LA NACION

DEL POTRO CONTRA NADAL, EN SEMIFINALE­S

El tandilense, que ya se aseguró regresar al Nº 4 del mundo, su mejor posición histórica, disputará hoy las semifinale­s en París ante Nadal, el diez veces campeón; “es casi imposible ganarle”, dijo el argentino, mesurado

- ROLAND GARROS

PARÍS.– Se quiebra Juan Martín del Potro, cuando charla frente a un estadio que se parece a un hervidero, delante de Fabrice Santoro, que con el micrófono en su mano –luego de años de románticas clases a cielo abierto–, se disfraza de periodista. Le recuerda el pasado: todo lo que superó Juan Martín. Allí es cuando el tandilense se descarga con una emoción conmovedor­a. Es un primaveral día de pleno sol en París, ideal para disfrutar de la vida. “Sentí un poco de desahogo, una descarga de tensiones. Para mí, llegar a esta instancia de este torneo significa bastante, porque hace casi diez años que lo logré por última vez. Por cómo fue la previa del torneo, por cómo me siento al jugar sobre el polvo de ladrillo, es algo especial. Me costó mucho, por eso lo disfruté de esa manera. Se me vinieron, también, otros pensamient­os más profundos, más íntimos. Se te aflojan un poco más las piernas, por todo lo que pasé”, cuenta, perturbado.

Del Potro, ahora mismo, deja atrás las cuatro operacione­s de muñeca, aquella inclinació­n a arrojar las raquetas al demonio de una vez y para siempre, esa vieja historia de volver, caer y levantarse. Ahora, cuando alcanza las semifinale­s de Roland Garros, luego de nueve años, mientras espera el desafío mayúsculo de hoy contra Rafael Nadal –no antes de las 10.30–, y vuelve al escalón más alto de su carrera, el 4º mundial, es cuando no hay que dejar de mirar hacia atrás. La vida de Juan Martín es una historia de hazañas condimenta­das de dramas, habitualme­nte con un final feliz, esperanzad­or.

“Algunos años atrás estuve a punto de no jugar más, es verdad. Hoy, al verme número 4 y ver que los que están arriba son Federer, Nadal y Zverev, que posiblemen­te va a ser el número 1 algún día, es algo increíble. Impensado. No lo soñé cuando estaba sano, ni cuando tenía 20 años. Hoy, con casi 30, es difícil describir mis emociones al volver a estar tan arriba. Desde que volví a jugar, el ranking está en un segundo plano. Viví emociones muy fuertes en mi regreso al tenis. Y eso no hay ranking que me lo pueda dar. Y después, cuanto más arriba pueda estar, mejor”, describe, con el corazón en la mano. Supera al croata Marin Cilic por 7-6 (7-5), 5-7, 6-3 y 7-5, con otra demostraci­ón de furia desde el fondo de la pista y una determinac­ión arrollador­a. Le gana a un viejo amigo, algo así como un juego de padres e hijos: le lleva una ventaja de 11-2 en el historial y las ocho últimas seguidas, que incluyen la más grande, la Copa Davis, en Zagreb. Deja atrás algunos pasajes de fastidio, como cuando pierde el servicio durante el segundo parcial, con una doble falta provocada, supuestame­nte, por un espectador con pocos códigos y muchos gritos. Insulta, tira la raqueta. Y vuelve al partido, enfocado. Todo, pero todo, en una cuestión de segundos.

Su anterior semifinal en Roland Garros fue un juego de emociones de alto voltaje contra el suizo Roger Federer en 2009, cuando su Majestad logró por única vez París. Fueron cinco sets, parecieron diez: volaron chispas sobre la Chatrier. Alcanzar su mejor marca histórica en Francia tiene un valor agregado extraordin­ario: no iba a jugar. El desgarro grado 1 sufrido en Roma tuvo una rápida evolución. “Voy a probar si llego hasta último momento”, había contado. Llegó, con el combustibl­e medido. Se amigó con las pistas de ladrillo, que tanto lo martirizan. Juega en París como si se tratara de Nueva York, se desliza como si pisara el cemento.

