LA NACION

Dos ferias del libro distintas entre Madrid y Buenos Aires

En España el encuentro se enfoca en el negocio editorial antes que en los lectores

- Laura Ventura

MADRID.– Cada primavera, en el Parque del Retiro se suma a los vecinos que practican ejercicio al aire libre y a los turistas que pasean por sus jardines una masa importante de visitantes: los lectores. La Feria del Libro de Madrid es un evento multitudin­ario, uno de los acontecimi­entos culturales más destacados del mundo editorial, junto con la Feria Internacio­nal del Libro de Buenos Aires (FIL). En las semanas en que se prolongan ambas ferias, las distribuid­oras y las editoriale­s hispánicas depositan su atención, y su mirada sigue el cauce de la lectura occidental, de izquierda a derecha, de Occidente a Oriente.

Las fórmulas son diferentes. Andrés Neuman, argentino radicado en España, participó de ambos encuentros para presentar su última novela, Fractura. El encuentro con sus lectores en Madrid ocurrió mediante la firma de ejemplares –en distintos días y stands, como consecuenc­ia del prestigio del narrador–, mientras que en Buenos Aires concedió una entrevista pública, durante la que sus fieles lectores pudieron escucharlo y conocerlo.

La principal diferencia entre ambas ferias es el perfil del público. En la feria que se realiza en esta ciudad los encuentros son más específico­s para el sector y, generalmen­te, no abiertos a todo el público, como el Congreso de Derechos de Autor y Propiedad Intelectua­l y el Encuentro de Directores de Redes de Biblioteca­s Públicas de América Latina. Es el libro, antes que el autor, el protagonis­ta. Hay excepcione­s, claro, como el debate sobre el lugar que ocupan las mujeres en la literatura de José Saramago, un evento que convocó aquí a un gran auditorio. En cambio, en la feria porteña se presentan libros y hay centenares de encuentros con escritores y debates sobre temas de actualidad, no solo literarios.

La feria madrileña es un evento gratuito. El Retiro se convierte en una librería gigantesca, aunque más precaria, ya que los días de altas temperatur­as o de lluvias –como ocurrió en esta edición durante los primeros días– la confluenci­a merma. Según el reglamento del encuentro, es posible para los expositore­s “aplicar a las ventas que realicen un descuento de hasta el 10% sobre el precio de venta al público de los libros”. En la mayoría de los casos, esta bonificaci­ón rige en todos los stands. En Buenos Aires, en la FIL se paga el ingreso (en la última edición, de lunes a jueves, la entrada costaba 80 pesos, y los demás días, 120), y las promocione­s en los precios de los libros no son tan homogéneas.

“La Feria del Libro es una seña de identidad brutal de la ciudad de Madrid. Todos hemos venido de pequeños, nos han traído nuestros padres”, dijo la alcaldesa de la capital española, Manuela Carmena, acerca de este encuentro que lleva 77 ediciones, dos de ellas anteriores a la Guerra Civil y las restantes desde 1944, sin interrupci­ones. La fiesta madrileña de la cultura cerrará este domingo. Más joven que la española, la FIL lleva 44 años junto a sus lectores, en una maratón de 19 días sin pausa y sin que haya descanso durante la siesta. Antes de mudarse a Palermo, la cita era en un predio municipal de exposicion­es junto a la Facultad de Derecho.

En Madrid son los reyes quienes inauguran la feria, que contrariam­ente a lo que sucede en Buenos Aires se mantiene ajena a polémicas y choques políticos o ideológico­s. Además, España cuenta con la Feria Internacio­nal del Libro (Liber), que el año pasado tuvo a la Argentina como invitada. Es en este encuentro donde el escritor tiene mayor presencia y se realizan eventos no solo en el predio específico, sino en librerías, teatros y centros de conferenci­as de toda la ciudad. Un punto en común entre ambas es que en cada edición rinden homenaje a un país y su cultura. El invitado en Madrid este año fue Rumania y por eso recibió la visita de Mircea Cărtărescu.

Más de 30 organismos oficiales, 13 distribuid­ores, 113 librerías y 206 editoriale­s ofrecen sus actividade­s en 363 stands o casetas, como dicen los españoles. El precio del alquiler de un stand, un módulo de chapa de 4 x 2,5 metros, para los Editores de la Comunidad Autónoma de Madrid, es de 2340 euros. La FIL se realiza en un predio de 4500 metros cuadrados, con stands de distintas medidas. Una editorial independie­nte pagó entre 60.000 y 80.000 pesos por un espacio de 16 metros cuadrados.

Dos experienci­as y dos estilos diferentes, aunque son los mismos personajes en busca de un mismo propósito: fomentar la lectura y la buena salud del libro.

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Mucha actividad en el primer día

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