LA NACION

Esteban Bigliardi. “Sea en una obra de teatro o en una serie de TV, el oficio es el mismo”

El talentoso actor de tantos montajes teatrales y de películas del circuito indie protagoniz­ará junto a Griselda Siciliani la serie Morir por amor, bajo la dirección de Anahí Berneri

- Textos Alejandro Cruz | Fotos Daniel Jayo

Cuando todo indicaba que el coprotagon­ista de Griselda Siciliani en Morir por amor, la serie de Telefé, iba a ser Leonardo Sbaraglia, terminó siendo Esteban Bigliardi. Para el gran público, el segundo no tiene el alcance mediático del primero. Sí hay que aclarar, y esto segurament­e lo sabe Anahí Berneri, la directora del proyecto, que calidad y tremenda trayectori­a no le falta a este tipo de 45 años, perfil bajo y que se ha dado largos viajes en inquietant­es mundos del teatro y el cine indie.

Ahora está en un bar de la paqueta calle Arroyo frente a un grabador. Viene de grabar. Llega con un bolso donde tiene la ropa para correr. Hace algo de un mes y medio, mientras estaba haciendo la obra Cimarrón, de Romina Paula, en el mágico jardín de la sala Zelaya, lo tantearon para este serie. Fue onda “¿cómo venís de trabajo para tales meses?” La cosa quedó ahí. Estando en Berlín, en una de las giras de Arde brillante en los bosques de la noche, la pieza de Mariano Pensotti, su teléfono explotó. Anahí Berneri, la directora de Alanís, una productora de Telefé y algunos otros salieron del modo incógnita y le contaron de qué venía la cosa y de la propuesta de coprotagon­izar la serie. Del salto al costado de Sbaraglia ni sabía (ni sabe). Aquella tarde lo primero que sintió fue una sensación de vértigo. O vértigo, a secas. Para esos días su plan era un viaje con su mujer y su nene, Lolo, a Catamarca. Quedó para otro momento. Volvió de Europa un fin de semana y el lunes ya tuvo una prueba de vestuario. Otro vértigo.

“Con Anahí detrás de esto y con Griselda en el equipo, todo el proyecto me dio superconfi­anza”, apunta mientras se come un sándwich. Nunca había trabajado ni con una ni con la otra. No importa. Siente, transmite, confianza plena en esta proyecto en el que también están Brenda Gandini, Sofía Gala Castiglion­e, Diego Starosta, Nacha Guevara y Javier Lorenzo, entre otros.

–Para vos esto debe implicar un salto hacia otro formato artístico de mayor exposición pública.

–Eso vendrá después cuando empiece a salir. De todas maneras, sea en obra de teatro o en una serie de TV, el oficio es el mismo. Somos todos carpintero­s y cuando te toca serruchar lo hacés. Me gusta la experienci­a de estar tres o cuatro meses todo el tiempo imaginando las escenas, al personaje.

–¿Cómo es la diaria de estar focalizado en eso?

–Te toma el cotidiano. Ahora estoy con vos, pero ya estoy pensando en mañana. Luego de cenar y de estar con Lolo empiezo a hacer un bosquejo de las escenas, hago marcacione­s... Mañana, por ejemplo, me toca filmar en un lugar al que no fui nunca, pero, en la ficción, mi personaje ya fue onda 10 veces. Entonces, ¿cómo hacer que ese entorno sea familiar? Esta noche seguro me iré a dormir pensando en eso.

–Contame de tu personaje.

–Es un meteorólog­o que está en la Antártida y que, con su equipo, se queda incomunica­do durante varios meses. En ese lapso su mujer muere. De eso se entera al volver y termina muy loco, desequilib­rado. A partir de ahí se topa con mujeres con enfermedad­es terminales hasta que las mata. A veces son ellas las que le piden que las “ayude”; otras veces, no. Para la ley es un asesino. En lo personal me entusiasma mostrar a alguien que puede ser terrible, oscuro y poder ver por qué hace esto, la humanidad de un asesino.

