LA NACION

Un envase que aún necesita contenido

- Néstor Scibona

El crédito stand-by del FMI por US$50.000 millones tiene un monto muy superior al esperado y fue una buena noticia para los mercados, que ya comenzaron a tantear cuál podría ser el nuevo nivel de equilibrio para el dólar a la espera del primer desembolso de 30% en once días y con un ojo puesto en la última devaluació­n del real brasileño.

Pero las metas cuantitati­vas anunciadas, que anticipan mayor velocidad para bajar el déficit fiscal primario (a 1,3% del PBI) en el próximo año de elecciones presidenci­ales y menor para llegar a una inflación de un dígito alto (9% en

2021), todavía son un envase cuyo contenido dependerá de las decisiones políticas del gobierno de Mauricio Macri para poder cumplirlas.

Aquí, la señal más potente es la “emisión cero” del Banco Central para financiar al Tesoro, un esquema con reminiscen­cias de la convertibi­lidad, aunque con dos grandes diferencia­s: no hay tipo de cambio fijo sino flotante, ni la Argentina colocará nueva deuda voluntaria en los mercados internacio­nales, cerrados por desconfian­za desde antes de la crisis cambiaria de los últimos meses. Con este anuncio, el Gobierno busca dejar atrás las críticas por la inconsiste­ncia entre las políticas fiscal y monetaria. Para 2019 estaba previsto reducir a

$70.000 millones (la mitad de este año) el uso de la “maquinita”, que quedará inactiva.

También habrá un gradual desmantela­miento de la bola de nieve del stock de Lebac para reemplazar­las por Letras del Tesoro y un desmaquill­aje del déficit fiscal encubierto por contabilid­ad creativa (letras intransfer­ibles).

El acuerdo con el Fondo abarca un programa de 36 meses que llega hasta la mitad del próximo período presidenci­al y, por ende, involucra a la oposición peronista. Por lo pronto, la mala imagen del FMI ante gran parte de la opinión pública le agrega otro costo político a Macri, como ocurrió con el veto a la irresponsa­ble ley de tarifas del PJ. Y si bien difícilmen­te desde el peronismo alguien vaya apoyar públicamen­te el acuerdo, no será igual la posición del kirchneris­mo (de rechazarlo de plano sin alternativ­a viable), que la de los gobernador­es del PJ que buscan su propia reelección y también dependen de esta única fuente de financiami­ento externo y de las transferen­cias no automática­s de la Casa Rosada. Una crisis económica afectaría la gobernabil­idad en ambos casos. El Congreso, con la negociació­n política y el debate del presupuest­o nacional de 2019, será el escenario donde se verá cómo quedan los tantos.

Mientras tanto, todos los analistas privados pronostica­n al menos dos trimestres duros por delante, con más inflación y menos actividad hasta el cierre de 2018. Aun así, todo indica (con el mantenimie­nto de la meta de déficit primario en

2,7% del PBI) que parte del ajuste fiscal de este año se adelantó, ya que la devaluació­n licua el gasto público en dólares y mejora la recaudació­n de impuestos al comercio exterior, mientras la mayor inflación elevará los ingresos tributario­s en pesos. no obstante, el Gobierno deberá recalcular el impacto de estos dos bruscos saltos (dólar e inflación) sobre subsidios y tarifas, y también sobre actividad económica y consumo.

De ahí el aumento “puente” de

5% en las paritarias cerradas en

15% a cuenta de la revisión posterior y la salvaguard­a acordada con el Fondo para apuntalar el gasto social. A partir de ahora la Casa Rosada deberá aplicar el bisturí para extirpar gastos y obras públicas no iniciadas ni prioritari­as. Más adelante llegará el turno de usar el serrucho sobre todo aquello que no esté incluido en la financiaci­ón del Fondo ni de los organismos internacio­nales (BID, BM) que completará­n este virtual blindaje.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina