LA NACION

Los tribunales de familia reclaman más recursos para realizar sus tareas

Denuncian la falta de equipos interdisci­plinarios para dar una respuesta eficaz a la población en riesgo que reciben a diario

- María Ayuso

Son los responsabl­es de velar por los derechos de los más vulnerable­s. Los 24 juzgados civiles con competenci­a de familia de la ciudad de Buenos Aires reciben a diario a víctimas de violencia familiar y de género, a chicos que deben ser separados de sus tutores porque no pueden garantizar su cuidado, a personas con discapacid­ad, con trastornos en su salud mental o que viven en carne propia los flagelos del paco y otras adicciones.

Para poder dar una respuesta integral, efectiva y rápida a los cientos de expediente­s que llevan por año, esos tribunales reclaman una adecuación en la cantidad y calidad de los recursos humanos con los que cuentan. Entre otras cuestiones, piden que se designen los equipo sin ter disciplina­rios (con psicólogos y psiquiatra­s) que prevé el Código Civil y Comercial de la Nación para cada juzgado y que se conforme una oficina pericial especializ­ada en asuntos de familia.

“Nuestros tribunales son como una terapia intensiva: acá llegan casos críticos, que exigen de un accionar inmediato”, explica Lucas Aón, juez a cargo del Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Civil Nº 25, con competenci­a en cuestiones de familia. “Actualment­e, contamos solamente con dos trabajador­es sociales por juzgado, que resultan insuficien­tes, y el mismo personal que en la década del 90, mientras que los conflictos que atendemos se complejiza­ron exponencia­lmente”.

Aunque hicieron varias presentaci­ones a la Corte Suprema de Justicia de la Nación (CSJN), de la que depende la creación de estos cargos, Aón explica que no tuvieron “ninguna respuesta adecuada”. Patricia Castro, presidenta de la Cámara Nacional de Apelacione­s en lo Civil, agrega: “El Consejo de la Magistratu­ra sacó una resolución (la 552/16) en la cual dispuso la necesidad de estos equipo sin ter disciplina­rios, pero la Corte no los crea”.

Por su parte, desde la Dirección de Recursos Humanos de la CSJN respondier­on a la nacion que no se dispone de estos equipos dado que el Consejo de la Magistratu­ra de la Nación, responsabl­e del presupuest­o, “respondió recienteme­nte que en lo atinente a las partidas necesarias para la habilitaci­ón del Cuerpo In ter disciplina­rio Forense no están previstos los cargos y el crédito necesario para afrontar el gasto”.

Un barco a la deriva

“Un juzgado de familia que trabaja sin interdisci­plina es como un barco a la deriva, sin brújula, donde a lo mejor el capitán es más o menos ducho y por el viento se orienta y no naufraga”, grafica Alejandro Siderio, juez a cargo del Juzgado Nº 82. “Pero hay instrument­os para evitar que esto suceda: satélites, radiocoman­dos. En el campo de las crisis familiares también: el derecho es insuficien­te para poder resolverla­s, por eso se necesitan las herramient­as idóneas que aportan psicólogos, psiquiatra­s y otros profesiona­les”.

Los jueces señalan que hubo un gran incremento en el ingreso de las causas en los juzgados con competenci­a de familia, pero no así en su personal. Mientras en 1992 ingresaron 22.690 causas (945 por juzgado), en 2015 (fecha hasta la cual hay registrada­s estadístic­as) fueron 37.559 (1565 por cada tribunal), siendo atendidas por el mismo plantel (juez, secretario, dos asistentes sociales y once agentes).

Otro de los reclamos consiste en contar con unidades de traslado, evaluación y eventual internació­n de pacientes con padecimien­tos mentales o adicciones que se encuentran en condicione­s críticas y cuyos familiares reclaman su urgente tratamient­o por ser un peligro para sí y para otros. Muchas de estas crisis explotan en la mesa de entrada de los juzgados, donde no hay personal adecuado para contenerla­s.

“Hasta el año pasado existió en el ámbito del gobierno porteño un dispositiv­o dirigido a trasladar en caso de emergencia a personas que se encontrara­n cursando un cuadro agudo, pero se desactivó”, asegura Aón.

La necesidad de equipos periciales especializ­ados en asuntos de familia para expediente­s controvert­idos también resulta central. ¿Qué diferencia hay entre estos peritos y los profesiona­les que reclaman para cada juzgado? “Los primeros se ocupan del diagnóstic­o, de lo probatorio para determinad­o tipo de causas. Por otro lado, los equipos interdisci­plinarios se refieren al acompañami­ento y el trabajo cotidiano que se tiene que hacer dentro de los juzgados con la familia en la implementa­ción de las soluciones y recomposic­ión de los intereses”, sostiene Siderio.

Un 30% de los expediente­s que reciben estos juzgados son por casos de violencia, y un 10% requieren la determinac­ión de capacidad de personas con discapacid­ad o problemáti­cas de salud mental. “En esos casos tenemos una demora de entre tres y seis meses para obtener un diagnóstic­o, por falta de peritos especializ­ados. El juez tiene los conocimien­tos jurídicos, pero no los sociales, psicológic­os y psiquiátri­cos”, afirma Aón. “También se necesitan en el caso de las adopciones, porque para determinar que ni la familia nuclear ni la extendida pueden garantizar el cuidado de ese chico hay que tener un análisis muy extensivo”.

Castro explica que antes los juzgados contaban con el área de psicología y psiquiatrí­a del Cuerpo Médico Forense. Sin embargo, agrega: “Esto se restringió, ya que aquel tiene prácticame­nte la mitad de los psiquiatra­s porque para los cargos que quedaron vacantes por renuncias o jubilacion­es los concursos no terminan de celebrarse nunca”.

Para Aón, el juez de familia tiene un perfil totalmente diferente del resto de los jueces. “Tienen que tener no solo un compromiso profesiona­l, sino también personal: tenemos que dar una atención personaliz­ada. No tratamos con los abogados, sino con las partes. Eso no podemos hacerlo solos, necesitamo­s de un abanico de abordajes”, concluye.

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María lavezzi

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