Uno de cada 11 bebés porteños es inscripto con el apellido de la madre primero
Suman un promedio de 21 por día, según datos del gobierno porteño; fue posible gracias a la reforma del Código Civil; representan el 9% del total de nacimientos en la ciudad
El 1º de agosto de 2015, cuando entró en vigor el nuevo Código Civil y Comercial (CCC), uno de los cambios que se consagraron fue la igualdad en las parejas heterosexuales al momento de registrar a sus hijos. Dejó de tener prioridad el padre sobre la madre. Desde entonces y hasta fines de abril pasado, en la ciudad fueron inscriptos 21.695 bebés con el apellido materno delante del paterno, según datos del Registro Civil porteño.
Aunque representan tan solo el 9% del total de nacimientos, un promedio diario de 21 recién nacidos de parejas heterosexuales figuran en el acta con el apellido de la madre en primer lugar.
“Creo que el CCC vino a dar respuesta a un reclamo de la sociedad en varios puntos. Muchos de estos puntos tienen que ver con el tema de la igualdad en materia de género. Ha sido un paso muy importante, se materializó un reclamo que existía. Este lugar de igualdad de la mujer era una deuda a nivel legislativo –dijo a la nacion Mariano Cordeiro, director del Registro Civil porteño –. Responde a una realidad de la dinámica actual de las parejas, que, de un tiempo a esta parte, se ha modificado. Poder ponerle primero el apellido de la madre a un hijo refleja también la idea de igualdad en la patria potestad”.
Según los datos oficiales, en 2015 fueron 6595 los bebés inscriptos de esta manera; al año siguiente, el número ascendió a 6876; en 2017 sumaron 6357, y en los primeros cuatro meses de este año, 1867.
Consultada, Eleonor Faur –doctora en Ciencias Sociales de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) e investigadora de relaciones de género, familia y políticas públicas– consideró: “Lo interesante de este cambio es, en primer lugar, que pone en evidencia que la regulación anterior respondía a un cierto patrón de familia y sociedad en la cual se jerarquizaba la potestad de los padres varones sobre los hijos, incluso después de haber modificado la ley hacia la potestad compartida”.
Y agregó: “El hecho de que haya parejas que no solo naturalicen la inscripción con ambos apellidos (algo que en otros países latinoamericanos era una constante, pero en la Argentina no se acostumbraba), sino que además elijan nombrar a un hijo o una hija con el apellido materno modifica el patrón de jerarquías de género. Lo vuelve flexible. Es posible que, con ello, simplemente se derogue la noción jerárquica, entonces se elija por la musicalidad de los apellidos o por orden alfabético. Habrá que indagar”.
Azul Cancela Kirchuk tiene tres meses y es uno de los 1867 bebés que en este 2018 fueron inscriptos primero con el apellido de su madre. “Que Azul tenga primero mi apellido parte de una decisión política y de un proyecto de familia acorde con los tiempos que estamos viviendo a nivel social y también personal de ambos. Pensamos que ir en contra del orden establecido por el patriarcado nos ayuda a construir y deconstruir vínculos. La igualdad de género es fundamental para vivir en un mundo mejor o, al menos, más justo”, explicó a la nacion Paula Cancela, de 30 años, que es directora teatral, docente y dramaturga.
“Romper con la tradición machista no tuvo más que buenos comentarios y reflexiones positivas en nuestro círculo íntimo de amigos y familia. Si bien al principio, como toda novedad, es impactante por la falta de costumbre, no nos tardó más de dos minutos compartir el porqué o el porqué no”, describió Cancela sobre la decisión de que su hija llevara su apellido primero.
Conquista
“No sabemos si cambió o cambia en algo, pero sí fue un gran estímulo y refuerzo para fortalecer nuestras ideas y convicciones. Ahora, si hablamos de burocracia (clínicas, centros médicos, registros y etcétera) es más conflictivo el asunto. Somos interpelados a menudo y ¡hasta tenemos que dar explicaciones!”, relató la joven.
“Cuando se avanza en términos de igualdad, no solo es una conquista para el grupo antes discriminado –en el caso de la filiación, las mujeres–, sino que es una conquista para toda la sociedad. Es un avance también para sus hijos e hijas, cuyo apellido materno forma parte también de su identidad reconocida por el Estado”, sostuvo Faur.
En ese punto coincidió Cordeiro: “Fue una conquista de toda la sociedad. Es muy válido para todos que los hechos vitales que se registran respondan a una realidad”, señaló. Y consideró que esta tendencia crecerá con los años.