LA NACION

Un líder que pasó del ostracismo a coronar una audaz resurrecci­ón política

- Joseph Wilson

Hace menos de dos años, el hombre a punto de asumir la presidenci­a del gobierno español enfrentaba el fin temprano de una carrera política mediocre. Los pesos pesados del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) lo habían obligado a renunciar. Una serie de derrotas del partido habían agotado su capital político y una rebelión en la base lo había condenado al ostracismo.

Salto hacia adelante: Pedro Sánchez se convirtió ayer en el nuevo mandatario de la cuarta economía de la eurozona luego de una jugada audaz para sacar del poder al presidente Mariano Rajoy mediante una moción de censura.

Sánchez coronó su dramática resurrecci­ón política al aprovechar la oportunida­d creada por el veredicto judicial en un caso enorme de corrupción en el que estuvo implicado el Partido Popular (PP) de Rajoy. Su reclamo de un gobierno libre de escándalos, sumado a la promesa de llamar a elecciones en poco tiempo, le granjearon votos suficiente­s para poner fin a los seis años y medio de Rajoy en el poder.

Sánchez parecía acabado en octubre de 2016. Había perdido en el intento de formar gobierno y los caciques regionales del partido lo expulsaron. Renunció a su banca en el Parlamento cuando la conducción interina de los socialista­s optó por respaldar la permanenci­a de Rajoy en el poder, temerosos de que una nueva elección significar­ía otra derrota.

El dirigente socialista se negó a retirarse de manera discreta, aunque su promesa de “tomar un auto y visitar cada rincón de España para recuperar” el partido parecía quijotesca, por la falta de apoyo en la jerarquía partidista. Contaba, en cambio, con la furia de la base del partido, que considerab­a que la elite había sido injusta con él.

Obtuvo una victoria notable en mayo de 2017, cuando en una elección interna venció a Susana Díaz, la candidata ungida por los poderosos del partido como los expresiden­tes Felipe gonzález y José Luis Rodríguez Zapatero.

Con todo, Sánchez, de 46 años, jugador de básquetbol en su juventud, nunca había demostrado la astucia política ne- cesaria para desafiar a Rajoy.

Sobrevivie­nte político y parlamenta­rio hábil, Rajoy aparenteme­nte superó el obstáculo principal que enfrentaba su gobierno minoritari­o al obtener la aprobación de su ley de presupuest­o y confiaba en poder cumplir los dos años restantes de su período.

Sin embargo, la Audiencia Nacional impuso la semana pasada fuertes condenas de prisión a 29 empresario­s y exdirigent­es del PP –incluidos algunos funcionari­os electos– por fraude, lavado de dinero, evasión impositiva y otros delitos.

Sánchez, al que se solía criticar por su falta de astucia para aprovechar oportunida­des, dio el zarpazo y planteó ante el legislativ­o la opción de mantener en el poder a un partido manchado por la corrupción o dar vuelta la hoja.

Erosión

Tanto el PP como el centrodere­chista Ciudadanos aventajan a los socialista­s en las encuestas, pero al entrar al Palacio de La Moncloa, la sede del gobierno en Madrid, Sánchez regresará al centro de la escena política. Tratará de recuperar el apoyo del que gozaban los socialista­s, erosionado por el ascenso de Ciudadanos y el izquierdis­ta Podemos, mientras elige el momento oportuno para cumplir su promesa de llamar a elecciones.

Mientras tanto estará al frente de un gobierno en minoría que tendrá graves dificultad­es para obtener apoyo a sus medidas. Rajoy advirtió que un gobierno encabezado por Sánchez sufrirá de inestabili­dad política.

El costo de la caída de Rajoy puede ser elevado para España. Para conseguir los votos de los separatist­as catalanes, Sánchez prometió iniciar conversaci­ones sobre el futuro de la región.

El dirigente socialista respaldó lealmente a Rajoy cuando este asumió los poderes de Cataluña luego del intento de secesión del año pasado. Ahora corre el riesgo de que el PP y Ciudadanos lo tachen de traidor.

Economista de profesión, Sánchez fue jefe de gabinete del enviado de las Naciones Unidas a Bosnia, Carlos Westendorp, a fines de la década del 90. En 2003 fue elegido concejal en Madrid y a partir de ese puesto empezó a escalar posiciones en el Partido Socialista. Fue elegido legislador y luego líder del partido en 2014.

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Francisco seco/ap Sánchez, aplaudido por diputados socialista­s

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