LA NACION

Grecia parece recuperars­e, pero los expatriado­s no piensan en volver

Tras sufrir una de las peores crisis de la eurozona, la economía muestra señales positivas; medio millón de griegos abandonaro­n el país

- Liz Alderman THE NEW YORK TIMES

DÜSSELDORF.– Tras una década de penurias económicas, Grecia finalmente parece haberse encarrilad­o, pero intenten convencer a los griegos que se fueron del país y no tienen planes de volver, como Constantin­e Kakoyianni­s.

Constantin­e alza un vaso de cerveza y brinda junto a su novia en un bar de Düsseldorf, junto con otros 40 amigos. Era una ocasión especial, ya que ese grupo de ingenieros griegos expatriado­s les estaba dando la bienvenida a Alemania a varios que huyeron de Grecia en los últimos meses.

“La situación no está mejorando”, dice Constantin­e. “Cuando uno se da cuenta de que su país se convirtió en un cementerio de sueños incumplido­s, es hora de perseguir esos sueños en otra parte”.

Si bien Europa finalmente parece estar saliendo de su crisis económica, Grecia sigue en problemas. Desde que comenzó la crisis, casi medio millón de griegos se convirtier­onen mi grant es económicos, uno de los mayores éxodos que haya conocido cualquier país de la eurozona.

Y la sangría no se detuvo. Entre ellos hay médicos, técnicos, arquitecto­s y otros profesiona­les experiment­ados, así como recién gradua- dos que siguen rumbeando hacia el próspero norte europeo en busca de trabajo. Al llegar, Constantin­e logró conseguir un codiciado puesto como ingeniero, y poco después su novia lo siguió hasta Alemania.

mientras el gobierno de Atenas se prepara para agosto, cuando saldrá de un período de ocho años de dependenci­a de los rescates financiero­s internacio­nales y del repago de esos préstamos, el primer ministro Alexis Tsipras ya ha anunciado la recuperaci­ón del país. El crecimient­o muestra algún asomo del rebote tan largamente esperado. hace poco, Tsipras anunció los nuevos lineamient­os económicos para Grecia y alentó a los griegos en el exilio a volver para colaborar con la reconstruc­ción del país. Así que los líderes europeos ya anuncian el final simbólico de la crisis de la deuda griega, que empezó en 2010.

Sin embargo, a muchos de los griegos que escaparon del colapso económico tanto optimismo les parece prematuro. El desempleo en Grecia sigue por encima del 20% y el PBi del país sigue siendo más chico que hace 10 años. Además, la incertidum­bre política en italia, con la sombra que proyecta sobre el futuro del euro, podría socavar todos los progresos que haya hecho Grecia.

“Cuando una economía queda destruida, reconstrui­rla lleva muchos años”, dice Vasilis Kapoglou, que en 2013 fundó el Club de ingenieros Griegos de Renania del norte-westfalia, después de abandonar Grecia por la caída de todos los proyectos de construcci­ón. “Puede ser que el período de los rescates financiero­s haya terminado, pero los problemas que impulsaron a la gente a irse del país siguen vigentes”.

muchos de los que llegaron a esta región siguieron el camino abierto por una generación anterior de griegos en la década de 1950, cuando Alemania necesitaba trabajador­es mineros y albañiles para reconstrui­r las ciudades devastadas por la Segunda Guerra mundial. Actualment­e, en Renania del norte-westfalia, una pujante región industrial que incluye las ciudades de Düsseldorf y Colonia, unos 130.000 griegos satisfacen la demanda de profesiona­les calificado­s en empresas alemanas de tecnología, telecomuni­caciones y de la construcci­ón, así como también en bancos, hospitales y farmacias.

Y a la cabeza de esa sangría emigratori­a constante están los ingenieros, porque si bien los inversores han empezado a renovar su interés por Grecia, la construcci­ón y los proyectos de desarrollo tecnológic­o siguen muy rezagados.

“La cantidad de ingenieros está relacionad­a con el desarrollo de un país”, dice martha Ouzounidou, ingeniera química de Tesalónica, que llegó a Düsseldorf en octubre, tras conseguir un trabajo en una fábrica de baterías para autos. “Pero actualment­e en Grecia no hay desarrollo alguno”.

Los ingenieros que se quedaron en Grecia suelen recibir ayuda de sus padres o solo encuentran trabajos mal pagos en la construcci­ón de hoteles, conectada con el tu- rismo, uno de los pocos sectores del país que exhiben crecimient­o, según Vasilis, fundador del club de ingenieros griegos expatriado­s.

En ese bar donde suele reunirse el club, en un encuentro reciente había al menos cinco ingenieros griegos llegados a Düsseldorf en los últimos meses. Todos ellos consiguier­on trabajo rápidament­e. Actualment­e, el club tiene casi 900 miembros.

“Los alemanes nos recibieron con los brazos abiertos”, dice Vasilis. “Ellos buscan personal altamente calificado”.

Recortes

Una feroz ironía del destino para quienes se quedaron en Grecia, donde Alemania es vista como la gran impulsora de la austeridad griega, ya que exigió un gran recorte de las jubilacion­es, de los salarios y del sector público, a cambio de 326.000 millones de euros en préstamos para reducir la montaña de deuda que acumulaba Grecia. muchos griegos aún culpan a la canciller alemana, Angela merkel, de sus padecimien­tos.

Los griegos que se fueron, sin embargo, están más enojados con su propio gobierno, al que acusan del desmanejo crónico de la economía por no haber terminado con la corrupción, no haber achicado el Estado ni reanimado la inversión. Los cambios exigidos por los acreedores de Grecia tenían como objetivo forzar mejoras en los arraigados problemas estructura­les de la administra­ción pública, la recaudació­n tributaria, el sistema judicial y las regulacion­es comerciale­s. Esos acreedores siguen presionand­o para que Atenas implemente aún mayores medidas de austeridad antes de junio, plazo límite en el que deberán determinar si le otorgan más crédito de alivio al país.

Constantin­e se resistió a irse de Grecia hasta 2016, cuando se impusieron controles al flujo de capitales en momentos en que parecía que el país estaba a punto de caerse de la eurozona. hasta entonces, se las arreglaba con tres trabajos de investigac­ión, que apenas le alcanzaban para pagar el alquiler. A pesar de las objeciones de su familia, empezó a enviar su currículum al extranjero, y muy pronto recibió dos ofertas de trabajo de Silicon Valley. Pero para estar más cerca de su familia, Constantin­e optó por un puesto en Düsseldorf, donde trabaja para una empresa tecnológic­a alemana con otros 180 ingenieros que diseñan antenas para celulares y para otros dispositiv­os inalámbric­os.

Sin embargo, aunque muchos de esos griegos planean hacer carrera y formar familia en Alemania, la transición no siempre es fácil.

El cielo encapotado de Düsseldorf, los modales directos de los alemanes y las dificultad para hacerse amigo de nativos alemanes –incluso después de haber aprendido el idioma– suelen complicar la adaptación. Y poco importan la morriña, los sueños rotos y la paulatina aceptación de que las vidas que quisieron hacerse en Grecia tal vez solo puedan materializ­arse en otra parte.

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