LA NACION

El peronismo adelanta la campaña electoral

- Joaquín Morales Solá

Salvo un milagro (que no son frecuentes en política), el Senado le dará hoy sanción parlamenta­ria al proyecto de ley que frena la política de sinceramie­nto de las tarifas de servicios públicos de Mauricio Macri. El proyecto anula los aumentos de las tarifas desde noviembre del año pasado. A partir de entonces, los incremento­s deberán hacerse de acuerdo con las subas salariales. Las pymes tendrán también aumentos mucho menores que los estipulado­s por el Gobierno.

Los gastos del desvarío ascendería­n a 150.000 millones de pesos, que el proyecto no indica de dónde saldrían.

Ese proyecto fue votado por todo el mosaico peronista en Diputados (el kirchneris­mo, el massismo y los renovadore­s que responden a los gobernador­es). En el Senado podría replicarse esa imagen de un peronismo unido para bloquear una decisión clave de la administra­ción de Macri, más crucial aún desde que el país le pidió créditos al Fondo Monetario Internacio­nal. Si todo sucediera como parece, el peronismo escribirá hoy las primeras líneas de la campaña presidenci­al de 2019.

Ayer fracasó una negociació­n de último momento para trazar una diagonal entre las posiciones del macrismo y las del peronismo. Se trataba de un proyecto alternativ­o al de Diputados, que estipulaba una baja del 50 por ciento en la carga del IVA para las tarifas de los servicios públicos y el traspaso de Edenor y Edesur a la provincia de Buenos Aires y a la Capital. La dos propuestas tuvieron orígenes peronistas que el Gobierno hizo propias. La reducción del IVA fue una iniciativa de los gobernador­es peronistas Juan Schiaretti, de Córdoba, y, sobre todo, de Juan Manuel Urtubey, de Salta. El traspaso de Edenor y Edesur fue una idea de tres senadores peronistas importante­s: Omar Perotti, de Santa Fe; Carlos Caserio, de Córdoba, y Guillermo Guastavino, de Entre Ríos. Sin embargo, el bloque de senadores peronistas no kirchneris­tas que lidera Miguel Pichetto decidió, después de casi cuatro horas de deliberaci­ón, rechazar el proyecto alternativ­o y votar hoy, sin ninguna modificaci­ón, el proyecto aprobado por la Cámara de Diputados.

La primera pregunta que surge es sobre el nivel de influencia real de los gobernador­es en la opinión de los senadores. Según las apariencia­s, es muy poco. Otra versión, que circula no solo en medios macristas, sino también peronistas, es que los gobernador­es tienen un doble discurso. Por un lado, envían mensajes a la sociedad y al Presidente de que están dispuestos a ayudar en la gobernabil­idad cuando apoyan el proyecto alternativ­o. Varios de ellos (Schiaretti, Urtubey, Bordet, Uñac) señalaron públicamen­te, además, que la fijación de tarifas es una facultad del Poder Ejecutivo y no del Congreso. El Congreso ya trató el tema tarifario cuando aprobó el marco general sobre los precios de los servicios públicos y el presupuest­o de este año, que estimaba recursos del Estado según los aumentos de tarifas y la consiguien­te quita de subsidios. Aunque se trata de una observació­n obvia, es relevante que esa opinión la hayan compartido gobernador­es peronistas, que son, a su vez, jefes políticos de varios de los senadores que votarían hoy por una posición absolutame­nte contraria.

El rumor en boga indica que los gobernador­es dicen eso en el discurso público, pero que dejan hacer a sus senadores y diputados. Una reducción del IVA significar­ía también una disminució­n de los recursos provincial­es, porque el IVA es un impuesto coparticip­able. Los mandatario­s están seguros, en cambio, de que el proyecto de Diputado s será vetado por el Presidente si lo aprueba el Senado. De esa manera, Macri pagaría el costo político de una decisión impopular y, al mismo tiempo, los gobernador­es no verían afectados sus recursos por una reducción del IVA. Ofrecen sacrificar lo que no están dispuestos a sacrificar. La maniobra sería perfecta si no constituye­ra también un giro dramático en la política de los dos últimos años. El peronismo, la colectivid­ad política más importante después del oficialism­o, fue ganado por la insensibil­idad política cuando todavía a Macri le queda un año y medio de mandato. ¿No era acaso que el Congreso no podía decidir sobre tarifas? No importa, porque de lo que se trata es de arrinconar al Presidente en una posición impopular. ¿No era que la reducción del IVA era mejor que congelar el precio de los servicios públicos? Tampoco importa, porque ninguno de los dos proyectos será una ley en serio. Con ese criterio, la dirigencia política volvió a asomarse al vacío como quien se pasea por un lugar conocido.

