LA NACION

Lo Celso, una variante para que crezca el juego argentino

- Claudio Mauri

Si la despedida de la Argentina hubiera sido en el Gigante de Arroyito, Giovani Lo Celso se habría llevado una ovación. En la Bombonera cosechó sinceros aplausos cuando Banega lo reemplazó a 15 minutos del final. Porque además del afecto que le tienen en Rosario Central también se habría reparado en el muy buen partido que hizo, más allá de que la endeble oposición de Haití puede dejar en suspenso muchos análisis o veredictos.

En Lo Celso puede encontrars­e un trazo importante de la renovación que intenta Sampaoli en algunas líneas. Excede a lo nominal, a que el volante empezó a aparecer en la formación después de las tormentosa­s eliminator­ias. Viene sin cuentas pendientes ni lastre, es futuro e ilusión. Y se hace un lugar en una función trascenden­te para el fútbol moderno, en la que la Argentina arrastra un déficit de años.

Hoy no se entiende que un equipo sea fuerte y capaz de gobernar el juego –como lo pretende Sampaoli– sin un medio campo con futbolista­s que sepan controlar la pelota y los tiempos, que saquen la pelota desde atrás, apoyen los avances y sean aplicados en el retroceso.

Lo Celso jugó anoche su quinto partido en el selecciona­do, lo hizo al lado de quien alcanzó el récord de presencias, Mascherano, con 143. Su función fue la de interior izquierdo y se movió con la misma concentrac­ión e implicació­n que si se tratara del debut mundialist­a ante Islandia.

Hizo bien Sampaoli en atender la evolución que el Monito mostró en su última temporada en París Saint Germain, donde se consolidó tras un primer año de aprendizaj­e y adaptación. Lo reconoció quien fue su técnico hasta hace poco, Unai Emery: “Lo Celso es un ejemplo para todos por su manera de trabajar. Se ganó el respeto en el club y con su tenacidad se volvió muy importante para el grupo”.

Lo Celso se perfila para quedarse con un lugar en el que nunca terminó de afirmarse Banega, y al que Pizarro y Enzo Pérez se quedaron mirando desde afuera tras el último corte de la lista. Con pocas obligacion­es defensivas, anoche distribuyó con criterio, casi no erró pases, pisó el área para que le hicieran un penal, para dar una asistencia que no aprovechó Di María y para un cabezazo que rechazó el arquero en el segundo gol de Messi. Tuvo peso en la construcci­ón del juego y en la llegada, y no escatima esfuerzos en el repliegue.

Su juego y movimiento­s destilan una madurez superior a sus 22 años. Si se trata de buscar socios para Messi, Lo Celso muestra aptitudes y ambición para que le den el carnet.

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