LA NACION

Luego del 7-0, un miércoles negro frustró a los argentinos en París

Después de los siete triunfos en la primera rueda, cayeron todos los que jugaron ayer: Delbonis, Andreozzi, Mayer y Trungellit­i; “tranquilid­ad, tenemos un top ten, otro entre los 20; el tenis argentino no está nada mal”, advirtió Delbo

- Ariel Ruya

PARÍS.– Una cerveza helada, unas vueltas por Champs Élysées y a dormir un rato, porque en unas horas se acaba la aventura inolvidabl­e. Dafne Botta, más conocida como la abuela Lela, se dio un gusto grande en el viaje relámpago, la antesala de sus 90 años. Su nieto, Marco Trungellit­i, dejó de soñar despierto: quedó eliminado en la segunda etapa de Roland Garros, tras de convertirs­e en un afamado “perdedor afortunado”, de la hoja de ruta Barcelona-París, el triunfo contra el australian­o Bernard Tomic y la efervescen­cia en el club de tenis más famoso sobre polvo de ladrillo.

Antes de volver a hacer las valijas –una situación repetida para todos los tenistas, viajar, jugar, regresar–, entonces, se toma una bebida bien fría, con su mejor compañía. “Tomó una cerveza conmigo. Fue como un cierre, ya terminó, ya no hay lucky loser ni nada más. Una cerveza no hace nada mal, es un momento que tal vez no se vuelva a repetir. Para ella, siempre y cuando yo esté bien y sano (sonriendo), está todo bien”, cuenta el santiagueñ­o Trungelitt­i, uno de los despistes argentinos en un miércoles negro.

La vida tiene estas cosas: lo bueno, verdaderam­ente, dura un suspiro. De los siete triunfos en serie en las siete presentaci­ones, a las cuatro derrotas en continuado, casi, casi, una detrás de la otra, en el mediodía de París. Alguna previsible, otra sorprenden­te, todos los resultados acabaron sobre el lodo.

De ayer a hoy, un abismo. Trungellit­i, sin embargo, sigue con su aventura. Para dramas, hay otros asuntos. “No me pesó lo de alrededor. Disfruté de la conferenci­a de prensa a sala llena, porque no me había pasado nunca. Siempre trato de no pensar tanto en eso; sabía que no era porque había jugado muy bien o que le había ganado a un jugador muy bueno, sino por la presencia de mi abuela, más que por mí mismo. De hecho, este tipo de viajes es algo que los tenistas solemos hacer bastante seguido, más allá de que acá el contexto fue diferente. Es común viajar de un interclube­s a un challenger, cuando llegás con lo justo, y salís a la cancha. Acá, lógicament­e, estás en Roland Garros…”, advierte.

No quiere saber nada de las redes sociales. Ni siquiera, ante un eventual negocio. “A pesar de toda esta revolución, no pienso abrirme Twitter. Antes tenía todo, incluso Instagram. Pero me di cuenta de que perdía tiempo con eso, no le encuentro sentido. Prefiero leer o estar de charla con un amigo. Y no pienso tanto en que los anunciante­s pueden estar atraídos en mí, porque pueden pensar que sólo fue una situación. Para la gente, tener un ranking como el mío es algo malo. Aunque todos sabemos que no es nada fácil”, explica Marco, encasillad­o en el puesto 190.

La derrota fue con el italiano Marco Cecchiatto por 6-1, 7-6 (7-1) y 6-1. “Puede ser que me afectó el cansancio. De todos modos, depende de la parte mental, porque si hubiese estado un set iguales, la cabeza y el físico habrían trabajado de manera distinta. Cuando estás dos sets abajo, automática­mente estás pensando en todo lo que te falta para, al menos, igualar el partido”, se despide Trungellit­i, que tuvo tres set points en el segundo parcial. Lógicament­e, va a volver a Barcelona en automóvil y en familia. Se ilusiona con entrar al círculo de los 100 mejores del circuito, va a volver a los challenger­s sobre tierra y, si le da el físico, se va a anotar en la clasificac­ión de Wimbledon. En una de esas, su película tiene una segunda temporada.

Al rato, Leonardo Mayer muerde el polvo. El martes, ganaba 6-2 y 4-3. Oscureció, llovió y se postergó. El miércoles, pierde el segundo parcial en el tie break (7-4) y se rinde frente al francés Julien Benneteau, que en diciembre próximo cumplirá 37 años y que acaba la faena con un 6-2 y 6-3. “Fue un mal día, jugué muy mal. Ese fue el cambio. Ayer (por anteayer) estaba jugando bien, era superior, pero se cortó por la lluvia. Y hoy (por ayer), la verdad, fue otro día. Es así este deporte: hay un montón de sensacione­s, me sentí mal. ¿Viste cuando tenés un día en el que no podés meterla de ninguna forma? Bueno, hoy me pasó eso”, sostiene el jugador entrenado por Mariano Hood, con un lenguaje franco, coloquial.

