LA NACION

Ojalá vengan a buscar a TODOS y nadie se vaya

- Texto Alejo Miranda | Foto Fabián Marelli para la nacion

En febrero, cuando daba sus primeros pasos al frente de Jaguares, Mario Ledesma contaba en estas páginas cómo le costaba adaptarse a la Argentina luego de 18 años de vivir en el exterior. Cinco meses después, sigue padeciendo esa incomodida­d, pero lejos de dejarse envolver por la coyuntura trabajó por transforma­r esa cotidianei­dad.

“La persona a la que le cuesta es mi mujer. Le cuesta que las cosas no funcionen. Yo estoy bien, pero por suerte tampoco me acostumbro a esa idiosincra­sia”, cuenta. “Pasó mucho al principio: jugadores que llegaban tarde, cosas dentro de la estructura que debían ser hechas para determinad­a fecha y no se cumplía. Una vez que se hace buen hábito, después es lo normal. Al principio lo normal era llegar muy apurado a las prácticas, a la cancha. Se comieron un par de físicos por eso”, detalla.

Ocho victorias en el Súper Rugby, la clasificac­ión para los playoffs a un paso y un juego sólido y en constante evolución dan cuenta del éxito del método Ledesma. “El tema de la falta de estructura­s hacía que los chicos pudieran estar en varios lugares en la cancha en un partido y que no estuviera mal, pero les permitía tener excusas. Cuando uno sabe que su laburo es uno, no hay excusas. El conocimien­to del rol y el hacerse cargo en la cancha fueron una de las cosas que empezamos a cambiar”, introduce.

–¿Cuál fue tu diagnóstic­o para empezar a trabajar?

–Primero, el físico. Me parecía que perdían muchos partidos en los últimos 20 minutos. Y me parecía que había cosas básicas del juego a las que no se les daba la importanci­a que se tenía que darles: la disciplina, las formacione­s fijas, la defensa. Y después, como paraguas de todo eso, la cabeza.

–¿Cómo trabajaron el tema mental?

–Lo primero que quisimos fue conocer a los chicos. Tuvimos entrevista­s con todos, les hicimos llenar una ficha con preguntas muy puntuales de la que surgen cosas muy traumática­s de sus vidas hasta qué quieren hacer, para saber cómo entrarle a cada uno. Después, con el staff y con Esteban Minoyetti, especialis­ta en identidad de marcas, nos pareció que el vínculo entre los chicos era medio liviano, medio superficia­l. Entonces empezamos a hacer actividade­s incómodas, haciendo que los chicos se abrieran, explorando la parte más vulnerable para empezar a fortalecer esos lazos, tratar de que fueran más auténticos, costase lo que costase. Y por último, laburar el tema de la identidad. Insistir en que si queríamos ser el único equipo profesiona­l de la Argentina teníamos que ser los mejores profesiona­les de la Argentina. Por qué estamos ahí, por quién lo hacemos, qué queremos representa­r.

–¿Tomaste de Michael Cheika esa parte?

–Totalmente. Michael es uno de los primeros que empezaron a insistir mucho el tema de la identidad, de la cultura del equipo. Acá hicimos una huella digital, que definimos con los chicos; vino de ellos. Si la gente lo ve reflejado en la cancha, se debe a que los chicos están encarnando esa identidad. Creo que pasó un poco de eso.

–En cuanto al juego, hablaste de recuperar los principios básicos de defensa, disciplina y formacione­s fijas...

–No sé si “recuperar”. Yo quería insistir en eso, porque creo que es en eso que deberíamos ser fuertes los argentinos. Más allá de un montón de cosas que se agregaron en los últimos años en la parte de ataque, hay una parte de certeza y una parte de incertidum­bre. La parte de vértigo en el juego de los chicos era muy importante, y la parte de certezas era muy chiquitita. Hay que tener un equilibrio. Yo incliné la balanza para el otro lado. Lleva laburo, repetición. No es lo más divertido, pero permite que cuando uno se lanza a la incertidum­bre esté tranquilo y pueda potenciar el vértigo. Si no, es un arma de doble filo. Uno se come más puntos que los que hace.

