LA NACION

LA ARQUITECTU­RA DEL VINO

Tendencias. desde bodegas hasta restaurant­es y locales: se multiplica­n las propuestas comerciale­s que destinan espacios exclusivos para degustar la bebida; los casos.

- Por Gabriela Koolen | para la nacion

Con el auge del enoturismo hace tiempo que muchas bodegas comenzaron a abrir sus puertas. la arquitectu­ra de estos espacios es fundamenta­l para potenciar las experienci­as de los visitantes. la familia Zuccardi, por ejemplo, con varias generacion­es en el rubro, encuentra un equilibrio entre diseños de vanguardia y calidez familiar. Julia Zuccardi, a cargo del área de Turismo de Familia Zuccardi, cuenta que la bodega de Maipú (hoy denominada “Santa Julia”) comenzó a abrirse al turismo en el 2001.

En ese momento, recuerda, el trabajo incluyó un reacondici­onamiento de los espacios. Se abrió un centro de visitas, la sala de barricas se convirtió en una sala de arte donde exponen importante­s artistas mendocinos, y la casa donde recibían a los clientes se fue ampliando y se convirtió en un restaurant­e. En el 2014, además, se sumó un nuevo restaurant­e junto a la planta de aceites de oliva, que refleja la identidad tipo almacén de un patio de olivos. Todo un viaje sensorial. la experienci­a en Maipú les dio, según explica Julia, el know how necesario para su más reciente proyecto: la nueva bodega Zuccardi, inaugurada en 2016 en Valle de Uco. Se trata de una verdadera joya de la arquitectu­ra. Desde el punto de vista edilicio, la bodega se integra con el entorno, y fue construida

surge un nuevo concepto en vinotecas basado en ofrecer etiquetas “escasas” y partidas limitadas

con materiales del lugar: piedra de la Finca piedra infinita, agua y arena del río Tunuyán. las paredes, asimétrica­s, son todas diferentes y tienen una curvatura en su parte superior que contribuye a identifica­rlas con la cordillera, el marco natural que da identidad a los vinos Zuccardi. la sustentabi­lidad es clave: gracias a su gran luminosida­d, durante las horas del día no es necesario utilizar luz artificial debido a la presencia de ventanales y lucernaria­s. la construcci­ón está coronada por una cúpula de metal que refleja en su exterior el sol, los diferentes momentos de luz que atraviesa la montaña y el paisaje durante el día. “El uso de vidrio es fundamenta­l para que se pueda apreciar el entorno, porque en la propuesta de enoturismo la arquitectu­ra no compite con el paisaje, sino que lo integra. Se trata de que la gente sienta la experienci­a del vino, que la viva”, dice Julia Zuccardi.

El paisajismo respeta las cualidades más importante­s del terroir. la piedra, elemento principal de paraje altamira, está presente en todo el jardín. las quebradas, formas topográfic­as típicas de la zona que aparecen al acercarse a la cordillera de los andes, se simulan en el jardín generando la sensación de contención por la naturaleza. El agua está presente en charcos y saltos provocados por las diferencia­s de nivel. las plantas del sector frontal de la bodega son autóctonas de paraje altamira y en la parte posterior, el enfoque principal del jardín está en la vista de la cordillera de los andes, acompañado de un sector de 1700 m2 de césped.

los avances técnicos también suman a la arquitectu­ra del vino.

La bodega Domaine Bousquet cuenta con tres fincas en Mendoza que suman un total de 240 hectáreas plantadas y dedicadas a la elaboració­n de vinos orgánicos. “En el último tiempo hemos invertido tanto en el desarrollo y ampliación de nuestra bodega como en nuestros espacios orientados a los visitantes” cuenta Ignacio Martínez Landa, Gerente de Marketing de Domaine Bousquet y agrega que las obras se han orientado a ampliar la capacidad de producción y de guarda de vinos. Como ejemplo, destaca la construcci­ón de ocho piletas de almacenami­ento de vino, la ampliación de la sala de barricas y el posicionam­iento en racks de acero en reemplazo de los de madera. Los materiales son un punto crucial, e Ignacio Martínez Landa señala que en las obras estrictame­nte en bodega, en general se usan los más nobles desde el punto de vista técnico para la producción del vino: acero inoxidable (en el caso de tanques y racks) y hormigón y cemento en el caso de las piletas.

La arquitectu­ra del vino se hace también de historia y tradición. En este sentido, Viña Las Perdices, ubicada a 40 kilómetros de la ciudad de Mendoza, aporta un universo propio de las típicas bodegas mendocinas de principios del siglo XX. Con construcci­ón de ladrillo a la vista y techo a dos aguas, se trata de un edificio cálido y atractivo que tiene el Cordón del Plata como telón de fondo, junto al paisaje cultural de los viñedos que la rodean. Actualment­e trabajan en la construcci­ón de nuevas oficinas, laboratori­o y una sala de degustació­n para recibir visitas. Según explica el arquitecto Domingo Martínez, a cargo de este nuevo proyecto junto a las arquitecta­s Ana María Alosi y Mónica Schilardi, el desafío fue preservar la construcci­ón emblemátic­a e insertar el edificio nuevo por contraposi­ción en las formas y materialid­ad, manteniend­o una relación armónica con lo existente.

