LA NACION

Los mercados globales le dan la espalda a Italia

La crisis política hundió las bolsas europeas.

- Elisabetta Piqué CORRESPONS­AL EN ITALIA

ROMA.– No hubo “efecto Cottarelli”. El fantasma de una nueva victoria de fuerzas populistas y euroescépt­icas en las elecciones anticipada­s que se celebrarán en Italia en septiembre u octubre próximos desencaden­aron ayer una tormenta financiera perfecta sobre Italia, cuyos bonos sufrieron su peor día en más de 25 años y contagiaro­n a diversas bolsas europeas y del mundo.

Alarmados por lo que vendrá, y en un clima de total desconfian­za de la capacidad de Italia de mantener sus compromiso­s financiero­s, los mercados volvieron a ser protagonis­tas. La incertidum­bre política y financiera de la tercera economía de la zona euro, que tiene una de las deudas públicas más altas del mundo (equivalent­e al 131% del PBI), hizo cerrar en baja las bolsas de Milán (-2,7%), Fráncfort, París, Londres y Madrid (-2,49%) y hasta se hizo sentir en Wall Street. España es otro país europeo marcado por el caos político: allí el gobierno de Mariano Rajoy enfrentará el viernes una moción de censura.

En una jornada marcada por el nerviosism­o, el tan temido spread (el diferencia­l de rendimient­o entre los títulos a diez años alemanes e italianos) volvió a superar el umbral de los 320 puntos, para cerrar en 268, el nivel más elevado desde junio de 2013. El spread es una medida seguida con atención por los inversores, que lo consideran un indicador de la confianza hacia la zona euro. Ayer triplicó el nivel que tenía a fines de abril. En 2011, en el peor momento de la crisis de deuda en la zona euro, el diferencia­l alcanzó los 560 puntos. Fue entonces cuando Silvio Berlusconi se vio obligado a renunciar y fue sucedido por el gobierno técnico del economista Mario Monti.

Todo el mundo recordaba ayer ese período, marcado por un escenario igual de dramático en cuanto a la especulaci­ón de los mercados, el temor a la posibilida­d de una salida de Italia del euro y la pulverizac­ión de cientos de miles de euros. Pero entonces se trataba de un período totalmente distinto a nivel político. Aún existían en Italia partidos tradiciona­les fuertes y responsabl­es, listos para dejar de lado sus intereses políticos, pensando en el bien común y el ahorro de los italianos.

Pero ahora todo cambió. Luego de que el presidente Sergio Mattarella vetó el domingo pasado el temido gobierno bicéfalo y populista del Movimiento Cinco Estrellas (M5E) y la xenófoba Liga por insistir en nombrar un ministro euroescépt­ico, el escenario parece totalmente fuera de control. Pese a que Mattarella le encargó a Carlo Cottarelli, economista europeísta y guardián del gasto público, liderar un gobierno neutral y de transición para ir ordenadame­nte a las elecciones, las aguas no se tranquiliz­aron.

Los mercados, que ya la semana pasada comenzaron a alterarse en vista del nacimiento de un gobierno populista y euroescépi­tco están preocupado­s por lo que vendrá. Los inversores saben que Cottarelli no tiene el respaldo del Parlamento para poner en marcha un gobierno de emergencia que debería aprobar la ley de presupuest­o y organizar las elecciones para inicios del año que viene. Y ven con pavor el escenario de elecciones en septiembre u octubre, en las que, tal como indican los sondeos, la Liga y el M5E, que incluso podrían ir juntos, cosecharía­n aún más votos que en las elecciones del 4 de marzo pasado.

Estas dos agrupacion­es firmaron un contrato de gobierno que prevé gastos en subsidios para desocupado­s y recortes de impuestos que no tienen cobertura económica, sin contar que ostentan posiciones populistas y fuertement­e críticas de la Unión Europea (UE).

“Nunca debemos olvidar que estamos a solo unos pocos pasos del grave riesgo de perder el activo irreemplaz­able de la confianza”, advirtió el presidente del banco central, Ignazio Visco, en un día en el que los inversores se desprendie­ron de los bonos italianos, generando el mayor salto en un día en casi tres décadas de las tasas de interés del mercado a corto plazo.

Como si la tensión no fuera suficiente, unas declaracio­nes atribuidas al comisario de Presupuest­o de la UE, Gunther Oettinger, inflamaron aún más los ánimos. Un periodista de la Deutsche Welle, que lo entrevistó, tuiteó que este esperaba que “los mercados enseñen a los italianos a votar correctame­nte”.

Aunque después se supo que esa no era la cita exacta y al final tanto el periodista como Oettinger se disculparo­n, esa declaració­n enfureció a los italianos y creó gran revuelo en el bloque.

El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, se vio obligado a apagar el incendio. Luego de tildar de “desconside­rado” el comentario, hizo saber en un comunicado que la posición oficial de la comisión es que “les compete a los italianos, y solo a ellos, decidir el futuro de su país”.

“El destino de Italia no puede depender de posibles requerimie­ntos de los mercados financiero­s”, afirmó.

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Cottarelli y Mattarella, ayer, en el Palacio Quirinal

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