LA NACION

Daniel Orsanic de ser verdad, me inclino a pensar que lo de kicker fue por desesperac­ión

El capitán del equipo argentino de Copa Davis habla de los arreglos de partidos y la difícil situación de algunos jugadores; también, de su futuro y de la serie ante Colombia

- Texto Ariel Ruya enviado especial | Foto Archivo

PARÍS.– Una mesa, dos sillas y la charla distendida, mezclada en el bullicio general de tenistas que vienen y van por Roland Garros. Daniel Orsanic, a los 49 años, conoce París como la palma de su mano. “El otro día, justamente, hablaba con el kinesiólog­o de la Davis, Mariano Seara, acerca de las veces que vine acá. Perdí la cuenta. Sí recuerdo que la primera final que vi fue la de Wilander con Leconte (1988). Desde el 93 he venido casi todos los años, como jugador y como entrenador. En los primeros años fue cuando más recorrí esta ciudad. Anduve por los museos, la Torre Eiffel y demás monumentos, pero sobre todo, prefiero apreciar la belleza que tiene París en cada uno de los rincones. No importa en qué zona te quedes, siempre hay un barcito agradable para tomar algo, charlar o pensar un poco. Siempre que vengo a este tipo de ciudades me remonto a la antigüedad. Cómo era esa época, cómo se vivía, es sorprenden­te lo bien que la planificar­on”, dice el capitán argentino de Copa Davis, que anda dando vueltas por los courts, de recorrida, detrás de las participac­iones de los jugadores argentinos.

Durante una hora, toca muchos temas de actualidad. Y entre dolores, se sumerge en el laberinto del caso Nicolás Kicker, que fue declarado culpable de arreglo de partidos en una investigac­ión por apuestas. “A Nicolás, entre el año pasado y éste, lo conocí un poco más. Este año lo convocamos para jugar contra Chile…, me generó una tristeza muy grande. Se lo acusa de algo que es grave y según nos informaron, hay pruebas que son contundent­es. No lo justifico, ni mucho menos. Le ofrecí juntarnos para charlar, cuando él quisiera. Está en la Argentina…

“Yo, en su momento, hablé con su anterior entrenador porque había escuchado rumores, pero me contestaro­n que era un problema de actitud, que en algunos partidos le pasaba eso, que se paralizaba. Era 2015. Nos ha pasado a todos los entrenador­es cuando el jugador está sin luchar, desanimado, frustrado. Eso es propio del tenis. Pero había otra cosa…”, cuenta lo que sabe, desde adentro.

–Hablaste con Kicker. ¿Cómo lo notaste?

–Chateé, nada más. Le dije que lo sentía mucho y que supiera que tenía en mí a alguien en quien confiar.

–Es evidente que hay necesidade­s y tentacione­s, más allá de que todos sabemos qué es lo correcto. ¿Cómo se hace para evitar esta situación?

–Hay distintos casos. Lo que yo hablé con la gente del TIU (Unidad de Integridad del Tenis) es que se sabe de mucha gente que lo hizo y que se sabe de mucha gente que lo hace. Pero es difícil probarlo. Entre la gente que lo ha hecho hay que diferencia­r: los que lo hacen por una estricta necesidad o desesperac­ión y quienes lo hacen como un medio de vida. Ninguna de las dos es justificab­le. Ninguna. Pero hay una diferencia: la esencia de la persona. Si uno comete un error por estar desesperad­o, es una cosa. Si uno comete un delito frecuentem­ente y de eso saca ventaja en forma permanente, pasa por una forma de vida. Tienen que ser penados, en cualquier caso. Si hablamos de Kicker, de ser verdad me inclino por pensar que fue un acto de desesperac­ión.

–¿Cómo hacer para contenerlo, para que no caiga en una depresión?

–Es otro tema. Le puedo dar contención, darle un oído, pero no mucho más. La Asociación Argentina de Tenis tampoco puede actuar. Son casos personales. Hay investigac­ión, pruebas, es muy serio de lo que lo acusan.

–Se dice que habría otros casos de argentinos…

–Escuché que hay otros casos de varios países. Una de las maneras para minimizar esto es hablar mucho con los chicos y con los entrenador­es. Yo siempre les dije a los juniors que hacer eso, entrar en eso, es firmar un contrato de mediocrida­d, es firmar que uno no va a ser bueno.

–¿De esos temas se habla con los jóvenes?

–En Desarrollo lo venimos haciendo. Hay que hablar con los entrenador­es también, porque algunos están metidos en esto: les lavan la cabeza a los jugadores, es muy grave. Me da mucha impotencia. Yo he aportado nombres de entrenador­es y jugadores que hacen esto y en la TIU ya lo sabían, pero no tienen las pruebas suficiente­s como para inculparlo­s.

–Sin pruebas, no hay nada.

–Yo ‘escuché’, ni más ni menos. Me pasó en un torneo escuchar que un entrenador argentino le ofreció dinero a otro jugador argentino para que pierda un partido media hora antes de que empiece a jugar. Eso queda en el aire. Sé quién es quién, lo informé a la TIU y no lo pueden probar. Si podemos quitar este problema del tenis, el tenis es el deporte más noble que hay. En la franja inicial, suceden estas cosas. Y sabemos de jugadores que están en el circuito mayor

que también lo han hecho o lo hacen, pero son excepcione­s. Sucede.

–Pasemos a la Davis. Dirigís la serie con Colombia, ¿y después? Los jugadores te respaldan.

–Los jugadores me lo han manifestad­o ya el año anterior, después de que nos tocó descender al Grupo Americano: me apoyan y están cómodos con nuestra forma de trabajar. Charlé con Mariano Hood –el subcapitán– y tomé la decisión de seguir. Lo hemos hecho en cada uno de los años, más allá de los resultados. Hubo elecciones, hay nuevos dirigentes (NDR: Agustín Calleri es el flamante presidente), los cuales tienen una política deportiva distinta a la gestión anterior. Yo, hasta ahora, era Director de Desarrollo, trabajaba con los juniors y también era el capitán de Copa Davis. Ellos han decidido ofrecerme seguir en la Copa Davis y que sea Franco Squillari el nuevo director. Es una política deportiva que hay que aceptar, es una decisión de ellos.

–Si la Argentina vuelve a la elite, ¿existe alguna posibilida­d de que sigas en la Davis, exclusivam­ente?

–Hemos hablado con los dirigentes para seguir a cargo del equipo este año y haremos lo mismo que hemos hecho hasta ahora: después de la serie, voy a hablar con los dirigentes y con Mariano Hood a ver qué queremos nosotros y qué quieren ellos.

–¿Empezó a jugarse en tu cabeza la serie con Colombia? La Argentina es favorita, pero siempre hay una suerte de triunfalis­mo antes de jugar.

–Yo no generalizo. En la Argentina pensamos esto, lo otro. Todos somos diferentes, el país es muy grande. No encaro una serie pensando que somos los mejores. No somos favoritos.

–Se logró la Davis y, al poco tiempo, se descendió. ¿Cómo se hace para convivir entre los dos extremos?

–Si abrimos un poco la cabeza y miramos al costado, nos vamos a dar cuenta de que a muchos países les ha pasado eso. Les pasó a países desarrolla­dos, a países mucho más estables que nosotros. Esto es una cuestión meramente deportiva, porque el trabajo fue el mismo. De 2015 hasta ahora, se trabajó de la misma manera, con diferentes resultados. Entonces, no pasa por ser los mejores o los peores. Le quitamos dramatismo a eso. Y hay muchos argentinos que viven en ese estado de equilibrio. No es que el argentino es exitista, el argentino es apasionado. Hay de todo. Es un deporte. A veces se gana, a veces, se pierde.

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Orsanic: “Después de la serie con Colombia veremos qué quieren los
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