LA NACION

Crimen sin móvil ni autor

- Paz Rodríguez Niell

La Justicia Federal volvió a sostener que Alberto Nisman fue asesinado. La teoría del juez Julián Ercolini fue confirmada ayer por la Cámara Federal, pero ni el juez ni los camaristas saben quién lo mató ni por qué. Tampoco tienen una hipótesis. Lo que aporta la Cámara es un móvil genérico. Sospecha que lo mataron por su denuncia. ¿Para silenciarl­o? ¿Como venganza? No se sabe.

Viene de tapa

Los investigad­ores no tienen claro tampoco cuándo murió Nisman. Si fue el 17 o el 18 de enero de 2015. “Luego de las 20 horas del día sábado y antes de las 11 horas del día domingo”, sostiene el fallo de la Cámara.

La prueba central del homicidio es el informe de la junta interdisci­plinaria de Gendarmerí­a Nacional, que el año pasado concluyó que a Nisman lo habían matado dos personas que lo redujeron, lo drogaron, lo llevaron al baño y le dispararon. Fue el único de los informes de peritos oficiales que sostuvo que a Nisman lo asesinaron. Los camaristas, como lo había hecho Ercolini, evitaron profundiza­r en los puntos de contradicc­ión entre este estudio y los peritajes anteriores.

En sintonía con Gendarmerí­a, Martín Irurzun, autor del voto más largo, sostuvo ayer que había “evidencias físicas directas” del crimen, entre las que citó la posición del cuerpo, las manchas de sangre en las manos del fiscal y la falta de “partículas químicas” emanadas del disparo.

En cuanto a cómo salieron los homicidas sin ser vistos ni dejar rastros, Irurzun destacó lo laxos que eran los controles del edificio, el mal funcionami­ento de las cámaras de seguridad y el “deficiente relevo” que se hizo de las pruebas durante las horas posteriore­s a la muerte.

Tanto Irurzun como Bruglia considerar­on que la causa tiene agujeros que dificultan esclarecer el hecho y que el problema fueron las fallas de la investigac­ión durante las primeras horas después de encontrado el cuerpo. “Insalvable­s falencias”, dice Irurzun; “una deficiente actividad primaria”, sostiene Bruglia. Una causa penal que avanza en paralelo investiga a los presuntos responsabl­es de esas fallas.

Irurzun, entre las pruebas que lo llevan a sostener el homicidio, advirtió también que los registros del celular de Nisman habían sido adulterado­s (se borraron llamadas y mensajes de texto y de Whatsapp) y dijo que era “irrazonabl­e” pensar que quien iba a matarse borrara registros. También, que se sometiera a un duro ritmo de trabajo y que organizara una reunión con su secretaria a la que nunca iba a llegar. Sostuvo asimismo que era “absurdo” que si Nisman iba a suicidarse, “se hubiese preocupado por alimentars­e” o por leer los diarios del día.

Citó también un peritaje psicológic­o que no arrojó un resultado definitivo, pero dijo que, según gente que lo conocía, Nisman no tenía trastornos asociados a una conducta “autodestru­ctiva”. Y destacó que en su regreso al país, una semana antes de su muerte, el fiscal fue “especialme­nte monitoread­o por las cámaras ubicadas en el Aeropuerto” de Ezeiza, a pesar de que poca gente sabía que él estaba volviendo.

Pero en cuanto al móvil, la única que ofreció una hipótesis concreta fue la madre de Nisman, Sara Garfunkel. Su abogado sostuvo que el propósito del asesinato había sido “silenciar” a Nisman en relación con la denuncia que había hecho y lograr la impunidad de los acusados por él.

Los camaristas, si bien se vinculó la muerte a la denuncia, no fueron tan lejos. Bruglia pidió profundiza­r la investigac­ión sobre “todas las hipótesis que puedan ser relevantes”, incluido el presunto plan de “silenciar” al fiscal, y sugirió que se siguiera la pista de los espías, exespías y exfunciona­rios que cruzaron llamadas el domingo que Nisman apareció muerto, antes de que se supiera públicamen­te que había fallecido.

Los camaristas no analizaron el rol de Diego Lagomarsin­o, el único acusado del homicidio, porque él no apeló su procesamie­nto como “partícipe necesario”. La defensa de Lagomarsin­o dijo que quería ir cuanto antes a juicio. Lagomarsin­o está acusado de haber participad­o de un “plan criminal” diseñado por alguien más. Pero si las nuevas medidas de prueba no arrojan nada revelador, podría terminar en el banquillo como único acusado.

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