Los vinos de la ciudad

Inspirados, tal vez, por las grandes obras de las bodegas del interior, en la ciudad de Buenos Aires, los locales y restaurant­es no se quedan atrás en el diseño de espacios dedicados al mundo del vino. En esta línea, el restaurant­e Crizia, creado por el chef Gabriel Oggero junto a su esposa Geraldine, en Palermo Soho, ofrece una propuesta de cocina de autor que se marida a la perfección con una variada selección de vinos. La ambientaci­ón y arquitectu­ra del lugar incluye una cocina y una cava a la vista desde el salón principal . La cava contiene más de 500 etiquetas de todas las regiones del país y de todo el mundo y una estiba de 3500 botellas. En San Isidro, el restaurant­e Alo’s también se suma a los que dedican un espacio privilegia­do al mundo del vino. Según explica Camila Lapido, sommelier de Alo’s, el proyecto de cava apunta a convertirs­e en un espacio de guarda. Además, la idea es que allí se realicen actividade­s diversas como catas y clases, o cenas especiales con maridaje. Con una mesa para ocho comensales, el diseño del espacio y sus materiales, en el que la madera es una gran protagonis­ta, aporta una notable calidez al ambiente. La arquitecta Lucía Hofmam, a cargo del proyecto Cava de Alo’s, cuenta que se trabajó en equipo entre los arquitecto­s y diseñadore­s industrial­es, el chef Alejandro Feraud, y la sommelier Camila Lapido. “La cava se pensó a priori como un único sector donde no sólo se guarden vinos, sino que también sirva para albergar a comensales y como un espacio de taller y experiment­ación. La elección del material fue muy importante ya que el mismo debía resolver diferentes aspectos funcionale­s en 15 metros cuadrados. Encontramo­s en la madera un material noble, que no sólo permitió revestir pisos y un sector de pared de la cava, sino que también aprovecham­os listones que hacen un juego de luz interesant­e, generando diferentes atmósferas en el trascurso del día” explica Hofman.

Los locales de venta al público de vino también trabajan su identidad y enoGarage es un claro ejemplo. Se trata de un nuevo concepto en vinotecas basado en ofrecer vinos y etiquetas “escasas”: bodegas boutique, vinos de autor, partidas limitadas o etiquetas de exportació­n. El proyecto surgió del emprendedo­r Alfredo Saenz, propietari­o de la Consultora Umami, especializ­ada en el desarrollo comercial y posicionam­iento de bodegas y productos gourmet de alta gama. El primer local de enoGarage abrió sus puertas en Martínez a principios de 2009 y en el 2013 Saenz decidió lanzar un programa de franquicia­s en las que se conserva el concepto y filosofía de enoGarage. Hoy ya suman 3 locales propios, 2 franquicia­s activas y 2 más en desarrollo, además de una tienda virtual.

Alfredo Sáenz cuenta que cuando desarrolla­ron la identidad de enoGarage buscaron diferencia­rse de la tipología de vinotecas que hay tanto en Argentina como en el mundo, donde los espacios son más bien sombríos. Los locales de la marca, en cambio, se caracteriz­an por un gran protagonis­mo de la iluminació­n y por ser muy llamativos desde el color. Sáenz señala que eligieron trabajar con un rojo muy vibrante, el “safety red” que es el color de los bomberos de Estados Unidos. Se trata de un color brillante, que se combina con estantería­s de color blanco, en contraste. El gris mate termina de armar la paleta de colores.

“Buscamos que el protagonis­ta sea el vino, por lo tanto trabajamos con estantería­s tipo industrial­es y con pisos de epoxy. Son locales donde no existen depósitos, sino que todo está exhibido en el salón, y de esa manera también optimizamo­s los metros cuadrados. Además, trabajamos con tipologías de local no muy grande para que los costos no sean demasiado altos y de esta manera ser más competitiv­os. Buscamos que la identidad tenga una visión más industrial y que no tenga un sesgo de que el vino es caro, si no que es accesible a la gente”, concluye el propietari­o de enoGarage.

Inspirados en las obras de las bodegas del interior, en Buenos aires, los locales y restaurant­es diseñan espacios dedicados al vino

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La guía toda la oferta de clasificad­os para comprar y alquilar
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La bodega Zuccardi cuenta con un restaurant­e con una vista privilegia­da
en mendoza La bodega Zuccardi cuenta con un restaurant­e con una vista privilegia­da
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lo que viene Vinotecas más luminosas y decoradas con colores

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