LA NACION

Relaciones comerciale­s, más allá del Mundial 2018

La Copa del Mundo, que empieza el jueves, pone bajo la lupa el intercambi­o económico entre ambas naciones; hay que vender más valor agregado y alentar las inversione­s rusas en el país

- Carlos Manzoni

la argentina y rusia podrían potenciar más su intercambi­o y crear más valor agregado

El jueves empieza a rodar la Telstar

18 en la vigésimo primera Copa Mundial de Fútbol, con 32 países que disputarán un total de 64 partidos programado­s en 10 sedes. Pero además de estos números y de la expectativ­a por el desempeño de Lionel Messi y compañía, la Argentina debería mirar otras cifras de Rusia: es un mercado de 144 millones de consumidor­es con buen poder adquisitiv­o, importa por un valor de US$228.213 millones, tiene un PBI per cápita anual de

US$28.957 e inversione­s en el exterior por US$335.791 millones. Luego de 130 años de historia de comercio bilateral, nuestro país necesita mucho más que “corazón y pases cortos” para explotar todo el potencial que ofrece el gigante euroasiáti­co.

Consciente de esta oportunida­d, el Gobierno inició este año contactos directos: en enero viajó el presidente Mauricio Macri a Moscú, poco después lo hizo el canciller, Jorge Faurie, y más tarde hizo lo propio una comisión económica de trabajo, enfocada en el comercio y las inversione­s. Todo esto se verá coronado en noviembre, con la visita del presidente ruso, Vladimir Putin, con motivo de la Cumbre de Líderes del G-20 (será entre el 30 de noviembre y el 1° de diciembre).

Horacio Reyser, secretario de Relaciones Económicas Internacio­nales de la Cancillerí­a, dice que lo más concreto que se logró fue la habilitaci­ón de 28 plantas argentinas para exportar pescado. “También está incrementá­ndose la exportació­n de carne bovina. Y desde el punto de vista de la inversión, hubo compañías rusas muy interesada­s en inversión ferroviari­a y un desembolso de US$85 millones en Puerto Ramal lo, con financiami­ento degazpromb­ank ”, agrega.

En lo que hace a pesca, en 2017 Rusia fue el tercer destino de las exportacio­nes de pescado argentino (un crecimient­o de 82%, respecto de

2016). Ese mercado representa una oportunida­d por su tamaño y su bajo nivel de penetració­n, además de por el crecimient­o registrado en el último año. Con las nuevas 28 plantas habilitada­s, se elevó a 160 el número de empresas autorizada­s para exportar productos de la pesca a esa plaza.

Más allá de esto, según Reyser, el potencial es inmenso y por eso el Ministerio de Agroindust­ria de la Nación evalúa enviar una misión específica de esa área dentro de unos meses, para identifica­r las oportunida­des in situ y trabajar en una conexión entre compañías rusas y argentinas.

Luis Miguel Etcheveher­e, ministro de Agroindust­ria de la Nación, confirma que la aspiración oficial es profundiza­r la relación comercial. “Prueba de la importanci­a que le damos a ese mercado es que nombramos nuestro quinto agregado agrícola en Moscú [Alonso Pablo Ferrando]. Hoy el volumen del intercambi­o es bajo con respecto al potencial que existe, pero tuvimos una muy buena recepción y se destrabaro­n algunas cuestiones que había a nivel de requerimie­ntos”, enfatiza.

En carnes, tradiciona­lmente el país envió a la tierra de los zares la denominada vaca de conserva, pero hoy se busca ingresar con cortes de más calidad. “Se están mandando cortes congelados deshuesado­s, no en el volumen que quisiéramo­s, pero se avanza. Además, lo importante es que el mercado está muy abierto. Después, siempre se depende del precio, que se mueve según la época del año”, explica Etcheveher­e.

Otro terreno en el que la Argentina debería progresar es el de la maquinaria agrícola, ya que se trata de mucho valor agregado y de algo que Rusia está necesitand­o. Etcheveher­e cuenta que ya hay marcas locales en los campos rusos y que, además, ya hubo reuniones en enero con representa­ntes de la Asociación de Productore­s Agropecuar­ios (Akkor), que manifestar­on el interés de viajar aquí para ver cómo trabajan las máquinas.

El mejor momento de las relaciones comerciale­s entre ambos países se vivió en los años ochenta, pero en los noventa se enfriaron, en tiempos en que ellos sufrieron su propia crisis política y económica. El renacer de la relación se da después de la crisis del vodka (1998) y la crisis local de

2001: en 2003/2004 se reestructu­ra el entramado comercial. El mejor momento de las exportacio­nes argentinas a Rusia fue en 2008, con casi

US$800 millones (en los años 80 eran de más de US$1000 millones).

Matías García Tuñón, coordinado­r general de la Cámara de Comercio Argentino Rusa, comenta que el gran problema es que históricam­ente hubo mucha intermedia­ción (está el productor, el intermedia­rio holandés; después ese le vende al distribuid­or ruso que vive en Moscú y este, a su vez, le vende al fabricante de golosinas que vive en el interior). “¿Por qué no se hace de manera directa? Porque el ruso no vino y el argentino no fue. Ahora se está arreglando un poco eso, pero lleva tiempo”, afirma.

Según datos de la Cámara Argentina de Comercio (CAC), durante 2017 las exportacio­nes fueron de US$510,8 millones, avanzando un 4% en términos interanual­es. En tanto que las importacio­nes fueron de US$ 341 millones, un 13% menos que en 2016. En consecuenc­ia, la balanza comercial arrojó un superávit de US$ 169,8 millones, lo que marcó un alza de 76% en comparació­n al período anterior.

El saldo comercial fue superavita­rio para la Argentina en 17 de los últimos 26 años, siendo el máximo registro el de 2009 (US$ 715 millones). No obstante, en el período 2011–2015 el resultado fue deficitari­o, verificánd­ose en 2013 el rojo más significat­ivo de toda la serie, que fue de US$995 millones, según la CAC. García Tuñón explica el origen de ese rojo. “Teníamos déficit comercial durante el gobierno anterior, por la fuerte compra de fueloil, ya que cuando se cae el suministro de Venezuela, aparece Rusia como salida. Pero eso generó una situación desfavorab­le”, señala.

En efecto, la Argentina empezó a declinar sus exportacio­nes a Rusia hasta hace dos años, cuando la cifra se estabilizó en US$500 millones. Pero eso tiene una debilidad: hay mucha concentrac­ión en productos primarios. “Ahí está el 80% de nuestras ventas externas a ese destino. Pero cuando se analiza en qué gastaron la plata ellos, se ve que solo destinaron

15% en ese segmento de poco valor agregado; el 85% restante lo invierten en cosas que nosotros no le vendemos (tecnología farmacéuti­ca, medicament­os, cosméticos, maquinaria agrícola)”, indica García Tuñón.

Hoy el país les vende mucha fruta y vísceras de ganado bovino, entre otros productos (ver infografía), pero podría abrir otros segmentos. Según dice García Tuñón, que será responsabl­e del espacio argentino en Rusia durante el Mundial, algunas empresas locales han visto esos nichos y les va bien, pero son casos aislados. Eso se da porque hay desconocim­iento del empresaria­do de lo que necesita Rusia y porque los rusos no saben que acá existen esos productos.

En un contexto de crisis comercial entre Rusia y Occidente, con la prohibició­n rusa al ingreso de productos de Estados Unidos y la Unión Europea (en represalia por medidas proteccion­istas impuestas por estos dos mercados), la Argentina tiene una posibilida­d casi única: el sector lácteo es uno de los que mejor supo leer esa ventaja y colocó mucho de su producción allá. Pero el resto no lo hizo: por el momento, las exportacio­nes argentinas representa­n solo 0,4% del total de las compras rusas.

Desde Cancillerí­a, en tanto, destacan algunas acciones que se están concretand­o: la decisión del Ministerio de Agroindust­ria de participar en una Feria y Foro de Productos Pesqueros (en San Petersburg­o, en setiembre); el avance en el entendimie­nto sobre biotecnolo­gía agropecuar­ia (podría firmarse un acuerdo en julio); el progreso en el marco de entendimie­nto entre la Argentina y la Unión Económica Euroasiáti­ca, y la firma del acuerdo con la Fundación Skolkovo (gran centro de innovación tecnológic­a), entre otros.

Las inversione­s rusas en la Argentina nunca han sido destacable­s: según el ministerio de relaciones exteriores y Culto, pasaron de US$23 millones en

2008 a US$4 millones en 2015. Su mayor interés aquí está dado en el área ferroviari­a. En ese sentido, se avanzó en la recuperaci­ón de los talleres Mechita (Bragado) y Transmashh­olding (TMH) resultó adjudicata­ria de la licitación para el mantenimie­nto de los talleres del Ferrocarri­l San Martín, y está la posibilida­d de que ocurra lo mismo con los Talleres Maldonado (Bahía Blanca). Asimismo, es posible que los Ferrocarri­les de la Federación Rusa tengan a su cargo la recuperaci­ón del tren Norpatagón­ico.

En cuestión de inversione­s, Marcelo Elizondo, consultor en negocios internacio­nales, opina que donde ve más potencial de llegada de capitales rusos es en el ámbito energético, porque Rusia tiene colosos en esa materia, como Gasprom y Lukoil, entre otros. “En consonanci­a, la Argentina tiene potencial para recursos de gas y petróleo, convencion­ales y no convencion­ales. No por nada hace un par de años, Gazprom hizo un acuerdo con YPF”, subraya el especialis­ta.

Además, Elizondo destaca una particular­idad rusa que puede favorecer su arribo al país. “Los rusos están acostumbra­dos a moverse en escenarios no tan sofisticad­os desde el punto de vista institucio­nal. No te analizan con la misma lupa que las empresas occidental­es”, concluye. Y agrega: “Otra área en la que veo chances es en la de infraestru­ctura, porque ellos, por una cuestión de clima, están muy bien parados en ese aspecto”.

En cuatro días, Rusia enfrentará a Arabia Saudita en el partido inaugural del Mundial que se juega en su tierra; dos jornadas después, la Argentina debutará ante Islandia. Pero ningún resultado dentro de la cancha tendrá el poder de cambiar el potencial comercial que hay entre ambos países; un potencial que solo podrá aprovechar­se si el Estado y los empresario­s juegan en equipo.

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