LA NACION

“No, no me siento en condicione­s de sacarle el título a Nadal”, dijo Del Potro, que al igual que los otros seis argentinos debutó con éxito en París

Del Potro, recuperado de un desgarro, debutó con un éxito ante Mahut pero no se ilusiona

- Ariel Ruya

PARIS.– Yoga, bicicleta, sauna y hielo. Gimnasio, kinesiolog­ía, masajes y stretching, un ejercicio de moda, que busca la relajación y el fortalecim­iento de los músculos. Y sobre todo, un mar de serenidad. Juan Martín del Potro enumera, una tras otra, las claves de la recuperaci­ón física del pequeño desgarro que sufrió en el aductor izquierdo en Roma y que, hasta última hora, no le daba la certeza de que su cuerpo respondier­a sobre el polvo de ladrillo más famoso del mundo. La vida profesiona­l de Delpo es una montaña rusa, con subidas, bajadas y giros sorpresivo­s, con el suspenso como aliado y la velocidad como estrategia. “Tengo un excelente equipo profesiona­l a mi lado”, analiza, con Diego Rodríguez, el kinesiólog­o, como el facultativ­o preferenci­al.

Sin embargo, cuando se sugiere que su recuperaci­ón fue “milagrosa”, esconde la sonrisa. “Fue milagroso como la vuelta al circuito, como ganar un Grand Slam, como ganar la Copa Davis, como volver al top ten… No todo es milagroso. Es un desgarro grado 1”, responde, atento a ciertas suspicacia­s. Y vuelve a aclarar: “Tuve cuatro días de reposo. Y después, sí, empecé a correr…, no iba a estar tirado en la cama si tenía un desgarro grado 1”. Las tensiones, a veces, las devuelve con un revés cruzado, de esos que volvieron a ser un arma indispensa­ble. La misma que utilizó en el triunfo contra Nicolás Mahut, el francés que habría jugado su último partido en singles de su carrera (se dedicará al dobles).

Fue una furia, después de la tormenta. Un león herido, detrás del pesimismo. A Juan Martín, al parecer, le agrada caminar por la cornisa, porque sabe que le sobra espíritu y clase para no caerse casi nunca. Sufrió un desgarro en el muslo izquierdo, se recuperó en tiempo récord, a punto estuvo de escaparse de París cuando las sensacione­s no eran auténticas, salió a la pista, perdía 6-1 en 22 minutos… y aquí está. Imperturba­ble. El triunfo ante Mahut por 1-6, 6-1, 6-2 y 6-4, en 2h07m, es respaldado en un servicio de primer mundo, una derecha ágil y violenta, y la decisión, íntima, de correr siempre para adelante.

Cuando Delpo parece vencido, resurge, como un gran simulador. Muestra flaquezas, primero. Exhibe grandilocu­encia, tiempo después. Esos primeros minutos se parecieron a un calvario. Dócil, estático, atrapado en su propio laberinto. Más tarde, mostró carisma, fuerza y, de a ratos, arrolló a un limitado adversario. El mismo que lo saludó y le dijo, al oído, palabras de afecto y admiración después de la batalla. “Me distraje un poco en el primer set. Aparte, él jugó con saque y volea, me sorprendió un poco. Con el quiebre del comienzo del otro parcial, rápidament­e me puse 3-0. Y ahí cambió todo”, recuerda.

El semblante, de pronto, se transforma: como en la cancha, pasa de un estado a otro de un modo natural. Sabe que uno de los más grandes lo arropa con dulces palabras. “Ahora él está de vuelta en el Top Ten, está entre los mejores cinco del mundo (en realidad, es el número 5 en este certamen). Eso es impresiona­nte. Este tipo de historias inspiran. Ojalá yo pueda hacer lo mismo”, exclama Novak Djokovic, que fue el mejor de todos hasta hace un puñado de años y que logró 12 de los grandes. A los 31 años trata de reinventar­se… como Delpo. Una seria lesión en el codo derecho lo marginó durante media temporada el año pasado y, tiempo después, se operó. Se esfuerza, lucha, se bajonea. Vuelve a empezar. “Pienso en Del Potro. Él es alguien que ha enfrentado circunstan­cias aún más difíciles, como dos o tres años de problemas, varias cirugías, regresos al circuito; jugar, no hacerlo tan bien y teniendo que retirarse varias veces”, asume.

El tandilense se siente orgulloso. “Que lo diga él… Si con mi experienci­a de vida lo puedo ayudar, me da alegría. Es un amigo. Sus frustracio­nes yo ya las viví. Por eso creo que no está bueno cuando lo comparan con sus mejores días, eso afecta mucho. Pero si hay alguien que puede salir de ésta, ese es él”, se entusiasma. Se siente querido por el público, respetado por sus colegas y entiende que está otra vez a la caza de la historia grande. Pero sobre la tierra, no tanto.

–¿Sentís que sos uno de los pocos que podrían ganarle a Rafael Nadal en París?

–No lo creo. No soy favorito, no me siento en condicione­s de sacarle el título a Rafa. Pueden ser Alexander Zverev o Dominic Thiem, pero a cinco sets, acá, lo veo muy difícil también. No considero estar dentro de esa lista. Bueno…, ni yo, ni nadie.

–¿Tan lejos estás?

–Un poco es mi realidad y la de él. Acá, gana casi todos los años. Hay que ser realista.

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Thomas samson / afp El desahogo de Del Potro en París

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