Entrenarnos para ser más felices
La ciencia viene estudiando desde hace un largo tiempo el fenómeno de la emoción, cómo es que estas vivencias van tomando forma silenciosamente en nuestro interior y luego se expresan en nuestro cuerpo y nuestra mente dando respuesta a algún estímulo concreto (ambiental o interno). Esto es lo que ya sabemos entonces: las emociones cumplen una función, la cual es orientarnos con respecto a satisfacer determinada necesidad a través de nuestras conductas. nos despiertan, nos empujan, nos animan a tomar decisiones.
Durante muchos años se especuló con la existencia de emociones universales (Darwin lo propuso) y que su expresión, especialmente en el rostro humano, podía ser descripto y registrado objetivamente. Así se habló de conducta emocional no verbal.
En la actualidad, la neurociencia está comenzando a comprender que las emociones registran variaciones intersubjetivas inmensas, más aún entre culturas y etnias distintas, por lo cual cada ser humano tiene un set singularísimo de vivencias emocionales donde se combinan sensaciones corporales, experiencias contextuales y construcciones conceptuales personales y culturales basados en el lenguaje. Por lo tanto, la variación es la norma. Asimismo, la antigua teoría de que cada emoción está asociada a un área cerebral determinada parece debilitarse: por el contrario, si bien existen conexiones observables, en muchos casos (como en una lesión) otras áreas pueden reemplazar la función de la zona afectada.
En el trabajo que realizamos con las emociones en los entrenamientos en mindfulness reconocemos dos universos distintos aunque muy relacionados: uno es el de las emociones aflictivas. Estas son producto de la lucha que establece la mente con algo que no acepta, que no puede elaborar o le produce sufrimiento. Existen tres familias más identificables: el enojo, el miedo y la tristeza. Si no logramos detectarlas, modularlas y expresarlas adecuadamente, sucumbiremos a su cruda expresión, las reprimiremos o evitaremos. A la gestión adecuada le llamamos regulación Emocional y es muy conveniente para ser más efectivos (y felices) en nuestras vidas.
El otro set emocional es el de las llamadas “emociones altruistas”. Más que emociones, son rasgos o patrones de la mente humana llevada a su máxima expresión. La conexión, el apoyo recíproco y la bondad amorosa, la generosidad, la solidaridad son algunas de ellas. Hablan del vínculo con otros seres humanos.
La neurociencia nos indica que también pueden ser entrenadas conscientemente y que se producen cambios registrables en nuestro cerebro cuando las “ejercitamos”, especialmente en la red fronto-témporo-subcortical, que integraría el conocimiento social contextual, el conocimiento semántico y las motivaciones emocionales básicas.