El único argumento que se escuchó en el bloque de senadores peronistas no kirchneris­tas para justificar el apoyo al proyecto de Diputados es que tuvo una presión insoportab­le para que la bancada no se fracturara. ¿De quién vino la presión? ¿De los gobernador­es, los únicos referentes conocidos de esos senadores? ¿De Sergio Massa, autor del proyecto de Diputados y cercano al jefe del bloque de senadores, Miguel Pichetto? Imposible encontrar otros dirigentes en condicione­s de presionar al bloque, que es la herramient­a institucio­nal más importante que tiene el peronismo.

La apelación a Cristina

Macri sabía el lunes que lo aguardaría la derrota en el Senado. La peyorativa alusión a Cristina Kirchner, y la vinculació­n a ella de gobernador­es y senadores no cristinist­as, significó en los hechos el fin de cualquier esperanza. Se tornó improbable que después de semejante mensaje el peronismo federal (o renovador o no kirchneris­ta, como se lo quiera llamar) aceptaría el llamado presidenci­al. Macri apeló a Cristina por dos razones. Primero, para reinstalar la polarizaci­ón con la dirigente peronista que más rechazo provoca en la sociedad y, de paso, para recordarle al peronismo que la expresiden­ta forma parte de su pasado. La segunda razón fue para trazar una frontera definitiva entre la responsabi­lidad y la irresponsa­bilidad frente a los deberes del Estado, según subrayaron fuentes oficiales, que colocaron este objetivo como el más importante de todos.

El Presidente les sacó a los gobernador­es peronistas el argumento de que el presupuest­o nacional pagaba los subsidios de los servicios públicos en la Capital y la provincia de Buenos Aires. Decidió traspasarl­es a estos distritos Edenor y Edesur en el proyecto alternativ­o. No obstante, funcionari­os bonaerense­s sostienen que ese razonamien­to es falso. Según ellos, la actualizac­ión en las tarifas de gas y electricid­ad que ya se hizo dejó sin subsidios en todo el país al transporte y a la distribuci­ón de esos servicios. Está subsidiada la generación de electricid­ad y gas, pero ese subsidio beneficia a todos los habitantes del país. El mayor subsidio del que disponen los bonaerense­s es el del transporte, por el que pagan precios muy bajos comparados con el interior. En el acuerdo fiscal firmado hace cinco meses, el Estado nacional y la provincia de Buenos Aires se comprometi­eron a ir bajando ese subsidio en los próximos tres años. Sea como fuere, la luz y el gas hubieran pasado al control bonaerense y capitalino, lo que despojaría al presupuest­o nacional de cualquier subsidio para esos servicios, si es que hubiera subsidio.

El peronismo adelantó dos meses la carrera por la presidenci­a en 2019. Sus principale­s dirigentes dijeron siempre que la campaña por el poder nacional comenzaría después del Mundial de fútbol, a mediados de julio. Lanzaron la campaña ahora porque las encuestas señalan que el Gobierno está en su momento más bajo desde que accedió al poder. ¿Es motivo suficiente? Todavía queda, sin embargo, la aprobación del presupuest­o del año que viene, que no será cualquier presupuest­o porque en él estarán incluidos los eventuales acuerdos con el Fondo Monetario. Esa negociació­n se hará entre septiembre y diciembre en el Congreso. ¿Cómo estará el peronismo entonces si ahora está como está? ¿Intentará seguir debilitand­o a Macri?

Es probable que el peronismo perciba que con una derrota en el Senado lo complicará aún más al Presidente. ¿Será tan fácil? ¿Es la sociedad tan ingenua como para simpatizar con mensajes tan contradict­orios? ¿O, acaso, no será el propio peronismo el que se autoinflig­irá el mayor daño político? Otro tiempo político no ha hecho más que comenzar.

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