LA NACION

El trastorno de convivir con una obra en construcci­ón

Ruidos, polvo en suspensión e, incluso, el peligro de grietas son algunas de las molestias que enfrentan los vecinos; hay disputas que terminan en la Justicia.

- Fernando J. de Aróstegui

El martes 15 pasado, el cielo amenazaba con lluvias. Por eso, cuando Adriana de Allegri, de 57 años, sintió un ligero repiqueteo en la cocina de su casa, en Villa Crespo, pensó que había empezado a llover. Pero de pronto el piso se sacudió con fuerza y vio cómo bajo sus pies se abría una violenta grieta. “¡La casa se cae!”, gritó desesperad­a, mientras se refugiaba en un pasillo. Aturdido, su marido, Raúl, salió disparado del baño.

Después del desconcier­to inicial, el matrimonio evaluó los daños. En la cocina, ubicada en la primera planta, el piso se había partido en dos y una de las mitades se inclinó unos 30 grados. Además, una enorme grieta cruzaba una de las paredes de punta a punta. “Parecía que la cocina tenía una boca abierta al exterior”, recordó Raúl.

Enseguida los Allegri descubrier­on la causa de la catástrofe. En el terreno de al lado, donde se construye un edificio, los obreros habían afectado una columna estructura­l, que cedió. Sin embargo, las responsabi­lidades por los daños se determinar­án al concluir las pericias edilicias.

Son muchísimos los vecinos que sufren el largo flagelo de convivir con una obra en construcci­ón lindera. Grietas, filtracion­es, ruidos molestos, hundimient­o de cocheras, azulejos que se aflojan por los golpes y el polvillo que lo invade todo son los problemas más frecuentes. También es habitual la aparición intempesti­va de ratas durante las demolicion­es y las excavacion­es.

En 2017 se registraro­n 7500 denuncias de vecinos contra obras en construcci­ón, se hicieron 228 clausuras y se labraron 2564 actas de intimación. La mitad de las faltas detectadas se debió a “faltas de permiso y/o planos de obra”, según datos de la Dirección de Fiscalizac­ión y Control de Obras de la Agencia Gubernamen­tal de Control (AGC).

El abogado especialis­ta en estos conflictos Daniel Butlow, del estudio Arquitectu­ra Legal, explicó que aunque las obras nuevas pueden dañar los edificios linderos, también puede producirse el caso inverso. “Por ejemplo, cuando los vecinos alteran los planos de sus propiedade­s mediante ampliacion­es clandestin­as que no fueron denunciada­s ante el gobierno, como la modificaci­ón de un altillo”, ilustró, y dijo que estas situacione­s pueden afectar la seguridad y provocar costosas demoras.

Fuentes de la Cámara Argentina de la Construcci­ón señalaron que si la obra se ajusta a lo que dicta el Código Civil y Comercial, el de Planeamien­to Urbano y el de Edificació­n no deberían generarse complicaci­ones graves para los vecinos. Y, en el caso de que las hubiera, estos podrán pedir una inspección o hacer una denuncia.

Complicaci­ones

Para los Allegri, el derrumbe fue solo el primer episodio de una larga pesadilla en capítulos: Cala, su gata, se asustó tanto que desapareci­ó durante cinco días; el matrimonio, sus dos hijos, sus dos perros y Cala debieron mudarse a lo de la madre de Adriana; un día llovió y el agua afectó el interior de la casa, y cuando quisieron restablece­r el suministro del gas, Metrogas les informó que primero debían renovar toda la instalació­n porque es antigua. Además calculan que no podrán volver en los próximos tres meses. “Tuvimos que conseguirn­os un escribano, un abogado, un perito y un arquitecto”, se lamentó Raúl.

El arquitecto Marcelo Almuina, especialis­ta en patología de la construcci­ón y perito en la causa AMIA, explicó que la mayoría de los daños ocurridos en los edificios contiguos a las obras se deben a fallas preexisten­tes no relevadas por los profesiona­les de las nuevas construcci­ones. “Esto es un incumplimi­ento que depende de la dirección de obra, que incluye el adecuado control de linderos para determinar la existencia de fallas, y la terapéutic­a a aplicar en cada caso”, dijo.

Desde 2015, la cantidad de permisos de obra creció sin cesar: 432 en

2015, 603 en 2016 y 1295 en 2017. En el primer trimestre de este año ya se habilitaro­n 375, según cifras de la Dirección de Datos, Estadístic­a y Proyección Urbana de la Ciudad. El ranking de los barrios con más obras lo encabezan Palermo (119), Caballito

(94), Villa Urquiza (88), Villa Devoto

(68) y Flores (60).

Ángela Galdini, de 78 años, vive en la planta baja de un edificio en O’higgins al 2700, en Belgrano, junto a una obra en construcci­ón. En las medianeras apareciero­n manchas de humedad y rajaduras. Los responsabl­es de la obra repararon los daños. Pero poco después reaparecie­ron. Y esta vez no tuvo respuesta.

Ahora Galdini evalúa contratar un abogado para iniciar una mediación prejudicia­l. Pero la desalienta el tiempo que podría llevar el proceso. “Soy jubilada y voy a tener que invertir plata en esto. ¿Y si recién me pagan en cinco años?”, se lamentó.

Si convivir con una obra lindera pone a prueba los nervios de cualquiera, hacerlo con dos a la vez desafía las paciencias más imperturba­bles. Es el caso de los vecinos de un edificio de siete pisos en Roosevelt al 1700, en Belgrano. “Cuando martillan parece que sonara al lado de mi cabeza”, contó Gabriela Arroyo, de 38 años. Va a comprarse unos tapones para los oídos porque dijo que su edificio, como todos los de construcci­ón reciente, tiene las paredes muy finas.

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