Después de cinco meses de obras, la Plaza de Mayo mostró su nueva cara
Sumó más de 4300 m2 y espacios verdes; se puso en valor la Pirámide y se renovó toda la iluminación; polémica por una reja que la atraviesa
La Plaza de Mayo, la más antigua de la ciudad, ayer exhibió su nueva cara, después de casi cinco meses de obras de remodelación. Las tareas incluyeron una ampliación de su superficie total y de sus espacios verdes, la colocación de canteros y la instalación de dobles alineaciones de árboles sobre las veredas. También se restauraron cuatro fuentes, se renovó la iluminación, se reconvirtieron las farolas al sistema LED y se instalaron 48 reflectores en el Cabildo y ocho en la Pirámide de Mayo, que fue puesta en valor.
Y aunque muchos de los porteños y turistas que ayer circularon por el lugar expresaron su conformidad con el nuevo aspecto de la plaza, hubo una intervención que recibió una desaprobación casi unánime: la incorporación de una alta reja que divide el espacio en dos en todo su ancho, ubicada entre la Pirámide y la Casa de Gobierno.
“Quedó linda”, dijo sobre la plaza Cristian González, un estudiante de 23 años. Precisó que el embaldosado se ve mucho mejor que antes, que ahora se puede caminar con mayor comodidad y que, en general, ve la plaza “más moderna”. También fue positivo el veredicto de Noelia Monteros, de 52 años, empleada administrativa. “Antes estaba muy venida abajo”, dijo, y destacó la puesta en valor de la pirámide.
Eduardo Macchiavelli, ministro de Ambiente y Espacio Público de la ciudad, afirmó sobre las obras: “La Plaza de Mayo es un ícono de nuestra ciudad, y todo su entorno es un atractivo para los turistas que visitan nuestro país y para los mismos porteños, que cada vez que transitan por ella se sienten parte de este rincón”.
La reja que atraviesa la plaza, en cambio, solo cosechó críticas. “Un desastre: arruinaron la historia”, dijo, señalando la estructura metálica, Ricardo Fernández, de 52 años, vecino de González Catán.
Con la remodelación, la plaza sumó 4322 m2 y alcanzó un total de 23.665 m2. También sumó 1136 m2 de espacios verdes. El costo total de la obra fue de $43.792.575.
Sin embargo, las obras recibieron un fuerte rechazo de ONG y especialistas en preservación de patrimonio porque, según argumentaron, el proyecto no fue presentado en la Legislatura, donde debe aprobarse cualquier modificación de la plaza, según se desprende del Código de Planeamiento Urbano. El espacio fue declarado lugar histórico nacional en 1942 y área de protección histórica en 2000. Pero la Comisión Nacional de Monumentos aprobó las intervenciones.
“¡Qué falta de respeto! ¡Qué sinrazón!”, se indignó Sonia Berjman, doctora en Historia del Arte y especialista en la obra de Carlos Thays, que diseñó la plaza en 1894. “Esta no es nuestra plaza, esta era la Plaza de Mayo, que ahora está herida en su cuerpo y en su alma, en su materia y en su simbología”, dijo.
La ONG Basta de Demoler había presentado un recurso de amparo para frenar las obras. “El proyecto es ilegal”, dijo Germán Carvajal, su vicepresidente.
En torno a la pirámide se conservaron los pañuelos blancos, símbolo de las Madres de Plaza de Mayo. El desalojo de la carpa de exsoldados continentales de Malvinas, instalada allí desde hacía diez años, también fue notado por los visitantes.