica.
en 2004, ya establecida como guionista principal e integrante fundamental del elenco de SNL, Fey decidió adaptar para la pantalla grande el libro de autoayuda para adolescentes Queen Bees and Wannabes, de rosalind Wiseman, y transformarlo en una comedia tan graciosa como relevante para exponer la cultura del bullying estudiantil. Protagonizada por lindsay lohan, Chicas pesadas –título local de Mean Girls– se transformó en un éxito inesperado y un fenómeno cultural que estableció a Fey como una de las voces más destacadas de su generación.
como tal, según la peculiar lógica de Hollywood. lo que se esperaba de ella es que repitiera la fórmula eternamente. Que escribiera algo similar a Chicas pesadas o, al menos, una continuación para ese éxito. algo que siempre esquivó hacer hasta que la tendencia de llevar películas modernas a Broadway –sucedió con Legalmente rubia, Waitress, Once y ahora es el turno de Mujer bonita– empezó a pisarle los talones.
“si alguien tenía que hacerlo, mejor que lo hiciera yo”, dijo Fey en las entrevistas que dio hace pocas semanas cuando –sorpresa de sorpresas– el musical resultante de la nueva adaptación se transformó en el más nominado para los Premios Tony. Mean Girls tiene doce candidaturas, que incluyen las categorías principales mejor musical, libro y música (a cargo de Jeff richmond, el marido de Fey).
claro que, más allá del desvío por Broadway, su rara combinación de talento para la escritura, la actuación cómica y la filosa mirada sobre la cultura y la política de su país encajan a la perfección con el actual escenario de la comedia en los estados Unidos. esa particular habilidad, la misma que la convirtió en 2010 en la persona más joven en recibir el Premio Mark Twain a la comedia norteamericana, el galardón más prestigioso de esa disciplina, sigue reflejándose más y mejor en la televisión.
Tal vez por eso, apenas dejó Saturday Night Live se puso a trabajar en 30 Rock, donde interpretaba a liz lemon, la productora de un programa similar a SNL, una especie de álter ego deforme, gloriosamente nerd y profesionalmente brillante. Un paquete completo y complejo que nadie más que ella podría haber concebido.
luego llegaría la despedida de ese programa, alguna película fallida (Hermanas, Reporteras en guerra)y la creación de otra historia repleta de guiños y huellas culturales con una premisa que, sin planearlo, la volvió a convertir en pionera.
cuando la cadena NBc –la misma de SNL y 30 Rock– decidió que Unbreakable Kimmy Schmidt, la historia de una joven liberada después de haber estado secuestrada quince años en un búnker por una secta apocalíptica, no encajaba con el resto de su programación, Fey y su socio creativo, robert carlock, optaron por ofrecerla a Netflix. Una solución que ahora parece obvia, pero distaba de serlo allá por 2015, cuando el gigante de streaming figuraba en un lejano segundo puesto, detrás de los canales de aire y las señales premium que ahora supera con contundencia, en la lista de posibles plataformas para los creadores con mayor influencia en Hollywood.
la decisión de Fey no solo salvó a la serie del purgatorio televisivo, sino que funcionó como una especie de guía práctica para futuros productores decididos a defender sus ficciones y llevarlas a la pantalla en sus propios términos.
algo que Fey y su equipo consiguieron reflejar en cada una de las temporadas de Unbreakable Kimmy Schmidt, que se ha ido alejando de las restricciones impuestas por la TV de aire, profundizando su intención inicial de hacer comedia con temas tan poco risibles como el estrés postraumático, la inmigración, las abismales diferencias sociales y económicas en los estados Unidos, y la desigualdad de género. y, como si todo eso fuera poco, también crearon la primera secuencia de títulos en Netflix que es imposible de omitir.
Fey suele ocuparse del modo en que la cultura pop moldea nuestra sociedad