El trastorno de convivir con una obra en construcción
Ruidos, polvo en suspensión e, incluso, el peligro de grietas son algunas de las molestias que enfrentan los vecinos; hay disputas que terminan en la Justicia.
El martes 15 pasado, el cielo amenazaba con lluvias. Por eso, cuando Adriana de Allegri, de 57 años, sintió un ligero repiqueteo en la cocina de su casa, en Villa Crespo, pensó que había empezado a llover. Pero de pronto el piso se sacudió con fuerza y vio cómo bajo sus pies se abría una violenta grieta. “¡La casa se cae!”, gritó desesperada, mientras se refugiaba en un pasillo. Aturdido, su marido, Raúl, salió disparado del baño.
Después del desconcierto inicial, el matrimonio evaluó los daños. En la cocina, ubicada en la primera planta, el piso se había partido en dos y una de las mitades se inclinó unos 30 grados. Además, una enorme grieta cruzaba una de las paredes de punta a punta. “Parecía que la cocina tenía una boca abierta al exterior”, recordó Raúl.
Enseguida los Allegri descubrieron la causa de la catástrofe. En el terreno de al lado, donde se construye un edificio, los obreros habían afectado una columna estructural, que cedió. Sin embargo, las responsabilidades por los daños se determinarán al concluir las pericias edilicias.
Son muchísimos los vecinos que sufren el largo flagelo de convivir con una obra en construcción lindera. Grietas, filtraciones, ruidos molestos, hundimiento de cocheras, azulejos que se aflojan por los golpes y el polvillo que lo invade todo son los problemas más frecuentes. También es habitual la aparición intempestiva de ratas durante las demoliciones y las excavaciones.
En 2017 se registraron 7500 denuncias de vecinos contra obras en construcción, se hicieron 228 clausuras y se labraron 2564 actas de intimación. La mitad de las faltas detectadas se debió a “faltas de permiso y/o planos de obra”, según datos de la Dirección de Fiscalización y Control de Obras de la Agencia Gubernamental de Control (AGC).
El abogado especialista en estos conflictos Daniel Butlow, del estudio Arquitectura Legal, explicó que aunque las obras nuevas pueden dañar los edificios linderos, también puede producirse el caso inverso. “Por ejemplo, cuando los vecinos alteran los planos de sus propiedades mediante ampliaciones clandestinas que no fueron denunciadas ante el gobierno, como la modificación de un altillo”, ilustró, y dijo que estas situaciones pueden afectar la seguridad y provocar costosas demoras.
Fuentes de la Cámara Argentina de la Construcción señalaron que si la obra se ajusta a lo que dicta el Código Civil y Comercial, el de Planeamiento Urbano y el de Edificación no deberían generarse complicaciones graves para los vecinos. Y, en el caso de que las hubiera, estos podrán pedir una inspección o hacer una denuncia.
Complicaciones
Para los Allegri, el derrumbe fue solo el primer episodio de una larga pesadilla en capítulos: Cala, su gata, se asustó tanto que desapareció durante cinco días; el matrimonio, sus dos hijos, sus dos perros y Cala debieron mudarse a lo de la madre de Adriana; un día llovió y el agua afectó el interior de la casa, y cuando quisieron restablecer el suministro del gas, Metrogas les informó que primero debían renovar toda la instalación porque es antigua. Además calculan que no podrán volver en los próximos tres meses. “Tuvimos que conseguirnos un escribano, un abogado, un perito y un arquitecto”, se lamentó Raúl.
El arquitecto Marcelo Almuina, especialista en patología de la construcción y perito en la causa AMIA, explicó que la mayoría de los daños ocurridos en los edificios contiguos a las obras se deben a fallas preexistentes no relevadas por los profesionales de las nuevas construcciones. “Esto es un incumplimiento que depende de la dirección de obra, que incluye el adecuado control de linderos para determinar la existencia de fallas, y la terapéutica a aplicar en cada caso”, dijo.
Desde 2015, la cantidad de permisos de obra creció sin cesar: 432 en
2015, 603 en 2016 y 1295 en 2017. En el primer trimestre de este año ya se habilitaron 375, según cifras de la Dirección de Datos, Estadística y Proyección Urbana de la Ciudad. El ranking de los barrios con más obras lo encabezan Palermo (119), Caballito
(94), Villa Urquiza (88), Villa Devoto
(68) y Flores (60).
Ángela Galdini, de 78 años, vive en la planta baja de un edificio en O’higgins al 2700, en Belgrano, junto a una obra en construcción. En las medianeras aparecieron manchas de humedad y rajaduras. Los responsables de la obra repararon los daños. Pero poco después reaparecieron. Y esta vez no tuvo respuesta.
Ahora Galdini evalúa contratar un abogado para iniciar una mediación prejudicial. Pero la desalienta el tiempo que podría llevar el proceso. “Soy jubilada y voy a tener que invertir plata en esto. ¿Y si recién me pagan en cinco años?”, se lamentó.
Si convivir con una obra lindera pone a prueba los nervios de cualquiera, hacerlo con dos a la vez desafía las paciencias más imperturbables. Es el caso de los vecinos de un edificio de siete pisos en Roosevelt al 1700, en Belgrano. “Cuando martillan parece que sonara al lado de mi cabeza”, contó Gabriela Arroyo, de 38 años. Va a comprarse unos tapones para los oídos porque dijo que su edificio, como todos los de construcción reciente, tiene las paredes muy finas.