LA NACION

Cuál es el mensaje que se esconde detrás del suéter “azul bebé” que usó Harvey Weinstein en el juicio por abusos

- Noelia Ramírez

El conjunto de ropa y los accesorios cuidadosam­ente elegidos por el productor acusado de violación y de acoso sexual en su primera aparición pública ante la Justicia se suman a los de otros expertos del arte de vestirse para ir a declarar: cuánto influye la apariencia en una decisión judicial

MADRID.– Una de las imágenes más significat­ivas del caso Weinstein, hasta la espera de juicio y sentencia, se dio el pasado 25 de mayo. Siete meses después de que las denuncias de violacione­s, acoso y agresiones sobre el productor abrieran el melón del #Metoo, una mujer era la que llevaba esposado a Harvey Weinstein a los juzgados de Manhattan. Se trataba de la detective Keri Thompson.

Jodi Kantor, periodista de The New York Times que destapó el escándalo junto a Megan Twohey –ambas han ganado el Pulitzer por su investigac­ión–, quiso destacar la connotació­n de esa foto como uno de los “símbolos” del día: esta vez, era una mujer la que ejercía una situación de poder sobre el productor y no a la inversa. La misma que, además, lo pondría delante de un juez.

Más allá de la justicia poética de género que esconde esa imagen, el look escogido por Weinstein quiso desplegar su propia narrativa. El antiguo magnate se entregó en la comisaría de Tribeca sosteniend­o dos libros entre sus manos. Por un lado, la biografía de Elia Kazan, el director acusado de delatar a sus compañeros durante la “caza de brujas” del macartismo –los agoreros del #Metoo han hecho los mismos paralelism­os con aquellas listas negras de cineastas con los acusados ahora de acoso sexual–, y Something Wonderful, un ensayo sobre cómo Richard Rodgers y Oscar Hammerstei­n transforma­ron la industria de entretenim­iento gracias a los musicales. “Tuviese o no mucho tiempo para la lectura esa mañana de viernes, el mensaje que transmitió era que quería volver al trabajo. Que estaba centrado en seguir adelante”, ha reflexiona­do al respecto Eliza Brooke en Racked.

Por otro lado, su suéter color azul bebé tampoco pasó desapercib­ido. La reportera de estilo para The Washington Post, Elizabeth Holmes, lo destacó en sus redes: “Un abogado una vez dijo que siempre pedía a sus clientes que para testificar se pusieran un suéter azul claro porque los hace parecer más dulces y agradables”.

Weinstein, cuyo uniforme antes del escándalo se basaba en un surtido de camisas y vaqueros( o trajes con corbataen las alfombras rojas ), escenificó con esta impostada dulcificac­ión de su perjudicad­a imagen lo que muchos otros han hecho antes: un uniforme de juzgado en beneficio personal.

Otros casos célebres

Están los que se visten de colores agradables como Weinstein o los que optan por lucir deslucidos y algo andrajosos tras acusacione­s de expolio monetario, como en su día hizo Félix Millet con su célebre americana de cuadros de pata de gallo. Se la puso tantas veces durante el proceso judicial que los medios bromeaban con el hecho de que “Félix Millet ha cambiado más de abogado que de americana“. El locutor Toni Clapés la bautizó como “chaqueta de Barragán” y su mujer, después, contaría que el objetivo de esos looks aparenteme­nte descuidado­s era claro: “Mejor que le hicieran la foto ese día que llevaba la ropa agujereada”. Simular que no les quedaba ni para renovar el armario.

O las que se visten de niña buena. El cuello Peter Pan es un clásico en el juzgado para infantiliz­ar y aportar ese toque de inocencia a la imagen femenina. Winona Ryder lo eligió cuando tuvo que declarar por su famoso robo de ropa. Rebekah Brooks, la ex mano derecha de Rupert Murdoch, también tiró de este clásico y le cayeron críticas por todas partes por hacerlo. Joan Didion fue la encargada de comprar el célebre y folclórico vestido de mexicana con el que subió al estrado Linda Kasabian, testigo de

Weinstein escenificó un uniforme de juzgado en beneficio personal

Latifa Daghdagh perdió el juicio porque vestía “a la moda”

los asesinatos de la familia Manson, con indicacion­es rigurosas que tuvo que cumplir al dedillo.

La lógica, a veces, también escapa de las salas de los juzgados. En 2004, un juez de Barcelona absolvió a un hombre denunciado por malos tratos porque el relato de su mujer no concordaba con “el temor y la desconfian­za de la típica mujer maltratada”. Latifa Daghdagh perdió el juicio porque “vestía a la moda” y no encajaba con el perfil de víctima. Mucho debería influir el suéter azul bebé de Weinstein para alejarlo de esa imagen de violador en serie y depredador sexual. Jane Rosenberg, la caricaturi­sta de su vista judicial, por ahora, parece tenerlo claro.

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AP En la corte, el look de Weinstein desplegó su propia narrativa

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