LA ARQUITECTURA DEL VINO
Tendencias. desde bodegas hasta restaurantes y locales: se multiplican las propuestas comerciales que destinan espacios exclusivos para degustar la bebida; los casos.
Con el auge del enoturismo hace tiempo que muchas bodegas comenzaron a abrir sus puertas. la arquitectura de estos espacios es fundamental para potenciar las experiencias de los visitantes. la familia Zuccardi, por ejemplo, con varias generaciones en el rubro, encuentra un equilibrio entre diseños de vanguardia y calidez familiar. Julia Zuccardi, a cargo del área de Turismo de Familia Zuccardi, cuenta que la bodega de Maipú (hoy denominada “Santa Julia”) comenzó a abrirse al turismo en el 2001.
En ese momento, recuerda, el trabajo incluyó un reacondicionamiento de los espacios. Se abrió un centro de visitas, la sala de barricas se convirtió en una sala de arte donde exponen importantes artistas mendocinos, y la casa donde recibían a los clientes se fue ampliando y se convirtió en un restaurante. En el 2014, además, se sumó un nuevo restaurante junto a la planta de aceites de oliva, que refleja la identidad tipo almacén de un patio de olivos. Todo un viaje sensorial. la experiencia en Maipú les dio, según explica Julia, el know how necesario para su más reciente proyecto: la nueva bodega Zuccardi, inaugurada en 2016 en Valle de Uco. Se trata de una verdadera joya de la arquitectura. Desde el punto de vista edilicio, la bodega se integra con el entorno, y fue construida
surge un nuevo concepto en vinotecas basado en ofrecer etiquetas “escasas” y partidas limitadas
con materiales del lugar: piedra de la Finca piedra infinita, agua y arena del río Tunuyán. las paredes, asimétricas, son todas diferentes y tienen una curvatura en su parte superior que contribuye a identificarlas con la cordillera, el marco natural que da identidad a los vinos Zuccardi. la sustentabilidad es clave: gracias a su gran luminosidad, durante las horas del día no es necesario utilizar luz artificial debido a la presencia de ventanales y lucernarias. la construcción está coronada por una cúpula de metal que refleja en su exterior el sol, los diferentes momentos de luz que atraviesa la montaña y el paisaje durante el día. “El uso de vidrio es fundamental para que se pueda apreciar el entorno, porque en la propuesta de enoturismo la arquitectura no compite con el paisaje, sino que lo integra. Se trata de que la gente sienta la experiencia del vino, que la viva”, dice Julia Zuccardi.
El paisajismo respeta las cualidades más importantes del terroir. la piedra, elemento principal de paraje altamira, está presente en todo el jardín. las quebradas, formas topográficas típicas de la zona que aparecen al acercarse a la cordillera de los andes, se simulan en el jardín generando la sensación de contención por la naturaleza. El agua está presente en charcos y saltos provocados por las diferencias de nivel. las plantas del sector frontal de la bodega son autóctonas de paraje altamira y en la parte posterior, el enfoque principal del jardín está en la vista de la cordillera de los andes, acompañado de un sector de 1700 m2 de césped.
los avances técnicos también suman a la arquitectura del vino.
La bodega Domaine Bousquet cuenta con tres fincas en Mendoza que suman un total de 240 hectáreas plantadas y dedicadas a la elaboración de vinos orgánicos. “En el último tiempo hemos invertido tanto en el desarrollo y ampliación de nuestra bodega como en nuestros espacios orientados a los visitantes” cuenta Ignacio Martínez Landa, Gerente de Marketing de Domaine Bousquet y agrega que las obras se han orientado a ampliar la capacidad de producción y de guarda de vinos. Como ejemplo, destaca la construcción de ocho piletas de almacenamiento de vino, la ampliación de la sala de barricas y el posicionamiento en racks de acero en reemplazo de los de madera. Los materiales son un punto crucial, e Ignacio Martínez Landa señala que en las obras estrictamente en bodega, en general se usan los más nobles desde el punto de vista técnico para la producción del vino: acero inoxidable (en el caso de tanques y racks) y hormigón y cemento en el caso de las piletas.
