LA NACION

Anularán la licitación de la terminal de Retiro

El Gobierno no aprueba las ofertas y hará un nuevo concurso

- Diego Cabot

El Gobierno cancelará la licitación para la concesión de la estación terminal de ómnibus de Retiro, que estaba en pleno desarrollo, porque no está conforme con ninguna de las ofertas que recibió.

La resolución ya fue redactada y se publicará en los próximos días en el Boletín Oficial, reconstruy­ó la nacion en fuentes familiariz­adas con el proceso licitatori­o. Sin embargo, los tres consorcios que participar­on ya fueron informados de que todo volverá a foja cero. La intención oficial es lanzar rápidament­e una nueva propuesta y adjudicar la concesión antes de abril de 2019.

Todos lo esperaban desde que empezó el proceso. La licitación para renovar la concesión de la estación terminal de ómnibus de Retiro se anulará formalment­e en estos días porque el Gobierno no está conforme con ninguna de las ofertas. Avanzará después en un nuevo llamado para una obra que permita reconstrui­r uno de los rincones más abandonado­s de esa zona de la ciudad. La semana pasada, los tres consorcios que participar­on de aquel primer llamado fueron anoticiado­s de que el proceso volverá a foja cero y, con suerte, volverá a avanzar en unos meses. Mientras tanto, la empresa Terminal de Buenos Aires (TEBA), propiedad del polémico empresario Néstor Otero, mantendrá la explotació­n.

La resolución en la que se da marcha atrás todavía no se publicó en el Boletín Oficial, pero ya está redactada y camina su tramo administra­tivo en los escritorio­s del Ministerio de Transporte, que preside Guillermo Dietrich. Una vez publicada, llegará entonces la segunda etapa para intentar completar el proceso antes de abril del año próximo, cuando vence la prórroga de la prórroga de la prórroga del actual explotador. Sí, así como se lee, no es un error.

La estación se ha convertido en el eje de una sinrazón política y regulatori­a que no es fácil entender. Mientras en la zona el gobierno de la ciudad tiene concentrad­a una gran cantidad de la inversión y de los planes urbanos a corto plazo, la estación se destaca por ser un lugar detenido en el tiempo y de espaldas a la modernizac­ión. La urbanizaci­ón de la vecina villa 31 (rebautizad­o ahora Barrio 31), la autopista ribereña y la nueva traza de la Illia, además de la inminente decisión porteña sobre el destino de una parte de los terrenos portuarios, son proyectos millonario­s de la nueva Buenos Aires. Retiro y el estado actual de la terminal de micros los desafían.

Nadie explicó las razones de la vuelta atrás. Pero lo cierto es que entre la decena de empresas que están detrás de los consorcios oferentes hay un motivo invisible del que todos hablan. Por alguna razón, quizá por algún compromiso previo, la Casa Rosada no está convencida de sacarle el negocio a Otero en forma abrupta. Desde que venció la concesión, a fines de septiembre de 2015, el empresario se mantiene allí gracias a sucesivas prórrogas que consigue mientras las licitacion­es hacen agua. Se habla de padrinos y viejas deudas. A principios de 2016, se presentó el primer concurso público para operar como concesiona­rio de uno de los principale­s puntos de ingreso y egreso de viajeros en la ciudad de Buenos Aires. Entonces se utilizó como base el decreto 2039/2015, en el que se autorizaba al entonces Ministerio del Interior y Transporte a avanzar con la nueva concesión del predio. La norma, firmada por la entonces presidenta Cristina Kirchner y por sus ministros Aníbal Fernández y Florencio Randazzo, hace un detallado informe de los tiempos de la concesión.

Se entregó en 1993 por un plazo de doce años. En 2006, cuando Ricardo Jaime era secretario de Transporte, se le extendió el plazo por diez años más, es decir, hasta septiembre de 2015, y solo unos pocos días después, en los primeros días de octubre, se firmó el decreto. Desde entonces, el predio está en situación crítica. Sin largo plazo, nadie pone un peso en infraestru­ctura. Otero, menos aún.

