LA NACION

–¿Hay alguien que pueda ganarle?

-

–¿A cinco sets? Es muy difícil. A tres, todavía, hay que tener un gran día con el saque. Perdió contra Soderling, cuando nunca vi jugar a alguien como él, y después, contra Djokovic, que en esa época no perdía contra nadie. Tiene que ser un día histórico.

Pella hizo lo que pudo con las pelotas pesadas, con las pelotas punzantes, con ese revés paralelo que es parte de la antología. Rafa no es un adversario: es el rey. “Intenté por todos los medios, pero no me dio ni una chance. Durante el segundo set no daba más, porque le tiraba de todos lados y devolvía todas. Miraba al banco y no había forma. Por más que el resultado fue una paliza, podría haber ganado muchos games. Es difícil”, asume, conmovido.

Y Pella corría, corría todo lo que podía y, por momentos, se estabilizó con un digno servicio y pelotas bajas y con efecto que a Rafa, verdaderam­ente, le hacían cosquillas. Tiró un globo delicioso, pero no hubo caso. El encuentro duró dos horas y tres minutos y terminó 6-2, 6-1 y 6-1. Pella se despidió entre aplausos del público y, sobre todo, de Nadal. Que frenó todo lo que estaba haciendo –cambiarse la remera, guardar las raquetas, tomar un poco de líquido– para aplaudirlo de pie. Esa es la mejor recompensa, por más que Pella, ahora mismo, sienta que nada tiene sentido. Se fue con los ojos clavados en la arena, transpirad­o, herido. El tenis, a veces, puede ser un martirio.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina