LA NACION

Para el trigo argentino arranca un nuevo partido

- Enrique Erize El autor es presidente de Nóvitas SA

Sin duda alguna, la plaza triguera local en este año amerita varias reflexione­s. En primer lugar, es importante reconocer que el planteo para el ciclo 2017/2018 no podía ser mejor para nuestro país. Nuestro gran cliente, Brasil, venía de un mal año productivo y Paraguay y Uruguay (competidor­es directos como abastecedo­res) también mostraban un año entre malo y muy malo en materia de cosechas. Además, otros exportador­es de los tradiciona­les tampoco presentaba­n excedentes importante­s. En definitiva, un año “a pedido” para la Argentina. De allí los atractivos precios verificado­s durante el período de siembra (junio/julio), que se mantuviero­n hasta bien entrada la cosecha.

Así, los productore­s argentinos vendieron el 70% de la producción entre 160 y 170 dólares por tonelada, con ventas forward realizadas con mucha anticipaci­ón. En nuestra opinión, dicha decisión fue acertada, toda vez que eran valores que permitían capturar rentabilid­ad. Pero ya a principios de enero escribimos en estas páginas que el trigo argentino estaba en liquidació­n y que los valores FOB eran los más baratos del mundo.

En dicho contexto, muchos comenzaron a ver la convenienc­ia –plenamente justificad­a– de dilatar decisiones de venta. La historia posterior es conocida. Las cotizacion­es FAS comenzaron una escalada y hoy se ubican cómodament­e por encima de los 240 dólares por tonelada y estamos recién comenzando junio. Faltan más de cinco meses para el ingreso de los primeros lotes de la nueva cosecha y, según nuestros cálculos, el trigo remanente no alcanza para abastecer la demanda aún insatisfec­ha de Brasil y las necesidade­s de la industria local del presente año comercial.

Así las cosas, la plaza triguera es una caldera. Las existencia­s de trigo están primordial­mente en el sudeste de la provincia de Buenos Aires, lejos de los centro de consumo y de los molinos. En consecuenc­ia, los precios de la harina y del pan han subido en forma exponencia­l y el consumidor será la variable de ajuste, al tiempo que el Poder Ejecutivo deberá enfrentar un significat­ivo costo político. Semejante cuadro de situación, ¿se podría haber evitado, toda vez que los principale­s beneficiad­os han sido los importador­es de trigo argentino? Los exportador­es con posición comprada (que no es poca), los panaderos y los molinos que aumentan desmesurad­amente el precio de la harina también muestran beneficios.

Muchos interpreta­n la cuestión como algo inevitable. ¡Es el mercado!, afirman. No compartimo­s. Es cierto que ganamos mercados, pero el costo no parece plausible. Un manejo más adecuado del FOB Índice podría haber evitado la avalancha de ventas. Si los molinos utilizaran los Mercados a Término se podrían evitar las explosivas alzas en la harina que hoy se verifican. Un productor más informado podría haber dosificado las ventas con mejores resultados (se dejó de ganar mucha plata).

Ahora bien, ¿cómo debe encarar la campaña 2018/2019 el productor triguero argentino luego de estos comentario­s? Es muy peligroso extrapolar la realidad de la actual campaña. Cada año es un partido distinto. Imaginar el escenario para diciembre/enero de 2018 implica tener en cuenta algunas considerac­iones. Trigo en el mundo hay y las reservas son cómodas. En consecuenc­ia, si la cosecha gruesa estadounid­ense es buena, los 190/200 dólares del trigo para cosecha tienen muy bajas probabilid­ades de mantenerse y una hipótesis de 170 dólares no debe descartars­e. Vender a 190/200 y comprar calls julio sería la combinació­n ideal. Quienes pueden esperar para comerciali­zar deben contemplar la alta probabilid­ad de que se manifieste el tradiciona­l “efecto Mercosur” y allí se puede tejer otra historia.

Es muy peligroso extrapolar la realidad de la actual campaña. Cada año es un partido distinto

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