El descubrimiento de otro universo musical
En 1999, los planetas se alinearon en la ciudad de La Plata. Tres compañeros de la universidad que cursaban la carrera de composición y dirección coral y orquestal daban nacimiento al trío Aca Seca, un grupo de vanguardia en la música popular argentina, compuesto por Juan Quintero, Andrés Beeuwsaert y Tiki Cantero. El trío reconvierte ese neologismo norteño en un proyecto de singular belleza.
En ese nombre de origen quechua (aca significa literalmente caca) está escondida una apuesta y una reivindicación estética. ¿Cómo reconvertir la mirada prejuiciosa sobre la música de raíz folclórica para exaltar todos sus valores intrínsecos, su musicalidad, armonía y poética? Desde ese punto de partida, que se fue ampliando a toda la canción latinoamericana a lo largo de cinco discos, el trío se transformó en una referencia estética del siglo XXI.
A la manera de un supergrupo como Serú Girán que reunió a los mejores solistas y creadores de su época, el ensamble que formaron Juan Quintero en guitarra y voces, Andrés Beeuwsaert en piano, teclados y voces y Mariano “Tiki” Cantero en percusión y voces, concilió ese mismo espíritu creativo dentro de la música popular: no es casualidad que Pedro Aznar haya sido una suerte de padrino artístico en los inicios. Pero en vez de hacer rock, Aca Seca hizo una traducción contemporánea de temas anónimos y populares junto a canciones de autores como Edgardo Cardozo, Hugo Fattoruso y Jorge Fandermole. En Trino, su quinto disco, desarrollan esa poderosa energía vocal-instrumental, donde vuelven al juego de palabras y significados con un repertorio más contemporáneo que en sus trabajos anteriores. Trino es el gorgeo armónico de las aves cuando cantan: un mundo orgánico que los emparenta con lo folclórico. Pero Trino también es un adorno musical muy utilizado sobre todo en la música barroca, que forma parte de su vida universitaria y urbana.
El álbum, editado con el apoyo de la Untref y que será presentado el 9 de agosto en el Teatro Coliseo de La Plata, es una excusa para reflejar una canción, un estado de ánimo y una manera de sentir la vida en este lado del mundo. “Al estar siempre volviendo, llevo conmigo mi casa. Debo seguir el camino hasta sentir el camino yo soy. Si señor, si señor, el camino yo soy”. La composición de Edgardo Cardozo funciona como metáfora de la identidad de Aca Seca, que mira hacia la raíz sin dejar de ir hacia adelante. En ese refugio, los arreglos musicales y armonías vocales –un laborioso entramado que el Cuchi Leguizamón desarrolló con el Dúo Salteño en los sesenta– funcionan como la sólida arquitectura de esta casa orgánica, como la de los horneros. El virtuosismo de los tres integrantes está puesto al servicio de la canción, la sutileza, los silencios y la belleza de las armonías, más que al derroche instrumental. El sonido del grupo es un compendio de aprendizajes de sus búsquedas personales en la música de raíz folclórica, el jazz, la cadencia brasileña y rioplatense, la canción de autor y lo barroco. Dentro de ese territorio caminan por el bucolismo litoraleño de “Otro atardecer” de Sebastián Macchi; la hondura de la tonada quilmeña “A mi patrón” de Federico Parra; la canción andina “Paseo” de Juan Quintero; o una tonada popular española llamada “Cigueñas”. En Aca Seca la música popular es el punto de partida y llegada. Después del viaje que atraviesan en Trino, un nuevo mundo musical se abrirá frente a nuestros ojos.