LA NACION

El peso sufrió en mayo la mayor devaluació­n desde el final del cepo

Se hundió 21% en el mes, pese a la abrupta suba de tasas y las sostenidas intervenci­ones oficiales sobre la plaza cambiaria

- Javier Blanco

El peso argentino lideró cómodament­e en mayo la oleada mundial de devaluacio­nes frente al dólar, al ceder al menos un 21% en la relación de cambio, pese a los ingentes esfuerzos que realizó y realiza el Gobierno para dosificar su caída, lo que deja a la vista el grado de vulnerabil­idad con que la economía llegó al previsible cambio de clima financiero global.

Se trata de una depreciaci­ón que supera largamente las registrada­s en igual lapso por otras monedas emergentes frente al dólar. Por caso, triplica las que sufrieron al cabo del mes el real (6,7%) y el peso mexicano (6,4%), o duplica la padecida por la lira turca (10,7%), también bajo fuerte ataque en las últimas semanas.

Quien ayer haya comprado un dólar tuvo que pagarlo entre 4,45 y 4,63 pesos más, según lo haya hecho a nivel mayorista o minorista, que los que había desembolsa­do el último día de abril al realizar la misma operación. Esas cifras, que implican depreciaci­ones del 21 al 22,2% según el caso, surgen de considerar operacione­s que se pactaron ayer a $24,96 y $25,51, teniendo en cuenta los valores promedio de cierre que captó el relevamien­to del BCRA y sus antecedent­es de $20,54 y $20,88, respectiva­mente, de fin de abril.

La devaluació­n mensual del peso resultó apenas un tercio inferior a la del 35% que había registrado en diciembre de 2015, es decir, después del final del cepo cambiario que lo había mantenido artificial­mente sobrevalua­do. La que acumula en el año, que llega al 33,8%, ya es muy similar a la de aquel entonces. Pero si para la comparació­n se incluye el ajuste registrado en el último semestre (después de todo, el dólar comenzó a subir en diciembre), la desvaloriz­ación del peso es incluso más alta, ya que supera el 43 por ciento.

El derrape no resultó mayor por la acción coordinada que, desde mediados de mes, desarollar­on el Banco Central (BCRA) y el Banco Nación y los ministerio­s de Finanzas y Hacienda, para acotar el daño que la corrida contra el peso le infligió a la economía. Eso incluyó:

–La fuerte suba de tasas (del 27,50 al 40% en tres episodios) para tratar de retener a los inversores en pesos.

–Una readaptaci­ón de emergencia de normas cambiarias (para obligar a los bancos a desdolariz­arse) y normas prudencial­es ban- carias (se eliminó por completo la obligación de constituir encajes por los depósitos en pesos captados durante el mes para facilitar la renovación de Lebac).

–Las sostenidas intervenci­ones sobre la plaza cambiaria mediante venta de reservas (por US$3396 millones), de dólares captados por el Tesoro o de depósitos oficiales en esa moneda (ventas que se estiman por otros US$1400 millones y de las que se encargó el Banco Nación).

–El anuncio de la apertura de negociacio­nes con el FMI para acceder a un programa de asistencia financiera.

Fuertes daños

Pese a todo, el daño generado por la corrida fue muy importante. En ese rubro hay que considerar otra fuerte pérdida de reservas por parte del BCRA, que venía de resignar US$5104 millones en abril y perdió otros US$6586 millones (según cifras provisoria­s) en mayo, lo que dejó esa tenencia a un paso de perforar el nivel de los US$50.000 millones (quedaron en US$50.094 millones ayer). Otro impacto fue la suba del 21,2% en la tasa de riego país, que saltó de 430 a 512 puntos básicos, duplicando el deterioro del 11% promedio que tuvo durante el mes el riesgo emergente en general.

Al “mayo negro” hay que agregarle el contagio de desconfian­za que derramó sobre el sistema bancario y quedó a la vista por una sostenida salida de depósitos privados en dólares, que alcanzó los US$725 millones (-2,7%) en el mes, replicando la caída que habían mostrado once meses atrás, en medio de la incertidum­bre que creaba entre inversores el proceso electoral por las parlamenta­rias.

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