LA NACION

La Casa Blanca pagará un alto precio con Seúl y Pekín si se cae la reunión

- Adrián Foncillas

El febril encadenami­ento de ensayos nucleares y lanzamient­os de misiles de Corea del Norte del pasado año empujó a Seúl y a Pekín hacia la línea dura de Washington. Pero el contexto actual es diferente.

Kim Jong-un se reunió en las últimas semanas dos veces con el presidente surcoreano, Moon Jae-in, y otras dos con el chino, Xi Jinping, después de que este le hubiera negado audiencia durante el lustro anterior. Kim encadena gestos y se muestra como un líder congruente, en contraste con la volatilida­d tuitera de Trump. Será difícil que la región cumpla con entusiasmo las sanciones económicas estadounid­enses si sabotean una oportunida­d para la paz en la que se involucrar­on varios gobiernos.

invirtió más energías que Moon, inasequibl­e al desaliento en su misión de pacificar la península con dos socios tan sospechoso­s como Kim y Trump. La reunión improvisad­a del sábado pasado entre Moon y Kim revela la nueva y saludable normalidad en una península aún en estado teórico de guerra. La anterior había requerido semanas de farragosos preparativ­os.

Moon recibió el último desplante de Trump esta semana tras visitarlo en Washington para preparar la cumbre de Singapur. Aterrizaba en Seúl cuando se enteró por la prensa de que el presidente norteameri­cano había cancelado la reunión. Ese gesto sin aviso a su principal socio en la región es interpreta­do en foros diplomátic­os como una cachetada hacia el líder, que incluso ha postulado a Trump para el Nobel de la Paz. Los expertos ya alertaron semanas atrás que el fracaso del proceso podría romper el eje Seúl-Washington. “La cancelació­n de la cumbre de Trump sin haber informado previament­e a Moon va a enfriar las relaciones aún más”, confirma richard Bitzinger, experto en seguridad en Asia de S. rajaratnam School.

Benjamin Young, experto en Corea del Norte, duda de que Seúl se vaya a acercar más a Pyongyang, pero intuye que la ciudadanía estará irritada si Estados Unidos se baja del proceso. “Puede haber protestas en Corea del Sur para exigir la retirada de las tropas estadounid­enses y una creciente presión para que Moon ignore a Washington y siga las negociacio­nes de paz con Pyongyang”, señala.

La escrupulos­a diplomacia china solo se refirió a la cancelació­n de la cumbre con lugares comunes. Es recomendab­le acudir a la prensa oficial en estos casos para conocer la opinión de Pekín. El diario ultra nacionalis­ta Global

Times recordó que la reputación norteameri­cana ya había quedado dañada semanas atrás con la ruptura del acuerdo de des nuclear iza Nadie ción con Irán. Su negativa a acudir a Singapur, añadió el medio, solo “aumentará su imagen negativa, con independen­cia de las explicacio­nes de Washington”.

Pyongyang había resistido sanciones económicas durante décadas y solo rozó la desesperac­ión después de que China se sumara a ellas el pasado año. Sin Pekín, que concentra más del 90% del comercio exterior norcoreano, las presiones estadounid­enses son inocuas. Xi sacrificó su viejo desprecio hacia Kim para alejar el riesgo de una guerra termonucle­ar en su patio trasero. Su entusiasmo para seguir cumpliendo con las sanciones se podría ver muy mitigado si Washington arruinara el proceso. La guerra comercial declarada por Trump contra China, además, revaloriza su compromiso sobre Corea del Norte. “El riesgo de que China debilite las sanciones es real y será aún más probable si Estados Unidos se retira de las conversaci­ones definitiva­mente. China, hasta la fecha, ha apoyado con fuerza la cumbre incluso teniendo una opinión algo diferente de cómo debería llevarse a cabo”, señala Stephen Haggard, autor de varios libros sobre Corea del Norte.

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Susan walsh/aP Trump dialoga ayer con el vicepresid­ente Pence en la casa Blanca

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