La arquitectura del vino se hace también de historia y tradición. En este sentido, Viña Las Perdices, ubicada a 40 kilómetros de la ciudad de Mendoza, aporta un universo propio de las típicas bodegas mendocinas de principios del siglo XX. Con construcción de ladrillo a la vista y techo a dos aguas, se trata de un edificio cálido y atractivo que tiene el Cordón del Plata como telón de fondo, junto al paisaje cultural de los viñedos que la rodean. Actualmente trabajan en la construcción de nuevas oficinas, laboratorio y una sala de degustación para recibir visitas. Según explica el arquitecto Domingo Martínez, a cargo de este nuevo proyecto junto a las arquitectas Ana María Alosi y Mónica Schilardi, el desafío fue preservar la construcción emblemática e insertar el edificio nuevo por contraposición en las formas y materialidad, manteniendo una relación armónica con lo existente.
Los vinos de la ciudad
Inspirados, tal vez, por las grandes obras de las bodegas del interior, en la ciudad de Buenos Aires, los locales y restaurantes no se quedan atrás en el diseño de espacios dedicados al mundo del vino. En esta línea, el restaurante Crizia, creado por el chef Gabriel Oggero junto a su esposa Geraldine, en Palermo Soho, ofrece una propuesta de cocina de autor que se marida a la perfección con una variada selección de vinos. La ambientación y arquitectura del lugar incluye una cocina y una cava a la vista desde el salón principal . La cava contiene más de 500 etiquetas de todas las regiones del país y de todo el mundo y una estiba de 3500 botellas. En San Isidro, el restaurante Alo’s también se suma a los que dedican un espacio privilegiado al mundo del vino. Según explica Camila Lapido, sommelier de Alo’s, el proyecto de cava apunta a convertirse en un espacio de guarda. Además, la idea es que allí se realicen actividades diversas como catas y clases, o cenas especiales con maridaje. Con una mesa para ocho comensales, el diseño del espacio y sus materiales, en el que la madera es una gran protagonista, aporta una notable calidez al ambiente. La arquitecta Lucía Hofmam, a cargo del proyecto Cava de Alo’s, cuenta que se trabajó en equipo entre los arquitectos y diseñadores industriales, el chef Alejandro Feraud, y la sommelier Camila Lapido. “La cava se pensó a priori como un único sector donde no sólo se guarden vinos, sino que también sirva para albergar a comensales y como un espacio de taller y experimentación. La elección del material fue muy importante ya que el mismo debía resolver diferentes aspectos funcionales en 15 metros cuadrados. Encontramos en la madera un material noble, que no sólo permitió revestir pisos y un sector de pared de la cava, sino que también aprovechamos listones que hacen un juego de luz interesante, generando diferentes atmósferas en el trascurso del día” explica Hofman.
Los locales de venta al público de vino también trabajan su identidad y enoGarage es un claro ejemplo. Se trata de un nuevo concepto en vinotecas basado en ofrecer vinos y etiquetas “escasas”: bodegas boutique, vinos de autor, partidas limitadas o etiquetas de exportación. El proyecto surgió del emprendedor Alfredo Saenz, propietario de la Consultora Umami, especializada en el desarrollo comercial y posicionamiento de bodegas y productos gourmet de alta gama. El primer local de enoGarage abrió sus puertas en Martínez a principios de 2009 y en el 2013 Saenz decidió lanzar un programa de franquicias en las que se conserva el concepto y filosofía de enoGarage. Hoy ya suman 3 locales propios, 2 franquicias activas y 2 más en desarrollo, además de una tienda virtual.
Alfredo Sáenz cuenta que cuando desarrollaron la identidad de enoGarage buscaron diferenciarse de la tipología de vinotecas que hay tanto en Argentina como en el mundo, donde los espacios son más bien sombríos. Los locales de la marca, en cambio, se caracterizan por un gran protagonismo de la iluminación y por ser muy llamativos desde el color. Sáenz señala que eligieron trabajar con un rojo muy vibrante, el “safety red” que es el color de los bomberos de Estados Unidos. Se trata de un color brillante, que se combina con estanterías de color blanco, en contraste. El gris mate termina de armar la paleta de colores.
“Buscamos que el protagonista sea el vino, por lo tanto trabajamos con estanterías tipo industriales y con pisos de epoxy. Son locales donde no existen depósitos, sino que todo está exhibido en el salón, y de esa manera también optimizamos los metros cuadrados. Además, trabajamos con tipologías de local no muy grande para que los costos no sean demasiado altos y de esta manera ser más competitivos. Buscamos que la identidad tenga una visión más industrial y que no tenga un sesgo de que el vino es caro, si no que es accesible a la gente”, concluye el propietario de enoGarage.
Inspirados en las obras de las bodegas del interior, en Buenos aires, los locales y restaurantes diseñan espacios dedicados al vino