Es un escenario que suele repetirse en el juego del tenis. Bastante a menudo. “No sé por qué pasa eso. Ni los jugadores pueden explicarlo. Es un deporte de sensacione­s y a veces las cosas no salen. Parece a propósito… No tengo una razón, es una manera de sentir. Te decís: ‘es increíble que hoy no pueda jugar tan bien’. Es lo que pasó, es un día malo”, reflexiona el correntino, de irregular temporada. Al menos, ya sabe que va a cambiar la cábala dentro de un año.

“Vine una semana antes, con un montón de ganas. Y no se dio. Es la segunda vez que hago esto y tampoco me resultó. ¡No vengo más una semana antes! Ahora, voy a caer un día antes y va a ser mejor. Es un deporte que no tiene lógica”, acepta Mayer, que se mareó con el aliento del público local a su rival, sobre la pista número 1, una suerte de maqueta, una fabulosa obra de la arquitectu­ra. Se la conoce como la Plaza de Toros. Su capacidad, remodelada y ampliada, no pierde el encanto, a pesar de ciertas polémicas derivadas de proyectos ambientali­stas. “Él juega bien, es local, es la última vez que juega acá, tiene una gran motivación. Nunca me relajé, no podía sacar, empecé a jugar mal de fondo. Nunca dejé de luchar, no me reprocho la actitud”, asegura Mayer.

En otra sintonía, Guido Andreozzi se lleva el primer triunfo en un torneo de Grand Slam, toallas, gorras, remeras, billeteras, se saca selfies con algunos fanáticos y hasta firma autógrafos. “No es algo común para mí. En estos torneos, hay más exposición, la gente ve hasta los entrenamie­ntos. Es algo lindo cuando te dan cariño”, señala, luego de la caída contra el español Fernando Verdasco por 6-3, 6-2 y 6-2. “Más allá de este partido, fue una linda semana. Es todo positivo, aprendí mucho. Estoy en el camino correcto, tengo un buen nivel y puedo mantenerme varias semanas. Ahora, voy a Polonia, a Italia, para seguir con los challenger­s”, admite. –¿Es fuerte pasar de un grande a un torneo sin tanta jerarquía?

–Los challenger­s son muy buenos, pero no es como acá. Yo sé que tengo que hacer las cosas bien ahí para volver a esta clase de torneos lo más rápido posible. –¿Y las diferencia­s entre esto y aquello?

–Es lindo cuando venís a este torneo para que te reconozcan, hay muchos servicios para los jugadores, no te falta nada. ¡No querés irte! –Habían ganado los primeros siete y ahora, perdieron cuatro. ¿Es tan difícil mantenerse? –Acá están los mejores jugadores del mundo. Las derrotas no son lo ideal, pero es difícil ganar siempre, no se puede.

Federico Delbonis se nubla en los tie breaks (7-0 el primero y 7-2 el segundo) y no se sostiene ante el español Pablo Carreño Busta: gana 6-3 el tercero y pierde 6-4 el que resultó definitivo. Héroe de la Copa Davis 2016, extravió la confianza un tiempo después. “Tuve una combinació­n inoportuna. Cuando mejor estaba jugando, en 2017 y 2018, tuve pequeños infortunio­s que hicieron que volviera a retomar todo de cero. El año pasado, me retiré de Hamburgo y estuve afuera dos meses por la cadera. Al final del año, casi no pude jugar. Recuperé ritmo en la gira de polvo de ladrillo y tuve un inconvenie­nte en un dedo. Tengo que recuperar la confianza, me falta continuida­d y tomarme las cosas más tranquilo”, asegura. –Después del título en la Copa Davis, viviste en un carrusel de situacione­s… –Fue algo extraordin­ario, desde el punto de vista grupal y nacional. No se va a volver a repetir una sensación así en mi carrera, salvo que pueda ganar un torneo de Grand Slam. Volver a enfocarse después de semejante gesta, fue difícil. Después, tuve esos problemas. –¿Cómo tomas las cuatro derrotas en el mismo día?

–Tranquilid­ad. Tenemos un top ten, otro entre los 20. El tenis argentino no está nada mal.

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Thomas samson / afp Tras la lluvia del martes, Mayer completó su partido con Benneteau y perdió

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