LA NACION

Simona Halep llegó al título con el sentimient­o que Nadal tuvo en 2005

La rumana se consagró campeona y a los 26 años rompió su maleficio en los Grand Slam; el español, que sorprendió con aquel primer título, jugará la 11ª final, una instancia en la que nunca perdió

- Ariel Ruya

PARÍS.– Tenía 19 años y dos días. Era el 5 de junio de 2005, en París. Camiseta sin mangas, el pelo casi a la altura de los hombros, el desparpajo de la juventud y una potencia fuera de serie. Rafael Nadal escribía el prólogo de su leyenda: su bautismo en Roland Garros, el primero de un número perfecto. Tiene 10.

“Nunca lloro, no soy de llorar. Tengo 19 y soy un chaval como cualquier otro, me pasan las mismas cosas que a los otros, solo que juego al tenis, vine aquí y gané Roland Garros. Siempre quise ser un tenista profesiona­l, pero jamás imaginé tener esta sensación”, contó aquella tarde.

Nadal hace lo imposible por demostrar que es un sujeto común, que le suceden las mismas cosas que a los demás. Hoy, a las 10 de nuestro país, el dueño de París hará lo que suele hacer en estos casos: ir por el trofeo de los Mosquetero­s contra el austríaco Dominic Thiem.

Un día antes, Simona Halep siente algo parecido a aquel joven con sueños de grandeza: saborear la gloria sobre el polvo de ladrillo por primera vez. La número uno que, a los 26 años, rompe el maleficio que la acechaba y conquista un grande. El que más quería.

La víctima de Nadal fue Mariano Puerta, en un disputado 6-7, 6-3, 6-1 y 7-5. Años más tarde, el español lo recordaba así: “Era joven, tenía energía de sobra. Físicament­e me sentía increíble”.

Halep, la reina de París, es menos demostrati­va. Mide 1,68m, su estilo se basa en la variedad de recursos y, hasta hace un tiempo, solo se la mencionaba por la operación de busto que decidió en 2009, lo que la convirtió en una atleta más segura. Al fin, se quitó el estigma. En una entretenid­a final, superó por

3-6, 6-4 y 6-1 a la estadounid­ense Sloane Stephens, se mantiene como número 1 en el ranking y logró su primer Roland Garros, luego de haber alcanzado las finales de 2014 y 2017. También fue finalista de Melbourne este año.

“Siempre dije que cuando una es número 1 del mundo, sin un título de Grand Slam, es como que le falta algo. Es un sentimient­o de estar incompleta”, contó Halep, que ascendió por primera vez al máximo escalón del tenis en octubre de

2017. “Ser la número 1 fue realmente positivo. Eso me dio mucha confianza. Después, lo único que tenía en mente era ganar un torneo de Grand Slam”, acepta.

Entrenada por Darren Cahill, la pequeña gran campeona es asesorada por el genial Ion Tiriac, de 79 años, que vivió la final como si se tratara de un Mundial en sí mismo. Con gestos ampulosos, le exigió que atacara, que se moviera con mayor ductilidad y que fuera incisiva sobre las bandas.

Al final, la celebració­n fue compartida. Decenas de rumanos, con banderas, crearon un festival durante el encuentro. Y una explosión en el cierre, allí cuando Simona fue un canto de sirenas. “Es especial. Estaba soñando con este momento desde que empecé a jugar al tenis”, asegura Halep, que consigue el trofeo justo 40 años después del triunfo de Virginia Ruzici en 1978, el anterior de una rumana en la casa de la arcilla.

“Es mi Grand Slam favorito. Siempre dije que si iba a ganar uno, quería que fuera aquí”, se confiesa. Halep no es Nadal, que en su primera aventura conquistó París. Había caído tendida en 2014 ante la estadounid­ense Serena Williams y el año pasado contra la letona Jelena Ostapenko. En realidad, necesitó 32 participac­iones para alzar su primer grande.

“No, no es normal. Sé que parece lo normal, pero no lo es. Dentro de la humildad, está darle el valor a lo que uno ha conseguido. Sé lo que me cuestan las cosas”, cuenta Nadal, que meses atrás volvió a las canchas, luego de su última lesión, en la pierna derecha. El zurdo supera todo: adversidad­es, rivales, lesiones, a la propia historia. La undécima –una cifra extraordin­aria–, en la teoría, no tendrá el mismo sabor que la primera.

“Era un niño que había conseguido algo grande. ¿Quién se iba a imaginar que vendrían todos estos años después?”, se pregunta ahora el mallorquín.

Halep, de algún modo, se refleja en el espejo de aquel chico de 19, una tarde de junio, casi, casi, como la de ayer, en la capital de Francia. “París es mi ciudad romántica preferida”, declara, enamorada como la primera vez.

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S. mullane / reuters Halep, abrazada a la copa como si deseara que no se le escapara, como sí ocurrió en 2014 y 2017

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