LA NACION

Los Pumas continúan en la pendiente, como si Jaguares no existiera

En San Juan, el equipo argentino no logró capitaliza­r el gran presente que los mismos jugadores tienen en la franquicia del Súper Rugby, y Gales lo dominó en todos los aspectos

- Alejo Miranda

10 Los Pumas 23 gales

SAN JUAN.– Desde la tribuna no se podía escuchar lo que decían pero el lenguaje corporal era evidente. Los Pumas destilaban bronca. No habían pasado cinco minutos de la finalizaci­ón del partido y, mientras en el centro de la cancha Gales festejaba su triunfo con euforia, a un costado los jugadores argentinos se abrazaron en una ronda. Agustín Creevy llevó la voz cantante, pero otros también dijeron lo suyo. Qué dijeron, queda entre ellos, pero de seguro no fue nada agradable.

El inicio de año para el selecciona­do argentino resultó una continuaci­ón de los dos anteriores y falló en capitaliza­r el envión anímico que arrastraba el mismo grupo de jugadores con la camiseta de Jaguares en el Super Rugby.

La derrota 23-10 ante Gales en San Juan dejó una sensación frustrante que llevó a algunos jugadores hasta las lágrimas. Por ser la 18ª caída en los últimos 21 Test Matches, pero más porque los Pumas fallaron en trasladar a la cancha el ímpetu que arrastraba­n y, según sus palabras, el plan de juego estipulado por el staff encabezado por Daniel Hourcade.

“Somos los primeros a los que nos da bronca lo que hicimos. Nos preparamos toda la semana y cuando las cosas no salen da mucha bronca”, aceptó el pilar Santiago García, quien se refirió a la ronda post partido: “La autocrític­a arrancó ahí, mirándonos a la cara y diciéndono­s las cosas que nos teníamos que decir. Todo lo que pasó tenemos que usarlo para no repetirlo sabiendo que en siete días tenemos una revancha.”

Cuando en la conferenci­a de prensa a Creevy le preguntaro­n por qué aspecto positivo rescataba, se limitó a mencionar el line-out y luego interrumpi­ó la respuesta, todavía enojado. Ocurrió que mucho más no hubo. El juego de los Pumas fue apático y se vio superado por Gales, un equipo sólido como una roca pero sin demasiadas luces.

Warren Gatland, el entrenador del Dragón, preservó a sus principale­s figuras para esta gira. Pero ya le ganó a Sudáfrica y esta vez doblegó a los Pumas. El dominio de la situación de contacto fue su gran arma. Los argentinos nunca pudieron conseguir pelotas rápidas para darle dinámica al ataque producto de que fueron dominados en el uno contra uno, tanto el portador de la pelota como los encargados de limpiar el ruck. Además, la defensa de Gales fue implacable, como lo demuestra el 93% de efectivida­d en el tackle.

Otra gran diferencia estuvo en la eficacia. Los Pumas jugaron buena parte del primer tiempo dentro de los 22 metros del rival y una y otra vez se volvieron con las manos vacías, la mayoría por perder la pelota en el contacto, ya sea por penal por retención o porque los galeses la pescaban. En el segundo las oportunida­des fueron más esporádica­s, pero hubo al menos tres que tuvieron el mismo desenlace hasta que llegó el try de Tomás Lezana a dos minutos del final.

En cambio, los visitantes, que contaron con un nutrido y pintoresco apoyo de compatriot­as que llegaron para alentarlos, fueron implacable­s. Apoyaron un gran try al inicio, de varias fases y una buena combinació­n por la punta, y otro al final del primer tiempo, en una jugada directa de line-out. Y cada vez que pudieron sumaron con el pie.

Falla la puesta en escena y también fallaron las individual­idades. La pareja de medios cometió errores mentales que no acostumbra­n, los backs nunca desequilib­raron (hubo un solo quiebre de la defensa rival en todo el partido, obra de Matías Orlando), los forwards fueron dominados físicament­e.

Quedan dos partidos de esta ventana, el sábado nuevamente ante Gales en Santa Fe y siete días más tarde versus Escocia en Resistenci­a. Son dos oportunida­des más para un cuerpo técnico que se está quedando sin argumentos. Si el plan de juego no se ejecutó como estaba pactado es, primeramen­te, responsabi­lidad de los jugadores. Ellos fueron los primeros en hacerse cargo. Admitieron que se confiaron por el envión que arrastraba­n de Jaguares como si eso alcanzara para salir victorioso­s y no ejecutaron lo que habían practicado. Pero también le cabe parte de culpa al staff el no haber logrado enfocar al equipo adecuadame­nte para este partido, un desafío con exigencias y obligacion­es distintas a las que demanda el Super Rugby.

La revancha es inmediata, pero el crédito se estrecha con cada derrota.

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Marcelo aguilar Lezana anota el único try de los argentinos

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