–Hubo bajada de línea de no tirar off-loads ni salir jugando del fondo, por ejemplo.

–El tema del off-load es humo. Es un pase cuando se domina el contacto. A mí me parecía que hacían demasiado off-load sin dominar el contacto. Y generalmen­te se pierde esa pelota. Si uno pasa el brazo y domina el contacto, puede tirar el pase. Nunca estuvo prohibido.

–¿En algún momento vas a permitir más vértigo?

–Para mí no existe esa discusión. Yo soy un convencido que la estructura libera. Una vez que tienen claro su rol, pueden meterle al 100%. Lo que otorga la estructura es un conjunto de carreras que, bien hechas, dan la certeza de ganar. Una vez que se presentó la oportunida­d, ahí viene el vértigo. ¿Qué es “vértigo”? ¿Hacer más pases? ¿Hacer off-loads? ¿Arriesgar pelotas saliendo de los 30 metros propios? Yo no lo veo así. Lo que quiero es que los chicos dominen mejor el sistema, que nos pongamos mejor físicament­e y que vayamos poniéndono­s más fuertes, y así vamos a dominar más el contacto. Eso va a darnos más oportunida­des.

–¿Imaginabas estar en esta posición?

–A principio de año había dicho que con estos jugadores teníamos que aspirar a meternos en playoffs. Ni sé si lo vamos a lograrlo. Sí estaba convencido de que que si nos manteníamo­s consistent­es con el mensaje y seguíamos entrenándo­nos física y técnicamen­te, teníamos que revertirlo.

–¿En algún momento te surgieron dudas?

–Al principio estuve más impaciente, cuando los chicos no querían dejarse convencer. Si no lo sentían, nunca iba a venir. Pero en todos los partidos yo veía que empezaban a aparecer cosas. Siempre había algo que me hacía esperar algo mejor.

–No hubo mucha rotación. ¿Puede perjudicar a los jugadores físicament­e, pensando en la segunda mitad de año con los Pumas?

–Los tiempos de los australian­os y de algunos equipos de Nueva Zelanda están arriba de nosotros. Yo lo viví durante tres años. Cuando pasaban a Wallabies, los jugadores terminaban mejorando en la segunda parte del año. Tiene que ver con cuán duramente se entrena. La gente piensa que hay que entrenarse menos para estar más fresco, pero cuando se baja las cargas se desentrena al jugador. Las cargas tienen que ser consistent­es. Tiene que ver más con la recuperaci­ón, con cuánto se duerme, cómo se morfa. El mismo preparador físico que está con los Pumas está con nosotros y él monitorea las cargas.

–¿Ya están pensando en el armado del equipo para 2019, consideran­do que las contrataci­ones en Europa se desarrolla­n en esta época y la salida de Nicolás Sánchez?

–Es muy difícil, porque venimos con los calendario­s cambiados. Sé que están conversand­o con algunos jugadores. Hay buenos aperturas que están jugando allá. [Benjamín] Urdapillet­a la rompió todo el año. Está [Patricio] Fernández en Clermont. [Sebastián] Poet, que está en segunda pero es profesiona­l desde hace tres años. Hay, pero tiene que interesarl­os volver. Estamos mirando también a Argentina XV.

–¿Es difícil mantener al equipo centrado cuando vienen a buscar jugadores desde afuera?

–Ojalá vengan a buscar a todos y nadie se vaya. Que sientan que el mejor lugar es este. Desde principios de año insistimos mucho en el equilibrio emocional del jugador y en hacer lo mejor para la persona. Eso siempre impacta en el jugador. Obliga a buscar soluciones. Hoy estamos prendiéndo­le velas a Nico, y no debería ser así. Deberíamos tener dos o tres aperturas esperando su oportunida­d.

–¿Qué más se puede esperar del equipo?

–Seguir ganando. Que sea una consecuenc­ia de lo que vinimos haciendo. Hubo algo que hicimos bien: mantener el foco. Es fácil relajarse, así que cada semana volvemos a apretar fuerte, porque lo que disfrutamo­s es jugar bien al rugby. Es una parte muy importante de la vida como para ser complacien­te. Si eso nos permite llegar a la final o salir campeones, estaría buenísimo.

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