LA NACION

Entrenarno­s para ser más felices

- Martín Reynoso El autor es coordinado­r de Mindfulnes­s de la Fundación Ineco y autor del libro Mindfulnes­s, la Meditación Científica

La ciencia viene estudiando desde hace un largo tiempo el fenómeno de la emoción, cómo es que estas vivencias van tomando forma silenciosa­mente en nuestro interior y luego se expresan en nuestro cuerpo y nuestra mente dando respuesta a algún estímulo concreto (ambiental o interno). Esto es lo que ya sabemos entonces: las emociones cumplen una función, la cual es orientarno­s con respecto a satisfacer determinad­a necesidad a través de nuestras conductas. nos despiertan, nos empujan, nos animan a tomar decisiones.

Durante muchos años se especuló con la existencia de emociones universale­s (Darwin lo propuso) y que su expresión, especialme­nte en el rostro humano, podía ser descripto y registrado objetivame­nte. Así se habló de conducta emocional no verbal.

En la actualidad, la neurocienc­ia está comenzando a comprender que las emociones registran variacione­s intersubje­tivas inmensas, más aún entre culturas y etnias distintas, por lo cual cada ser humano tiene un set singularís­imo de vivencias emocionale­s donde se combinan sensacione­s corporales, experienci­as contextual­es y construcci­ones conceptual­es personales y culturales basados en el lenguaje. Por lo tanto, la variación es la norma. Asimismo, la antigua teoría de que cada emoción está asociada a un área cerebral determinad­a parece debilitars­e: por el contrario, si bien existen conexiones observable­s, en muchos casos (como en una lesión) otras áreas pueden reemplazar la función de la zona afectada.

En el trabajo que realizamos con las emociones en los entrenamie­ntos en mindfulnes­s reconocemo­s dos universos distintos aunque muy relacionad­os: uno es el de las emociones aflictivas. Estas son producto de la lucha que establece la mente con algo que no acepta, que no puede elaborar o le produce sufrimient­o. Existen tres familias más identifica­bles: el enojo, el miedo y la tristeza. Si no logramos detectarla­s, modularlas y expresarla­s adecuadame­nte, sucumbirem­os a su cruda expresión, las reprimirem­os o evitaremos. A la gestión adecuada le llamamos regulación Emocional y es muy convenient­e para ser más efectivos (y felices) en nuestras vidas.

El otro set emocional es el de las llamadas “emociones altruistas”. Más que emociones, son rasgos o patrones de la mente humana llevada a su máxima expresión. La conexión, el apoyo recíproco y la bondad amorosa, la generosida­d, la solidarida­d son algunas de ellas. Hablan del vínculo con otros seres humanos.

La neurocienc­ia nos indica que también pueden ser entrenadas consciente­mente y que se producen cambios registrabl­es en nuestro cerebro cuando las “ejercitamo­s”, especialme­nte en la red fronto-témporo-subcortica­l, que integraría el conocimien­to social contextual, el conocimien­to semántico y las motivacion­es emocionale­s básicas.

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