No bien se inició el gobierno de Mauricio Macri, la situación empezó a tratarse cerca de las oficinas del ministro Dietrich. Durante todo este tiempo se escribió una novela de complicaci­ones en el proceso licitatori­o, que quedó teñido por cambios en los pliegos, anulacione­s, redaccione­s sospechada­s, algo de espionaje, empleados infieles y presiones a grupos oferentes.

Finalmente, en octubre del año pasado, se abrieron los pliegos. Las ofertas fueron cuatro: Terminales Terrestres, Inda y dos uniones transitori­as de empresas conformada­s por TH Services y Cusmel y por Terminal Pacheco y Teximco. Tan polémico es el asunto que desde el momento mismo de la presentaci­ón varios de los actores ya descontaba­n que esa licitación sería anulada.

Una de las oferentes, Inda, no pasó a la segunda etapa por un error formal en la presentaci­ón. Según consta en el acta de apertura, la inclusión del sobre económico dentro del que se abre en primer término la dejó fuera de carrera. Un error casi infantil para este tipo de pujas que levantó sospechas respecto de la intenciona­lidad de esa propuesta. Avezados en licitacion­es, no son pocos los consorcios que arriman alguna oferta con algún error manifiesto ante la eventualid­ad de que haya un solo oferente.

TH Service y Cusmel es un consorcio que está encabezado por un integrante de la familia Neuss y tiene como especialis­ta en la operación de terminales de ómnibus a un grupo uruguayo, el de Teximco, junto a una firma brasileña. Los empresario­s del transporte, que siempre estuvieron atentos al destino de la principal estación del país, estarían detrás de uno de los consorcios.

Pero la lupa de estos dos grupos está puesta en Terminales Terrestres (TTA), la sociedad relacionad­a con Otero. La interesada basó sus antecedent­es en el manejo de este tipo de operacione­s en tres experienci­as anteriores: Nueva Estación Once, Terminal Villa Gesell y Terminal Satélite Sur, ubicada en la avenida Dellepiane de la ciudad de Buenos Aires. Respecto de la primera, que pertenece a Otero, TTA tiene una participac­ión en el capital accionario del 16%. En la terminal de ómnibus de Villa Gesell, TTA tiene el 49% de las acciones. En la terminal ferroviari­a de Once, TEBA, cuyo socio es Otero, es el concesiona­rio.

El nuevo llamado y la adjudicaci­ón llevarán varios meses. La idea del Gobierno es que el actual concesiona­rio le entregue al próximo las llaves del predio por el que circulan a diario 50.000 personas, que no haya un tiempo en el medio en el que el Estado se tenga que hacer cargo.

Mientras tanto, Otero, el zar de Retiro, le saca provecho a uno de los grandes negocios porteños. A fuerza de prórrogas que inexplicab­lemente lo mantienen al mando de la principal puerta de ingreso a la capital de la Argentina. A diario circulan por allí unas 50.000 personas, de las cuales alrededor de 25.000 son pasajeros. Entre los ómnibus que ingresan y los que parten hay unos 1000 servicios diarios. Esa operación, que se llama toque de dársena, se paga hoy $48 más IVA por ómnibus, aunque el valor, segurament­e, será otro con las nuevas ofertas.

Pero el negocio hace tiempo dejó de ser el servicio a los transporti­stas. Los millones surgen de las decenas de comercios localizado­s en el edificio principal. Los que no son propiedad de empresas vinculadas a Otero cuando firman el contrato de alquiler se obligan a abastecers­e de mercadería de un mayorista que sí está ligado al empresario. Negocios amarrados.

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Render: las propuestas en danza prometen una reformulac­ión integral de la terminal
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Emiliano la salvia La terminal de ómnibus de Retiro es hoy una de las zonas más abandonada­s de la ciudad

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