–¿Cuándo sale al aire?

–No sé, te juro que no pregunté [se ríe].

Le creo. Desde Telefé dicen que sería durante el segundo semestre.

El aserrín, el ego

Más allá de las obras teatrales, nunca había participad­o de un proceso creativo tan largo. El año pasado filmó Muere monstruo muere, la película de Alejandro Fadel que se presentó en Cannes, para la cual se preparó durante todo un año, bajó 10 kilos y se dejó una larga barba. En esa trama aparecen mujeres decapitada­s y su personaje es el principal sospechoso. Algo de Morir por amor circula por esos lares. “Me gusta tanto actuar que es casi una fatalidad, como si no me quedara otra. Volviendo a la imagen del carpintero es como llegar todas las noches a casa con aserrín en la ropa”, dice este laburante de mundos que se despliegan.

–¿Cuál sería el aserrín del actor?

–Creérsela. Nos pasa a todos. No está mal que se te infle el ego, pero hay que estar atento. Claro que a mí no me para nadie por la calle.

–Un cultor del perfil bajo.

–No sé..., no es algo que planifiqué. Me gusta mucho actuar tanto como estar con mi familia, salir a correr, cocinar y charlar con amigos. Entre esas cuestiones está mi mundo. El resto, ¡qué sé yo! Al principio cuando hicimos Algo de ruido hacen llegaba a casa y ¡uf!, me tenía que tomar una infinidad de birras y eran las seis de la mañana y estaba en la cama encendido. Y mirá que estábamos en el Callejón frente a 60 personas y que cuando terminaba la función teníamos que correr las gradas. Ahora que lo pienso no era ego, sino la euforia de la primera vez.

En tren flashback, Algo de ruido hacen fue un mazazo. Actuaba junto a Esteban Lamothe y Pilar Gamboa. Un power trío demoledor. Lo dirigía Romina Paula. Eso fue en 2007 con un Bigliardi de 34 años. Con esa obra llegaron al Theatre du Rond Point, en la zona más paqueta de París. Dos años después estrenaron El tiempo todo entero, otro montaje con el cual viajaron por el mundo.

Los viajes a Esteban lo marcan. Apenas se recibió a los 23 años de abogado armó la mochila. Nunca ejerció. El título lo tiene colgado en el baño chiquito de su casa. Entre viajes intentaba juntarse unos mango. Así conoció a Lamothe en un restaurant­e. Uno lavaba. El otro era mozo. Por insistenci­a del otro Esteban, este Esteban tomó un curso de teatro. Ahí descubrió que ese otro viaje era el suyo. “Pensé: ‘Nunca voy a poder hacer algo que me genere tanta intensidad, tantas posibilida­des’”, apunta en un bar de Arroyo lleno de rugbiers gigantes.

Su padre, ya grande, es plomero y fue un reconocido rugbier. También es un amante de la lectura. “Nuestras vacaciones eran meternos en su biblioteca. Era mi mundo, mi viaje”. Su madre es psicopedag­oga.

Los dos Esteban, como parte de un tipo de familia líquida, protagoniz­aron Villegas, hermosa película de Gonzalo Tobal. Cuando Bigliardi termine de filmar Morir por amor volverá a ser dirigido por Rodrigo Moreno (ya protagoniz­ó Un mundo misterioso). Filmará Los delincuent­es, basada en Apenas un delincuent­e, que protagoniz­ó Jorge Salcedo. Ahí, como en un viaje circular, protagoniz­ará esa trama policial con el otro Esteban. Claro que antes debe “resolver” ciertos temitas con varias mujeres. El viaje actual que tiene tomado su cotidiano.

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 ??  ?? Algo de ruido hacen, los inicios de un power trío
Algo de ruido hacen, los inicios de un power trío
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Cimarrón, su último trabajo teatral

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