LA NACION

El pp y podemos le auguran a sánchez un calvario en el poder

El socialista está jaqueado por la derecha y por la izquierda en los primeros días de su gobierno

- Silvia Pisani CORRESPONS­AL EN ESPAÑA

MADRID.– Ya puede ir sabiendo el flamante presidente español, Pedro Sánchez, de lo que es capaz un amor despechado. O el ánimo de revancha de un gobierno desplazado.

“Quince días de cortesía parlamenta­ria. Eso es todo lo que le daremos” amenazó, enojado, Pablo Iglesias, el líder de Podemos, el partido de izquierda antisistem­a que lo apoyó para que llegara a la presidenci­a sin pasar por elecciones y que, ahora, se siente dejado de lado.

Eso, por el lado de la izquierda. Por el lado de la derecha, con el Partido Popular (PP), al que acaba de desplazar del poder, las cosas no van mejor. Su vocero en el Congreso, Rafael Hernando, no ha dado ni un minuto y pide para ya mismo un debate sobre el Estado de la nación. Es decir: una revisión del cuadro de situación y de lo que se pretende hacer.

“Ya empiezan con todo lo que no deben hacer. Subir el gasto público y multiplica­r los ministerio­s. Eran 14 y apenas llega el socialismo ya los aumenta a 17”, protestó Hernando.

Con la doble presión, tanto de izquierda como de derecha, la gestión de Sánchez necesitará de dotes superlativ­as de negociació­n política para sacar adelante una agenda mínima, ante la situación de debilidad extrema con la que arranca.

Eso, si se tiene en cuenta que de los 350 votos del Congreso, apenas tiene asegurados 84. Todo lo demás, el inexperto Sánchez deberá lograrlo mediante negociacio­nes con aliados que hoy parecen molestos.

Con ese desafío, arranca hoy la gestión de gobierno con una agenda en la que se esperan definicion­es inminentes ante el desafío separatist­a de Cataluña.

“Tenemos un grave problema con la integridad territoria­l”, puso en agenda el flamante ministro de Relaciones Exteriores, Josep Borrell, conocido por su posición crítica hacia los independen­tistas catalanes.

La de Podemos –con el despechado Iglesias a la cabeza– será posiblemen­te la luna de miel más breve y fugaz que se recuerde en la vida política española. Hace menos de una semana, el político “del pueblo” (que se compró un caserón con pileta y jardín de diseño) ofreció nada menos que formar gobierno de “coalición” al socialista Sánchez, para así “fortalecer” sus posibilida­des políticas.

Pero eso duró un suspiro. Apenas vio que Sánchez formó gabinete no solo sin ofrecerle nada, sino sin tan siquiera llamarlo por teléfono para ver qué opinaba, el dirigente progresist­a cambió de actitud y lo amenazó de la peor manera.

“Ya veo que se olvidó de nosotros. Pues bueno, le daremos dos semanas de cortesía parlamenta­ria y luego tendrá que vivir el calvario de gobernar solo”, con apenas 84 diputados de los 350 que tiene el Congreso, previno.

Al igual que los catalanes independen­tistas, el Podemito –como se le suele decir a Iglesias– esperaba mucho más de Sánchez y está dolido por haber quedado afuera. “El nuevo presidente se olvida muy pronto de quienes lo llevaron al poder”, dijo.

Su decepción fue mayor ante la convocator­ia de ministros que, desde su perspectiv­a, “parecen sacados del PP”, en referencia al Partido Popular, de Mariano Rajoy, que acaba de ser desplazado del poder, justamente gracias al empujón con el que él mismo colaboró.

A Iglesias se le atragantó, especialme­nte, que Sánchez eligiera como ministro del Interior al exjuez Fernando Grande Marlaska. O que la opción para la cartera de Relaciones Exteriores sea el antiindepe­ndentista Borrell.

“Esas son personas que agradan al PP y a Ciudadanos”, dijo Iglesias en relación con las dos principale­s fuerzas de centrodere­cha en el país.

De allí que lo amenazara, enseguida, con la idea de que gobernará “en solitario” y de que, desde esa debilidad, la gestión socialista está llamada a ser “un calvario”.

Con buena parte de los elegidos para el gobierno, Iglesias tiene su propio encono.

De Grande Marlaska lo separan los fallos que produjo contra dirigentes del llamado movimiento de los “indignados”, que en el pasado copó plazas en reclamo de mejoras económicas.

Una masiva fuerza de protesta que catapultó al propio Iglesias a la política y que dio alas a su partido como una alternativ­a de poder.

A Borrell no le perdona sus expresione­s en contra de los líderes independen­tistas y sus abrazos, en ese mismo mensaje, con el líder del Partido Popular catalán, Xabier García Albiol, un hombre respaldado por el ahora desplazado Rajoy.

Todo va muy rápido en estos días por España. Hace una semana, Iglesias le daba la mano a Sánchez y le prometía todo su apoyo en la embestida parlamenta­ria que terminó con Rajoy expulsado del Palacio de la Moncloa.

Empieza hoy una nueva etapa y para los socialista­s, una enorme oportunida­d. No exenta, como se ve, de las peores complicaci­ones.

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Afp Sánchez y el rey Felipe VI, ayer, en el Palacio de la Zarzuela

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