El B-20, preocupado por el retroceso de las relaciones multilaterales
encuentro. Ante el proteccionismo, empresarios de los países que integran el grupo de los 20 proponen relanzar el diálogo para lograr una nueva globalización más inclusiva
PARÍS.– “Un comercio internacional equitativo y abierto… Nadie puede imaginar lo difícil que se ha vuelto en los últimos tiempos escribir esas cinco palabras juntas”, dijo ayer Ángel Gurría, director general de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que acogía la Cuarta Sesión Anual del Business 20 (B-20).
Ese grupo de trabajo (task force en inglés) tiene por objetivo presentar propuestas desde el sector privado al gobierno argentino antes de la cumbre del G-20 de noviembre a fin de generar desarrollo, crecimiento sostenido y mejoras en el terreno laboral. El presidente Mauricio Macri decidirá si las incluye o no en la agenda. Después, la cumbre de 20 jefes de Estado y de gobierno tendrá la palabra final.
Liderado este año por el empresario Daniel Funes de Rioja, el B-20 cuenta con la participación de unos 1200 empresarios provenientes de los 20 miembros que conforman el G-20. En la Argentina, las diferentes comisiones de trabajo –ocho en total– reúnen en sus filas a lo más importante del empresariado internacional: Empleo y Educación, presidida por Martín Migoya (Globant); Economía Digital e Industria, por Marcos Galperín (Mercado Libre); Financiamiento del Crecimiento y la Infraestructura, por Eduardo Elsztain (Grupo Irsa); Comercio e Inversiones, por Paolo Rocca (Techint); Sistema Alimentario Sostenible, por Luis Pagani (Arcor); Energía, Eficiencia de Recursos y Sustentabilidad, por Miguel Gutiérrez (YPF); Desarrollo Pyme, por Inés Berton (Tealosophy); Integridad y Cumplimiento, presidida por Jorge Mandelbaum (Cippec). Reunidos en París durante dos días para avanzar en la agenda de propuestas que presentarán en octubre próximo al presidente Macri –y con mucho menos énfasis público que Ángel Gurría–, cada uno de ellos evocó como una de las principales preocupaciones el alejamiento del multilateralismo en las relaciones internacionales.
Con mucha más libertad de palabra, Gurría recordó que el populismo y el proteccionismo no son la respuesta adecuada para progresar. Y agregó: “Juntos debemos renovar el diálogo multilateral. No hay otro camino. Pero la globalización igual a la de siempre tampoco es la respuesta. Esta debe convertirse en una mundialización mucho más inclusiva, donde la gente se sienta representada. Por eso es necesario refundar la globalización. Nuestra obligación es reformarla, renovarla y reinventarla. En esa tarea –concluyó–, el B-20 es un instrumento indispensable para el G-20”.
“Prueba de que esto es así es que, cuando comenzó el B-20, en el G-20 de Australia, en 2014, había solo 400 empresas que participaban. Hoy son más de 1200 y a veces tenemos que rechazar gente que quiere participar”, dijo a la nacion el presidente del B-20, Daniel Funes de Rioja. A su juicio, el otro gran cambio que fue produciéndose con el tiempo es la independencia que obtuvo el B-20, cuyos miembros solían ser nombrados por los gobiernos. “Este año también hicimos un gran esfuerzo en la transparencia de toda la operación. Organizamos una task force de transparencia que puede resistir cualquier embate”, explicó.
Funes de Rioja se congratula además de un cambio fundamental en la visión que el empresariado argentino ha adquirido de su rela- ción con la sociedad. “Si bien cada uno de los empresarios que participan en el B-20 pretende mejorar las condiciones del comercio global, fijamos tres grandes objetivos, coincidentes con la voluntad del presidente Macri”, explicó.
“El primero es el futuro del trabajo. En esto le dimos mucha fuerza al modelo alemán de educación y empleo, porque creemos que el mundo del trabajo cambiará cuando se modernice el modelo educativo. El segundo es el financiamiento de infraestructura. La Argentina necesita una revolución de infraestructura que está encaminada, pero lleva tiempo. El tercer objetivo es el futuro alimentario sustentable. Porque además –y modestamente– conseguimos romper en el B-20 con un viejo dilema, campo-industria. En la task force que se ocupa de eso están presentes desde el grupo agropecuario hasta la industria de la alimentación. Y todos trabajan juntos”, agrega.
“En este B-20 tratamos de crear puentes para buscar objetivos comunes. Porque, en última instancia, esto no quiere decir que todo lo que hay que exportar debe tener un valor agregado. Pero, si se puede, hay que sumarlo”, dice.
Para el presidente del B-20, “esta nueva visión es el reflejo de una sociedad argentina que estaba madura para producirla. Porque si la sociedad no percibe al empresariado como coparticipando en el proceso de desarrollo y crecimiento, no hay viabilidad posible. En este mundo, las empresas tienen que crecer para generar bienestar, empleo y mejores condiciones. También tienen que entender que una parte de su responsabilidad es generar puentes entre educación y empleo. Todas las empresas, no solo las más grandes”, concluyó.