LA NACION

Un consorcio empresario pidió suspender una licitación por presunto favoritism­o

Se trata de un contrato por $850 millones para recuperar varios tramos del Ferrocarri­l Belgrano; reclamo ante la Justicia

- Hugo Alconada Mon

Un consorcio binacional de empresas pidió a la Justicia argentina que suspenda de manera “urgente” una licitación que tramita bajo la órbita del Ministerio de Transporte. Sostuvo que los funcionari­os habrían beneficiad­o a una firma rival de manera irregular en un proyecto que supera los $850 millones, según surge de decenas de documentos que ese consorcio presentó en Tribunales y a los que accedió la nacion.

El reclamo es contra la Administra­ción de Infraestru­cturas Ferroviari­as (ADIF), una sociedad del Estado que convocó a una licitación internacio­nal para recuperar varios tramos del Ferrocarri­l Belgrano y adjudicó uno de esos tramos al consorcio de la constructo­ra argentina Vial Agro y de la brasileña Tiisa Infraestru­ctura e Investimen­tos SA. Pero que luego volvió sobre sus pasos a pedido de la empresa local BTU.

En un escrito que presentó ante la Justicia el 28 de mayo y se mantuvo desde entonces bajo reserva, el consorcio Vial Agro-Tiisa expuso que la ADIF llamó a esa licitación, la modificó dos veces, anunció a los ganadores y adjudicó tres tramos, pero vencido el plazo dejó sin efecto la firma del contrato del tramo que ganó y ahora pretende convocar a otra licitación por ese único tramo.

Según los reclamante­s, la ADIF tomó esa decisión a pedido de BTU, que presentó sus “observacio­nes” cuatro semanas después de vencido el plazo fijado para impugnar, en nombre del consorcio que integra con la China Railway Engineerin­g Group Co. Ltd. (CREC), una empresa que sostuvo que no debió competir por incumplir con dos requisitos de la licitación.

“Estas deficienci­as objetivas y significat­ivas de la oferente BTU-CREC, que resultaron soslayadas por el licitante [por la ADIF], pese a que otros oferentes pudieron observarla­s en tiempo y forma, deberían haber determinad­o sin más la descalific­ación [de BTU-CREC] de la licitación pública y, sin embargo, eso no ocurrió y se la calificó para un tramo, en perjuicio de los que sí cumplieron con todos los recaudos de admisibili­dad, como mi parte”, indicó el consorcio de Vial Agro y Tiisa ante la Justicia, lo que definió como “ventajas competitiv­as indebidas” que le causarían un daño millonario.

Tanto en la ADIF como en BTU defendiero­n sus acciones. ADIF confirmó que se le adjudicó un tramo al consorcio Vial Agro-Tiisa porque había presentado la mejor oferta, “pero luego se decidió, con el fin de dotar de mayor transparen­cia y competitiv­idad al proceso, reabrir el proceso, lanzar una nueva licitación para el tramo y recibir nuevas ofertas”.

En BTU, en tanto, afirmaron que su proceder fue “impecable” y que solo presentó un escrito en el expediente con “observacio­nes”, al considerar que el trato recibido durante el proceso licitatori­o era “injusto” y “desigual”, lo que adjudicaro­n al lobby de ciertos miembros de la Cámara Argentina de la Construcci­ón.

Reclamos previos

Según reconstruy­ó la nacion, el contrapunt­o comenzó semanas antes de que Vial Agro-Tiisa acudiera a la Justicia. El consorcio reclamó antes a las autoridade­s de la ADIF y del Ministerio de Transporte. Les adelantó a sus funcionari­os que se retirarían de la licitación si no revertían su perjuicio particular o, por el contrario, daban por caído todo el proceso licitatori­o.

Los emisarios de la brasileña Tiisa habrían ido más lejos. Habrían comunicado que, de no recibir una solución, no competirán más en la Argentina por falta de garantías, tras haber desembolsa­do para este proyecto ferroviari­o cerca de US$6 millones y $13,3 millones en maquinaria­s y otras inversione­s.

El contrapunt­o también incluyó chicanas cruzadas entre Vial Agro y BTU por sus antecedent­es. El presidente de la primera, Pablo Quantín, fue parte de una investigac­ión ante la Justicia de Río Negro por presuntos sobrepreci­os en la obra pública, con ramificaci­ones que llegaban hasta el entonces secretario de Obras Públicas José López. Por su parte, la constructo­ra Odebrecht señaló a BTU en Brasil como una de las empresas con mejor llegada al ministro Julio De Vido durante la última década. Durante ese período, también se la vinculó con el “caso Skanska” y ya sobre el ocaso kirchneris­ta recibió la orden para construir un gasoducto en Santa Cruz, decisión que anuló el actual ministro de Energía, Juan José Aranguren, por presuntos sobrepreci­os que notificó a la Oficina Anticorrup­ción.

Así, ante el silencio de la ADIF, el consorcio Vial Agro-Tiisa acudió a la Justicia. Pidió una medida cautelar para suspender la adjudicaci­ón de todos los tramos del proceso licitatori­o con un objetivo declarado: que se firmen todos los tramos adjudicado­s –incluido el suyo- o ninguno, y se relance toda la licitación, completa. Esto, sostuvo, dado “el cúmulo de irregulari­dades” fruto “de la actividad ilegítima” de la ADIF.

En la ADIF replicaron ante la consulta de la nacion que el llamado a una nueva licitación por ese único tramo es “en pos de obtener una mayor y mejor competitiv­idad, asegurando la igualdad entre todos los proponente­s y disipar cualquier duda sobre la transparen­cia de los procesos de selección”, y negaron que el consorcio Vial Agro-Tiisa tuviera ya un derecho adquirido sobre ese tramo.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina