Nadal: “Del Potro tiene una gran intensidad”
El mallorquín, verdugo de Schwartzman, muestra mucho respeto por el tandilense
PARÍS.– Rafael Nadal juega con su gorra, se la pone de un lado, del otro. La sala de prensa está colmada, se parece a una tribuna de fútbol. Es cordial, atento y educado. La fiera que se desliza sobre la arcilla se parece a otro sujeto. Contesta todo, con amabilidad y en cuatro idiomas: francés, inglés y español, con intervalos de catalán. Alguien le consulta si suele dormir bien por las noches. “Estoy descansando bien. El otro día, un relámpago a las tres de la madrugada me dejó un rato bien despierto, pero en general estuvo muy bien”, contesta, en medio de las risas. Alguien, al rato, le cuenta que, según un estudio científico, Cristiano Ronaldo tiene un cuerpo de una persona de 23 años, más allá de que su documento certifique que tiene 10 más. Si intuye cuántos años imaginarios podría tener. “Mi cuerpo probablemente tenga 40 y pico… (risas). Esa es la verdad. Tengo 32 recién cumplidos, estoy feliz y acepto mi edad. Tengo que adaptarme, sí, a todas las dificultades que se fueron dando en el camino. Tengo que mejorar, siempre”, dice, con naturalidad.
Juan Martín del Potro está en el camino. “Ha conseguido grandes victorias este año, tiene un potencial tremendo. Saca muy bien, es agresivo desde el fondo de la pista y tengo que estar preparado. Tengo que tener el control, ser agresivo, porque si soy defensivo y le dejo la iniciativa, voy a estar muy complicado. Tiene una gran intensidad”, acepta, apenas un rato más tarde del holgado triunfo sobre Diego Schwartzman por 4-6, 6-3, 6-2 y 6-2. De la lluvia al sol. “Ha sido un partido muy difícil. El ‘parón’ por la lluvia me benefició porque el partido estaba complicado y muy sucio. Él estaba jugando muy cómodo y después del freno yo salí con otra energía. Era cuestión de relajarme, de quitarme esos nervios, agarrar mi ritmo y ser más agresivo”, cuenta el campeón de 16 grandes.
De algún modo, la lluvia salió al rescate del mallorquín, que perdía 6-4 y 3-2 cuando empezaron a caer las primeras gotas. Volvió a ser una máquina: logró 16 juegos, Peque apenas cuatro. “Entré más confiado en lo que tenía que hacer. Más confiado a nivel mental. Tuve otra determinación, con respecto al otro día. Eso tuvo un impacto en el resultado y en el juego. En un comienzo no veía opciones de abrir la pista, de moverlo más”, admite, cuando Schwartzman lo tenía contras las cuerdas. O, al menos, eso parecía. –¿El clima, en este caso, jugó a tu favor?
–No le doy importancia al sol o la lluvia. No le puedo dar excusas a lo que sucede en el exterior, los fallos y las cosas positivas tienen que ver con uno mismo. Bueno, la lluvia me ayudó a parar y reflexionar, sí, eso fue una realidad. Pero a nivel del juego, lo que cambia es mi forma de encarar el partido.
Y lo encaró como una final. La misma que le espera a Del Potro.