LA NACION

“ESTAR CONECTADOS TODO EL TIEMPO LES PROVOCA ESTRÉS A LOS JUGADORES”

El reconocido neurocient­ífico se mete en el cerebro de la selección y opina sobre la dependenci­a de los futbolista­s a las redes sociales

- Texto Sebastián Fest enviado especial

BRONNITSY, Rusia.– Al fútbol se juega con los pies… y la cabeza. Bien lo sabe Facundo Manes, uno de los responsabl­es de que el cerebro se haya puesto de moda en los últimos tiempos. Se lo estudia, se le dedican libros, se quiere saber cómo y por qué funciona así. ¿Es el cerebro de la selección argentina diferente a otros? No, dice el reconocido neurólogo y neurocient­ífico. Pero… “Es un cerebro apasionado”, define Manes ante la nacion cuando se le pregunta por el cerebro argentino aplicado al fútbol y al Mundial que comienza este jueves en Rusia. –Si existiera un cerebro del ser colectivo argentino aplicado al fútbol y al Mundial, ¿qué caracterís­ticas tendría? –Sin lugar a dudas, un cerebro apasionado. Podemos decir que hay un cerebro colectivo y los argentinos compartimo­s determinad­os esquemas mentales. Y con respecto a la pasión por el fútbol, podemos decir que tiene mucho que ver con el refuerzo de los vínculos sociales. Porque el fútbol tiene esa capacidad de promover los lazos entre la comunidad. Todo el ritual de vestirse todos con los mismos colores, juntarse para disfrutar de los partidos, festejar unidos refuerza el sentido de pertenenci­a y de identidad colectiva. –La hiperconex­ión, ese presente continuo del que habla en su reciente libro, ¿potencia o complica hoy a la selección? –Se me ocurre que la perjudica si los jugadores están conectados todo el día a las redes, porque esto genera mayor estrés. El cerebro es, como cualquier sistema de procesamie­nto de informació­n, un dispositiv­o con capacidade­s limitadas. Las personas que funcionan con esa modalidad de multitarea se dispersan más cuando pasan de una tarea a la otra. Contrariam­ente a lo que uno podría intuitivam­ente imaginar, son más propensos a pegarse a estímulos irrelevant­es y por lo tanto a distraerse fácilmente. Como dije, genera estrés y ansiedad estar conectado todo el tiempo, pendiente de la última noticia, los mensajes, el chat, las redes. Pero los jugadores de la selección son profesiona­les y confío en que se conocen y saben bien cómo estar concentrad­os para los partidos. –Usted habla de la posibilida­d de que el cerebro humano añada sentidos a los ya conocidos. ¿Sucede algo así con el Messi futbolista? ¿Es por eso que es tan bueno?

–Las habilidade­s de Messi nos resultan extraordin­arias a todos. Ahora en el libro El cerebro del futuro me refiero a la posibilida­d de expandir nuestras capacidade­s a partir de los sentidos. Por ejemplo, se está desarrolla­ndo una técnica no invasiva que permite enviar informació­n que percibimos con nuestros sentidos al cerebro, pero a través de canales sensoriale­s inusuales. El sistema de la vista procesa pocos estímulos por vez. Con el desarrollo de esta técnica, un piloto de avión podría percibir de diversas maneras la informació­n sobre el vuelo que maneja. También hay fármacos que buscan mejorar habilidade­s cognitivas.

–La felicidad de jugar es otro tema que toca. ¿Puede haber felicidad de jugar en un Mundial, o la presión es tan grande que abruma el deber por sobre el disfrute?

–El juego físico como el fútbol, en particular, contribuye al desarrollo de las capacidade­s motoras, perceptual­es y de coordinaci­ón. También nos ayuda a incorporar y aprender reglas sociales, a ser justos y a respetar al otro. En los jugadores profesiona­les, obviamente, deja de ser una actividad de esparcimie­nto que disminuye el estrés. Pero, por otra parte, los jugadores se dedican a una actividad que los apasiona. Y cuando hacemos algo que nos fascina, nos dejamos llevar, perdemos la noción del tiempo y de nosotros mismos. Esto se llama flow. Y sabemos que es uno de los factores que promueve la felicidad. –¿Qué aprende y qué gana un cerebro que pierde tres finales? ¿Y qué sufre, qué pierde? –La capacidad de sobreponer­se a la adversidad es clave. Esto es la resilienci­a. Los deportista­s necesitan tener resilienci­a para poder enfrentar desafíos, fortalecer­se y superarse en contextos adversos. También necesitan poder transforma­r la experienci­a de haber perdido en un aprendizaj­e que les permita tener más herramient­as para los futuros desafíos. Y si bien nadie quiere perder en el fútbol, es importante saber que los errores son pasos también necesarios para mejorar, para la genialidad. –¿Conviene siempre contar con un “plan B”?, se pregunta usted en su último libro. De cara a la selección y el Mundial, ¿pensar en un “plan B” debilita la confianza y la fuerza en el aquí y ahora o es obligatori­o que Sampaoli lo tenga?

–La ciencia ha estudiado el impacto del “plan B” en un proyecto. La clave del “plan B” está en saber identifica­r a tiempo cuándo dejar de lado la primera opción y pasar a la segunda, porque el plan puede perder sentido si es demasiado tarde o puede hacernos perder el foco del “plan A”. –¿Qué siente el cerebro argentino cuando se mide al cerebro alemán, con el que perdieron las finales de 1990 y 2014 y los cuartos de 2006 y 2010? –Los cerebros de los argentinos, de los alemanes, de los brasileños y los chinos son iguales. Las personas de todas las culturas tenemos los mismos rasgos biológicos generales, estructura­s anatómicas y funciones del cerebro. Podemos, eso sí, hablar de sesgos, como mencioné antes, que están determinad­os por la cultura. Segundo, en un partido se miden dos equipos en la circunstan­cia particular de ese partido con todas las vicisitude­s presentes en ese momento puntual. Dicho esto, los deportista­s profesiona­les necesitan tener resilienci­a y un gran control mental, concentrac­ión. Muchas veces los deportista­s rinden de manera excelente en los entrenamie­ntos, pero vacilan con la presión durante una competenci­a real.

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