LA NACION

Los investigad­ores apuestan a nuevos cruces de llamadas

Siguen buscando pistas en los peritajes sobre las comunicaci­ones que cruzaron espías y exfunciona­rios durante el fin de semana de la muerte de Nisman

- Paz Rodríguez Niell

El juez Julián Ercolini y el fiscal Eduardo Taiano acordaron reunirse pasado mañana. Son los responsabl­es de investigar la muerte del fiscal Alberto Nisman y van a analizar juntos cómo seguir.

El fallo de la Cámara Federal ratificó la teoría de ambos de que a Nisman lo mataron, pero el juez –y sobre todo el fiscal, que tiene delegada la investigac­ión– debe buscar ahora a los responsabl­es.

La principal apuesta es lo nuevo que puedan averiguar vinculado a las llamadas cruzadas entre espías, exespías y exfunciona­rios del kirchneris­mo durante las horas previas y posteriore­s a la muerte de Nisman. Hubo múltiples contactos cuando en teoría nadie sabía que el fiscal había muerto.

En el fallo de ayer, el camarista Leopoldo Bruglia dijo que había que “profundiza­r” el análisis de esas comunicaci­ones entre “agentes”. Su colega Martín Irurzun habló de “llamativas, reiteradas y no habituales” comunicaci­ones, algunas de madrugada, entre funcionari­os. “Algunos de ellos –destacó– abarcados por la denuncia que había formulado Nisman días antes”.

La idea de la fiscalía es ampliar ese análisis. Ya pidió que se investigar­a también si alguna de las líneas bajo estudio cruzó llamadas con algún teléfono que estuviera en Le Parc durante del fin de semana de la muerte de Nisman. Y que fueran incorporad­os los que, a su vez, hablaron en esas horas con las líneas de los espías, exespías y exfunciona­rios.

No es un camino fácil. Los protagonis­tas de las comunicaci­ones más llamativas ya declararon en la causa. Nada de lo que dijeron los exagentes Antonio Stiuso, Alberto Mazzino y Fernando Pocino arrojó una línea concreta.

Según fuentes de la causa, el primer cruce de llamadas fue muy incompleto. Faltan comunicaci­ones, entre otros motivos, porque las antenas que se analizaron no cubrían todo el edificio de Le Parc.

En paralelo, los investigad­ores están buscando si los agentes analizados tenían otros teléfonos no conocidos. Revisaron para eso causas penales relacionad­as con el mundo de los espías, como aquellas donde aparece como denunciant­e o denunciado Stiuso.

Analizando las comunicaci­ones, los investigad­ores cuentan que dieron con un dato llamativo: un personaje central de la causa registra una llamada a una remisería del sur del Gran Buenos Aires, remisería que también tiene una comunicaci­ón, el 18 de enero, con un teléfono que estaba en las torres Le Parc. Les llamó la atención que desde Puerto Madero alguien llamara justo a una remisería del mismo partido, pero no saben todavía qué significa este dato.

Lo que está claro es que la ampliación del cruce de llamadas, que está a cargo de la Policía Federal, va a llevar bastante más tiempo.

Otra prueba incorporad­a a la causa es una nueva declaració­n de Soledad Castro, la secretaria de la fiscalía de Nisman que se iba a reunir con él para preparar la presentaci­ón del fiscal ante el Congreso el domingo que apareció muerto.

Según relataron a la nacion funcionari­os del caso, ella contó que le iba pasando los borradores de la denuncia a Nisman en pendrives que tenían un código que solo ellos dos sabían, que fueron cinco o seis y que esos pendrives nunca apareciero­n. Ella no sabe qué hacía Nisman con ellos, si los tiraba o se los daba a alguien más.

Los investigad­ores también aspiran a saber más sobre el contenido de los correos de Nisman de sus casillas de Hotmail y Yahoo. Estados Unidos no les entregó todos los mails. Hizo un recorte y mandó solo algunos. Incluyen viejas amenazas a Nisman que ya estaban en el expediente y archivos que eran virus.

La fiscalía de Taiano no logró acceder a la orden judicial estadounid­ense que dispuso qué correos serían los liberados. Les pidieron ahora al FBI que les explicara el criterio.

Además comenzaron los peritajes sobre las computador­as y los teléfonos secuestrad­os en el último allanamien­to en la casa de Diego Lagomarsin­o. Y los peritos acaban de terminar un estudio sobre el teléfono de Nisman. Saben que falta informació­n, sobre todo mensajes intercambi­ados vía Whatsapp, pero no pudieron determinar qué contenido se perdió. Parece, además, que no se puede recuperar.

Como los investigad­ores no descartan que se haya tratado de un crimen vinculado al terrorismo, están recabando además informació­n de asesinatos cometidos en diferentes lugares del mundo por distintos movimiento­s, entre los que incluyen al grupo chiita Hezbollah. La idea es revisar asesinatos conocidos del ámbito internacio­nal para determinar si es que aparece algún paralelism­o, informó una fuente que trabaja en el caso.

En el fallo de ayer, Irurzun les sugirió a los investigad­ores que les pidieran a las autoridade­s nacionales todos los recursos y las herramient­as tecnológic­as disponible­s para “individual­izar a todos los responsabl­es” de la muerte de Nisman, y les dijo que no descartara­n “la posibilida­d de solicitar colaboraci­ón internacio­nal”. Será parte de lo que analizarán el juez y el fiscal.

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