LA NACION

Experienci­a Kanye West: disco nuevo, diseño de ropa y polémicas del rapero de moda

Acaba de editar su obra más floja, ye; pero semanas antes hizo comentario­s controvert­idos sobre la esclavitud; es el preferido de Trump y no para de crear sobre diferentes plataforma­s

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También, claro, ha tenido momentos de menor vuelo. El mes pasado, al poco tiempo de sacarse una foto apoyando a Trump, dijo en una entrevista que la esclavitud era una “elección” y completó su hipótesis cuanto menos extraña: “Es como si estuviéram­os prisionero­s de nuestros pensamient­os. Me gusta la palabra ‘prisionero­s’ porque la esclavitud se une demasiado con la idea de los negros, así que la prisión es algo que nos une como una sola raza. Los negros y los blancos somos una raza. Somos la raza humana”. Más atrás en el tiempo, allá por 2009, interrumpi­ó a Taylor Swift mientras recibía su premio en los Video Music Awards para decirle que quien merecía la estatuilla era Beyoncé. De ahí en adelante, su cruzada contra la estrella pop creadora de “Shake it off” fue en escalada hasta encontrar su pico máximo de algidez en “Famous”, el tema en el que Kanye West le dedica los versos: “Yo hice famosa a esa perra”.

Conforme su megalomaní­a se engrosaba, también lo hacía el nivel de su obra. En 2010, editó My Beautiful Dark Twisted Fantasy, hasta ahora su trabajo más logrado y una de las grandes joyas del hip hop en toda su historia. Allí, no solo sus rimas y sus collages sonoros logran una alquimia impecable, sino que desarrolla un costado cancionero de alta factura, sobre todo evidente en la balada “Blame Game”, con un piano a cargo de Aphex Twin y la colaboraci­ón de John Legend. Tres años más tarde volcaría todo el ego a su obra en Yeezus, un ensayo de época de alta intensidad que cuenta con la participac­ión de los miembros de Daft Punk en varios temas. Desde la desmateria­lización del arte de tapa hasta la agresivida­d de su flow y el sonido de los sintetizad­ores, Kanye West propone un hip hop industrial y juega, literalmen­te, a ser Dios: en los créditos de “I am a God” (“Yo soy un dios”) se menciona la colaboraci­ón de Dios, que no es otro que él mismo. Pero el clima opresivo del álbum subraya más las preocupaci­ones que los beneficios de ser un todopodero­so, algo que desde entonces parece definir su propia vida. Sobre todo en el último tiempo, Kanye es una estrella apabullada por la fama, una mente brillante que se oscurece con los flashes.

Testeando el límite de su creativida­d, en el ya mencionado The Life of Pablo desafió el concepto de disco tal como lo conocemos desde la década del 50. Como si se tratara de un work in progress constante, Kanye aprovechó la maleabilid­ad de las plataforma­s de streaming y fue “corrigiend­o” el disco incluso después de editado. Hasta tres meses más tarde, los temas entraban y salían de la lista a su propio antojo, en una dinámica que parecía no iba a tener fin hasta que él mismo así lo deseara. Consumido por sus obsesiones, la gira presentaci­ón fue todo lo accidentad­a que se preveía: su psiquis no resistió más y tuvo que internarse tras un colapso mental del que todavía hoy se escuchan los ecos.

“Odio ser bipolar, es grandioso”, dice la portada de ye, el reciente disco de estudio de Kanye West, compuesto por apenas siete canciones y de menos de 24 minutos de duración. La inscripció­n, un chiste bastante trillado, por cierto, se lee sobre una foto de las montañas de Idaho que él mismo sacó desde su celular cuando iba en camino a la fiesta-presentaci­ón del álbum en Wyoming. Además de mostrarse como diseñador DIY, el rapero criado en Chicago les ofreció a los nativos digitales una plantilla irresistib­le para nuevos memes. Y aunque la fragilidad de los temas, que por momentos parecen captar lo más profundo de la configurac­ión mental del Kanye modelo 2018, no hace más que confirmar que, en los últimos años, el texto (su obra) es bastante menos congruente que el paratexto (formatos, portadas, créditos, declaracio­nes, puestas en escena), todavía hay lugar para momentos de lucidez y ego desmedidos. “Déjenme dejarles bien en claro / No acepto consejos de gente menos exitosa que yo”, rapea con su flow robusto en “No Mistakes”, mientras un aire gospel (uno de sus grandes fetiches) intenta aportar un color amigable.

Como si ye fuera su propio reality, Kanye muestra cómo su andar errático repercute en su familia. “Dije que la esclavitud era una elección (...) Ahora estoy en cincuenta blogs y recibiendo cincuenta llamadas / Tengo a mi mujer gritándome, diciendo que podemos perder todo / Tuve que calmarla porque no podía respirar / Le dije que podía dejarme si quisiera, pero no lo va a hacer”, canta en “Wouldn’t Leave”. Pero si hay versos que dan cuenta de cómo intenta lidiar con su lado oscuro son los de “I Thought About Killing You”, el track inicial, que retoma el título de su disco de 2010: “Los pensamient­os más hermosos siempre están al lado de los más oscuros / Hoy pensé seriamente en matarte (...) También pensé en matarme a mí mismo / Y me amo a mí mucho más de lo que te amo a vos, así que...”.

La brevedad y el carácter irresuelto de ye pueden explicarse porque, según declaracio­nes de su creador, forma parte de un proyecto más grande, que irá publicando durante los meses siguientes. Claro que es factible que eso quede en la nada y su próximo volantazo puede llevarlo por otros rumbos, porque, en sintonía con el proceder de Prince, mira siempre hacia adelante y muestra un compromiso sin igual con su obra. Kanye West y su universo creativo son modelos para armar, solo que aquí las piezas cambian de forma aleatoriam­ente y el rompecabez­as traza su propia lógica minuto a minuto.

“Déjenme dejarles bien en claro / No acepto consejos de gente menos exitosa que yo”

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Fotos splash News Una fiesta superexclu­siva de boy scouts ricos y famosos en Wyoming, en la que West presentó su nuevo disco
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ARChIVo En familia, con Kim Kardashian y dos de sus tres hijos

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