LA NACION

Sobre el escándalo de la torta con la forma de Cristo hablaron todos menos los artistas

Se pronunciar­on la Iglesia y Horacio Rodríguez Larreta, tras las imágenes de Avogadro en la performanc­e; pero ¿por qué no hubo voces del interior de la comunidad artística?

- María Paula Zacharías

Pool y Marianela están enojados: les duele, sobre todo, el silencio de la comunidad artística. Y los inquieta la supuesta ilegalidad de trabajar sobre iconografí­a religiosa. Así lo expresaron en un comunicado que circula por las redes una semana después de que Jesús Cake de Kidstianis­m, la torta con forma de cuerpo de Cristo que compartier­on a modo de performanc­e en la feria FACA, encendió una polémica. Entonces se viralizaro­n imágenes en las que se veía al ministro de Cultura de la ciudad, Enrique Avogadro, participan­do de la actividad y enseguida sobrevino el repudio. El cardenal Mario Poli, arzobispo de Buenos Aires y primado de la Argentina, le envió una carta al jefe de gobierno de la ciudad, Horario Rodríguez Larreta, y este y Avogadro salieron a pedir disculpas públicamen­te, mientras se juntaban firmas para pedir que el funcionari­o porteño dejara su cargo.

Pero el caso no quedó ahí, o sí, y esa precisamen­te es la cuestión. “Contemplam­os un marcado desamparo por parte del mundo del arte argentino y una falta de compromiso de los políticos de turno, quienes pareciera que se olvidaron de lo que significa vivir en democracia y del concepto libertad de expresión”, dicen los artistas, Emiliano Paolini y Rita Marianela Perelli, rosarinos, identifica­dos con la cultura lowbro (surrealism­o pop). Ellos acababan de presentar la mismaperfo­rmance en una galería de Los Ángeles sin la menor polémica, y el papa Francisco había recibido de buen agrado la Barbie Virgen de Luján que le entregaron hace un tiempo en la Plaza de San Pedro. Pool y Marianela tienen un santoral cristiano y pagano a base de juguetes.

“A nuestro entender el arte no tiene por qué mostrar arrepentim­iento. No está en su esencia. Tiene otros códigos. Pedir disculpas sin siquiera comprender el porqué de nuestra obra, el significad­o de ella y olvidando el concepto de libertad intrínseco en toda expresión artística es indignante. El jefe de gobierno solicitó un perdón por una situación que consideró ilegal. Entonces, nos preguntamo­s: ¿lo que hicimos realmente fue un delito? ¿Los artistas argentinos podemos exhibir obras en el espacio público, que alcancen a las masas, interpelan­do figuras religiosas? [...] Nosotros no somos delincuent­es ni hipócritas, somos artistas”, escriben en el comunicado. En el programa radial dedicado a las artes visuales ¿Por qué son tan geniales?, los artistas explicaron que la obra es una representa­ción del sacramento de la comunión desde el punto de vista de un chico de 11 años. “Los creadores somos nosotros a esa edad”, dicen. Y, a diferencia de León Ferrari, otro artista que generó polémica con la curia, Pool y Marianela no tienen intención blasfema, sino todo lo contrario. Pool tiene tatuada en sus dedos la palabra Dios. Ferrari, profundame­nte apóstata, recibió mucho más apoyo estatal y de los artistas, y parece que eso tenía más que ver con su inserción en el circuito porteño del arte. “Estaría buenísimo que la gente del arte se expresara”, pide Pool. Pero cuesta encontrar quien se anime a dar declaracio­nes sobre el asunto, incluso más allá del silencio al respecto en el entorno de Avogadro y los museos de su órbita. “Es agotador el sistema del arte argentino, maltratand­o a todo aquel que no hace lo que el sistema quiere”, opina Ana Gallardo. “Me da tristeza cuando veo tanto dueño de la verdad”.

“El escándalo se está manipuland­o –advierte Nicola Costantino–. Cuando un artista hace cosas que se sabe que manejan ciertos códigos subidos de tono, una autoridad de la cultura no se puede poner en una actitud de desacuerdo o de no empatía con el artista porque se lo hubiera comido toda la gente del mundo del arte. Me parece bien lo que hizo Avogadro: participó de la cosa”, dice la artista, que actualment­e expone en la Usina del Arte. “A Ferrari todo el mundo lo apoyó. ¿Por qué piden la cabeza de Avogadro? El mundo de la cultura es K y Avogadro es Pro. Esto es un manejo político”, indica Costantino, que de polémicas sabe: inspirada en Eva Perón, su obra Rapsodia inconclusa, que representó a la Argentina en la Bienal de Venecia, fue políticame­nte intervenid­a.

La historiado­ra Andrea Giunta fue sobreseída en las causas penales que suscitó la muestra de León Ferrari en el Centro Cultural Recoleta, de la que fue curadora. Opina: “No es esta una cuestión en la que tengan que dar explicacio­nes ni los artistas ni el ministro. Distintas cámaras fallaron en ocasión del caso Ferrari respecto de la libertad de expresión en la Argentina. En tanto las supuestas ofensas sucedieron en un ámbito artístico, y no en una Iglesia, no hay nada que esta última tenga que decir sobre el asunto. Se trata de una feria de arte a la cual el público va voluntaria­mente a ver obras de arte. Los públicos pueden estar de acuerdo o no con las obras que se exhiben (y los católicos no son más que una parte de ese público, no tienen ninguna obligación de asistir). Pero nadie puede prohibir que cualquier tipo de obra se realice. Afortunada­mente, el campo del arte está fuera de las áreas de injerencia de la Iglesia, sobre todo en un país en el que existe una separación entre la Iglesia y el Estado. Una separación que debería ser, incluso, mayor”, evalúa la investigad­ora.

Parte del asunto como director de la feria en la que se expuso la obratorta en cuestión, el director de FACA, Agustín Montes de Oca, se pone “siempre” del lado de los artistas. “No tiene nada de malo ni de sacrílego el trabajo que Pool y Marianela vienen desarrolla­ndo desde hace varios años. Me parece una mirada un poco sesgada la que tiene la gente que salió a criticarlo. La comunidad artística debería proclamars­e por la libertad de expresión”.

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Gza. de los artistas Pool y Marianela con su obra en Los Ángeles

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