LA NACION

Ganó su 11º roland Garros y el 17º Grand Slam de su carrera

Nadal nació para ganar en París: la leyenda lleva 11 títulos en Roland Garros y 17 Grand Slams

- Ariel Ruya

PARIS.– El chaval no podía dormirse. La primera copa de los Mosquetero­s estaba allí, magnífica, toda una proeza para un joven de 19 años. Cerraba los ojos y soñaba… con los ojos abiertos. Junio de 2005: se parece a un siglo, toda una vida. Se despierta, de pronto, a tomar un vaso de agua, mientras recuerda cada una de las fotografía­s de su bautismo en París frente a Mariano Puerta. Un pequeño gran león de pelo largo, remera sin mangas y atrevimien­to poco habitual. Allí, cerca de la medianoche, se presenta Toni Nadal, algo más que el tío: el cerebro detrás del músculo más extraordin­ario de la historia. Rafael Nadal no soltaba el trofeo: seguía abrazado a él, inmóvil. “Está bien, ya tienes lo que has querido toda tu vida. Pero el año próximo, cuando vuelvas, este trofeo no habrá significad­o nada. Y volverás a estar asustado cuando empiece el torneo o cuando juegues la final, si es que llegas a ella. Cada año, Rafa, será la misma historia”, le decía, en la profundida­d de la noche. La misma historia.

Hoy, a los 32 años, el español se convirtió en una mente brillante. Hoy, cuando logra el 11º título de Roland Garros –algo fuera de lo común, algo excepciona­l–, luego de superar al austríaco Dominic Thiem por 6-4, 6-3 y 6-2, en 2h42m, el español agiganta su leyenda con la humildad de los más grandes. Siempre hay espacio para agregar estrellas en la bandera de la excelencia. No sólo es el rey del polvo de ladrillo: es uno de los –¿tres, cuatro, cinco?– más grandes de la historia. Alcanza su 17º Grand Slam y solo lo supera Roger Federer, con 20. Novak Djokovic queda más lejos, con 12. No solo es el dueño de París –2005, 2006, 2007, 2008, 2010, 2011, 2012, 2013, 2014, 2017 y 2018-, sino que se consagró en todas las superficie­s. Se agiganta, también, en Wimbledon –allí en donde empezó todo–, con sus títulos de 2008 y 2010.

“Ni siquiera es un sueño ganar 11 veces aquí, porque es imposible pensar en algo como esto”, se sincera. “Seguro que seguirás ganando aquí en los próximos años”, le susurra el austríaco. “Lo que estás haciendo es una de las cosas más increíbles en el deporte”, lo seduce. Thiem era un niño, de apenas 11 años, cuando Rafa ganó su primera copa, en aquel 2005.

Nadal ya no es un niño. Es un hombre convertido en una máquina de superar marcas. Iguala los 11 títulos de la australian­a Margaret Court en Melbourne y, más allá de los 17 Grand Slam, ya cuenta 79 trofeos en total. Resulta el cuarto triunfo en esta temporada (Montecarlo, Barcelona y Roma, los otros) y el número uno se mantiene, ahora, con 100 puntos por encima de Roger Federer. “Ganar 11 veces aquí es mucho. No queda bien que lo diga yo, pero… es algo único”, interpreta.

No es muy normal: gana con el brazo izquierdo acalambrad­o, envuelto en llamas. Estira los dedos de esa mano, elonga el tendón. No se le mueve el dedo mayor. No le importa nada: la última bola se escapa lejos y es allí cuando Rafa levanta los brazos al cielo. Pura naturalida­d. Ahora sí, que se venga el mundo abajo: hasta la lluvia espera que acabe la batalla, con el mismo resultado de siempre.

Cuenta Toni, hoy en el palco, aunque corrido de la escena –Carlos Moyá es el entrenador–, cosas como éstas: “Yo empecé con la idea, cuando Rafael tenía unos 8 años, de jugar con una intensidad muy alta. Cuando era joven, era un jugador muy agresivo, pero en el circuito ATP no le alcanzaba. Ahí fue cuando empezó a pegarle a la pelota por detrás”. Su estilo, tal vez, no tiene la elegancia de Roger Federer ni la destreza de Novak Djokovic. Su servicio es limitado, su drive no es vistoso, su revés no se instala en la galería. Le sobran otros atributos, más indispensa­bles: como su cabeza, como su ambición, como su defensa, la más maravillos­a. Y ese revés a dos manos paralelo a la carrera, ideal para enamorarse del tenis de una vez y para siempre.

Sólo Diego Schwartzma­n le quitó un set, todo un mérito si se recuerda el camino, la película entera. “El momento más difícil en este torneo fue el set y break abajo con Schwartzma­n, nunca estuve tan mal en todo el certamen. Antes y después, no perdí ni un set”, recuerda. Peque debe sentir un cosquilleo. Ese 6-4, antes del diluvio, resulta un mérito. Porque Thiem, de 24 años, con recursos de sobra y un digno revés a una mano, hace lo que puede. Le ganó tres partidos sobre tierra: en Buenos Aires 2016, en Roma 2017 y en Madrid 2018. Debería poder quitarle, al menos, un parcial. Pero se derrumbó después de que el mallorquín le quebrara en cero y se subiera al 6-4. Lo demás es ca- si un monólogo. Cada vez que el austríaco se anima, el español lo liquida.

“Físicament­e, disfruté más verlo desde mi sofá”, bromea Thiem. “Cuando ganó aquí por primera vez, aunque, en realidad, cuando ganó aquí las primeras cuatro o cinco veces, siempre estaba mirándolo desde mi casa. Desde luego que es tremendo que logré competir en una final contra él. Sin embargo, honestamen­te, estoy triste. Era una final. Quería ganar”, admite Thiem, un retador serio, de la nueva generación. Aunque todavía le falten un par de casilleros para competir a lo grande.

Hay un momento de suspenso durante el último parcial, cuando a Nadal le arde el dedo mayor de la mano izquierda. Se quita la venda, la contractur­a lo lastima. No tanto, en realidad. “Fue un momento complicado en el tercer set cuando sufrí un pequeño calambre en la mano. Me asusté un poco. Me puse vendas por el sudor, tal vez estaba muy ajustada. Un dedo no se movía y no podía sostener la raqueta. Tenía miedo de haber hecho tanto esfuerzo por nada”, se lamenta. Es un suspiro, nomás.

Soporta todo: el dolor, la adversidad, el destino. Se emociona, besa el trofeo como si fuese la novia de toda su vida. “Es un sueño ganar 11 veces París. Fue importante jugar como lo hice. Es un rival que te lleva al límite. Aunque, a mi manera de ver, el límite no existe”, repite. Y gana, siempre gana. Rafael Nadal es cada día más grande.

 ??  ??
 ?? Benoit tessier / reuters ?? El Nº 1 del mundo se aferra al trofeo en el Bois de Boulogne; el español superó los contratiem­pos físicos frente al austríaco Thiem
Benoit tessier / reuters El Nº 1 del mundo se aferra al trofeo en el Bois de Boulogne; el español superó los contratiem­pos físicos frente al austríaco Thiem
 ??  ?? faLtan 3 dÍas
faLtan 3 dÍas
 ??  ?? a los 32 años, rafael nNadal ya admite que tendrá un buen 2018 tras haber ganado en roland gGarros; en imagen, las diez conquistas anteriores
a los 32 años, rafael nNadal ya admite que tendrá un buen 2018 tras haber ganado en roland gGarros; en imagen, las diez conquistas anteriores
 ?? AFP ??
AFP

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina