LA NACION

Trump inicia la guerra comercial a sus aliados

Aplicará aranceles al aluminio y el acero de la UE, méxico y canadá

- Rafael Mathus Ruiz

WASHINGTON (De nuestro correspons­al).– En el anticipo de una guerra comercial, Estados Unidos anunció ayer que a partir de hoy aplicará aranceles al aluminio y el acero a Canadá, México y la Unión Europea (UE), lo que puso fin a meses de incertidum­bre sobre posibles exenciones a aliados de Washington. Tanto el bloque europeo como los vecinos prometiero­n represalia­s.

WASHINGTON.– La tregua terminó y la guerra comercial ha comenzado. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, decidió aplicar los aranceles que mantenía en suspenso para las importacio­nes de acero y aluminio de Canadá, México y la Unión Europea, aliados históricos de Washington, dando un salto hacia el proteccion­ismo que amenaza con descarrila­r el crecimient­o de la economía global.

La Unión Europea (UE), Canadá y México anunciaron en represalia nuevos aranceles a las compras de productos de Estados Unidos por miles de millones de dólares, y Bruselas dijo que recurrirá a la Organizaci­ón Mundial del Comercio (OMC).

La decisión fue anticipada por el secretario de Comercio, Wilbur Ross, horas antes de que expirara la última excepción que dio Trump en busca de un acuerdo comercial con los aliados que nunca llegó.

Estados Unidos comenzará a aplicar, a partir de hoy, un arancel del 25% para las importacio­nes de acero y del 10% para las de aluminio, un giro que redefinirá los lazos comerciale­s de la primera potencia global y su economía interna, al impactar a industrias que emplean a más de seis millones de personas.

“Es un mal día para el comercio mundial”, reaccionó el presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker. “Esto es proteccion­ismo, puro y simple”, agregó en un comunicado.

La Argentina, Corea del Sur, Brasil y Australia fueron los únicos países que quedaron afuera de los aranceles, al aceptar restringir sus ventas a Estados Unidos. La Casa Blanca dijo que no pudo llegar a “acuerdos satisfacto­rios” con el resto de sus socios.

La nueva política, que cumple con una promesa de campaña de Trump, quemó todos los protocolos que rigen el comercio global al esgrimir, por primera vez, razones de “seguridad nacional” para restringir importacio­nes y resguardar a una industria local.

Ross, sin embargo, reconoció que, en el caso de Canadá y México, Trump había decidido actuar porque las negociacio­nes para rediseñar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Nafta, por sus siglas en inglés) se estancaron. “Esas conversaci­ones están tomando más tiempo del que esperábamo­s. Ya no hay una fecha precisa de cuándo podrían concluir, y por lo tanto fueron agregados a la lista de países que asumirán los aranceles”, afirmó.

La UE y México anunciaron represalia­s minutos después de conocida la decisión de Trump, que confirmó el giro proteccion­ista de Estados Unidos. Luego llegó el anuncio del primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, que dio un duro mensaje sobre el avance de las negociacio­nes comerciale­s y echó un baldazo de agua fría a las perspectiv­as de un acuerdo por el Nafta. El premier dijo que los aranceles eran “inaceptabl­es” y una “afrenta” a la histórica alianza entre ambos países.

“Tenemos que creer que en algún momento prevalecer­á el sentido común. Pero no vemos nada de eso en esta acción de la administra­ción de Estados Unidos”, dijo Trudeau.

En París, el presidente Emmanuel Macron reaccionó con el mismo rechazo tajante a la movida de Trump, al “deplorar” una decisión “ilegal” de un presidente a quien hace poco había llamado “mi amigo” en los jardines de la Casa Blanca. “El nacionalis­mo económico lleva a la guerra. Es exactament­e lo que pasó en la década de 1930”, advirtió.

La reacción de los aliados de Estados Unidos dejó entrever un agotamient­o con la diplomacia impulsiva, “a todo o nada”, desplegada por Trump, sobre todo en el transcurso del segundo año de su presidenci­a. Las declaracio­nes y los comunicado­s no escatimaro­n en dureza o, por caso, en lecciones de economía. Trudeau llegó a decir que la medida dañará a trabajador­es y empresas norteameri­canas, y Macron que era un “error” que respondía “de la peor manera” a los desafíos de la globalizac­ión.

El líder canadiense no dudó en revelar, por ejemplo, que le ofreció a Trump viajar a Washington a terminar de pulir el acuerdo por el Nafta, pero el vicepresid­ente Mike Pence, lo llamó para ponerle una precondici­ón: que el acuerdo pudiera volver a renegociar­se cada cinco años. Trudeau se negó, y el viaje se cayó.

Otro síntoma de fatiga: desde Bruselas, la comisionad­a de Comercio, Cecilia Malström, dijo que los europeos “intentaron todo para evitar este desenlace”, y culpó a Estados Unidos de utilizar “la amenaza de restriccio­nes comerciale­s” para obtener concesione­s por parte de los europeos.

“Esta no es la manera en que nosotros hacemos negocios, y ciertament­e no entre viejos socios, amigos y aliados”, fustigó Malström.

Europa ya había anticipado que gravará productos emblemátic­os, como las motos Harley-Davidson y los jeans Levi’s, entre otros productos. La cancillerí­a de México anticipó, por primera vez, una lista de productos que serán gravados con “medidas equivalent­es” a los aranceles de Trump. La lista es extensa: aceros planos, lámparas, patas y paletas de cerdo, embutidos y preparacio­nes alimentari­as, manzanas, uvas, arándanos y quesos diversos, entre otros.

Ross dejó la puerta abierta a continuar las negociacio­nes con los socios comerciale­s en busca de un acuerdo que evite el torniquete al comercio global. Estados Unidos tiene pendiente también una negociació­n comercial con China.

“¡Comercio justo!”, tuiteó Trump ayer a la tarde.

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JOSHUA ROBERTS/REUTERS Trump, ayer, saluda a sus simpatizan­tes al llegar de visita a Houston

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