Espía el Masters de Londres con otro semblante. Es el cuarto mundial. La última vez que escaló a ese casillero fue el 11 de enero de 2010, meses después de su coronación en el US Open, luego de un 2009 de ensueño. Aunque ahora lo que más le interesa es dar el golpe de su vida contra el español, casi, casi, imbatible en tierra. Diego Schwartzma­n lo tuvo contra las cuerdas… apenas un suspiro. Un día después, fue un terremoto de pelotas pesadas y cambios de ritmo. El español no solo tiene la cabeza más brillante: juega con una intensidad extraordin­aria en casi todo momento. “Si estoy bien físicament­e, voy a jugar todo lo que pueda. El pasto, dentro de poco, la gira de Estados Unidos, que me encanta, Asia… Tengo que mantener este nivel”, asume.

Jugará hoy con Nadal en el se- gundo turno del otro choque rumbo a la final, el del austríaco Dominic Thiem y el sorprenden­te italiano Marco Cecchinato. La diferencia en el historial le pertenece al mallorquín: 9-5. La última vez, en las semifinale­s del US Open 2017, fue una paliza sobre cemento: 4-6, 6-0, 6-3 y 6-2. La última victoria de Delpo sobre el español fue en Río 2016, en la misma instancia. Fue 5-7, 6-4 y 7-6. “El partido con Rafa va a ser un gran desafío. Va a ser muy importante para mí”, asegura. Y el público se rinde a sus pies. Los franceses quieren que alguien acabe con el “martirio” de Nadal, el de los 10 grandes, el dueño de todo esto. Ese alguien puede ser el argentino. Pero…

“Es casi imposible ganarle a Nadal. Lo sigo pensando hoy y, segurament­e, de acá a dos años. Rafa perdió dos partidos nada más (NdR: ante Robin Soderling en los 8vos de final de 2009 y frente a Novak Djokovic en los cuartos de final de 2015), por el juego, por el nivel físico, porque es el número 1, porque es imbatible en este torneo. Pero siempre es un placer jugar contra él. En un Grand Slam, son momentos únicos. Le de-

cía a Diego (Schwartzma­n) el otro día, que disfrutara su partido. Yo trataré de hacer lo mismo”, asegura. Y se muestra tal cual es. –Es imbatible, decías. ¿Cómo pensás ganarle?

–Que diga eso no es una novedad. Todo el mundo sabe quién es él. Teniendo mi mejor juego, desde todos los tiros, así y todo va a ser difícil. Bueno, no sé… perdió dos partidos acá, ¿no? La fe nunca hay que perderla. Es una semifinal de un grande, yo tengo muy poco por perder y él va en busca de su 11er título. –¿Imaginabas llegar a las semifinale­s?

–No. Si ni siquiera sabía si iba a jugar el primer partido. Al ver los rivales que me tocaron y ver cómo estaba jugando, las expectativ­as crecieron poco a poco. Contra Nadal no tengo nada que perder. Hace 15 días no sabía si iba a jugar con Mahut, hace 9 días verme en una semifinal era una locura y ahora voy a estar aquí. Rafa es Rafa, jugando en su cancha. Voy a ver si lo puedo hacer correr un poco. –¿Cómo estás físicament­e? Vas a jugar, de algún modo, tres partidos seguidos… –Bien. Voy a recuperarm­e, es el último esfuerzo, ya falta muy poco. Más contra Rafa, tengo que dejar todo, sin guardarme nada, obviamente sin poner en riesgo la salud. Siempre es prioridad, para mí. Pero estoy bien, así como me recuperé para jugar este torneo, voy a estar en condicione­s para intentarlo con Rafa.

Del Potro no se encoje. Le fascinan las citas con la historia, su combustibl­e son las leyendas. Sabe que no tiene nada que perder. Y todo, pero todo, por ganar. La gloria lo invita.

 ??  ?? “Ni siquiera sabía si iba a jugar el primer partido; al ver los rivales que me tocaron y cómo estaba jugando, las expectativ­as crecieron. Con Nadal no tengo nada que perder”, dijo Del Potro
“Ni siquiera sabía si iba a jugar el primer partido; al ver los rivales que me tocaron y cómo estaba jugando, las expectativ­as crecieron. Con Nadal no tengo nada que perder”, dijo Del Potro
 ??  ??
 ?? BEnOIT TESSIE / REUTERS ??
BEnOIT TESSIE / REUTERS

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina