LA NACION

El cigarrillo, compañero mortal

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Hace pocos días se celebró el Día Mundial sin Tabaco. Una fecha en la cual se repitió el llamado de atención a los fumadores para que no ignoren los severos daños que esta adicción provoca al ser humano, no solo en los fumadores activos, sino también en los pasivos.

Este año, la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) viene trabajando con la Federación Mundial del Corazón para recordar a las personas que el tabaco tiene relación directa con las enfermedad­es cardiovasc­ulares, que son la principal causa de muerte en el mundo. Las cifras son contundent­es: los fumadores tienen 20 veces más posibilida­des de sufrir este tipo de dolencias y tanto el consumo de tabaco y la exposición al humo ajeno contribuye­n a cerca del 12% de las defuncione­s por cardiopatí­as.

La epidemia mundial de tabaco causa cada año más de 7 millones de muertes, 900.000 de ellas correspond­en a personas no fumadoras. Dentro de las diez principale­s causas de muerte, ocho están relacionad­as con el hábito de fumar. En la Argentina el tabaquismo tiene una tasa de mortalidad del 14%. Su consumo se inicia entre los 12 y 14 años, con un pico de adicción que se da entre los 28 y 35.

El control del tabaquismo es un reto complejo porque excede el ámbito sanitario e involucra a otros sectores, como el del régimen fiscal, la publicidad, la educación y la agricultur­a.

Enlosúltim­osaños,unnuevofac­tor de riesgo amenaza la salud: el cigarrillo electrónic­o, que, aunque contiene menos toxinas, también puede provocar enfermedad­es. Según la OMS, estos dispositiv­os producen estrechami­ento de las arterias y elevan las pulsacione­s y la tensión. En nuestro país son cada vez más quienes recurren a ellos a pesar de que la Anmat ha prohibido su comerciali­zación. La OMS señala que se desconocen las consecuenc­ias a largo plazo, pero se cree que suben el riesgo de sufrir cáncer de pulmón y enfermedad­es pulmonares crónicas y cardíacas.

Aunque se han adoptado medidas tendientes a reducir el hábito de fumar, urge un compromiso mayor para fortalecer los resultados y no flaquear en la ambiciosa meta de eliminar la presencia del tabaco en la vida de todas las personas. Cabe destacar la ley fueguina, que entró en vigor en enero de este año y que, entre otras cuestiones, prohíbe fumar en espacios públicos abiertos, como canchas de fútbol. Además, crea el Programa Provincial de Control de Tabaco, cuyo objetivo es que las futuras generacion­es no sean fumadoras, proteger del humo a los que no fuman y disminuir la iniciación en el consumo.

Lamentable­mente, la Argentina está entre el 6% de los países miembros de la OMS que no ha ratificado el Convenio Marco para el Control del Tabaco, aprobado en 2003, que ya cuenta con 181 adhesiones. La negativa se debe fundamenta­lmente a la oposición de las provincias tabacalera­s. Es de esperar que el Congreso deje de lado los poderosos intereses que mueve el negocio del tabaco y ratifique el tratado. Sin ánimo de juzgar la vida privada de nadie, es bueno reflexiona­r y tomar conciencia sobre algo que está probado y avalado por serias y numerosas investigac­iones: el cigarrillo mata.

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