Sin billetes nuevos ni viejos
Como era de esperarse y con todo el carnaval montado, sin ser época, la reconversión monetaria resultó un engaño más.
Lo de la tan mentada reconversión monetaria siempre fue una mentira descomunal no por la medida en sí, como bien lo advirtieron los economistas y los diputados de la legítima Asamblea Nacional, sino porque llegaba manchada por la improvisación técnica y el oportunismo político.
¿Qué podían esperar los venezolanos de una medida de tal magnitud imaginada y desarrollada por los mismos técnicos y directivos del Banco Central de Venezuela que nos han llevado a la quiebra como república? ¿Qué esperanza se abriga cuando los mismos autores de todos los desaguisados cometidos y por cometer en el manejo de la política monetaria lanzan sobre la mesa de juego estos nocivos dados cargados?
En todo caso, hay que prepararse para nuevas y renovables reconversiones, según se acerca y sigue creciendo el huracán gigante de la inflación. Contra ello no hay nuevo billete que sirva. Pero valdría la pena intentar dos cosas, muy sencillas por cierto: imprimir billetes sin denominación y tenerlos en reserva (no se rían, por favor) y agregar a los billetes soberanos algunos rostros civiles, pues todos son héroes militares, a excepción del díscolo Simón Rodríguez.