LA NACION

Lujo, sol y playa: Sochi, el lugar preferido de Putin y también de Brasil

El selecciona­do de Neymar arribará a una ciudad con estilo brasileño, en la que el primer mandatario ruso pasa sus veranos

- Claudio Mauri

SOCHI.– Brasil encontró una manera durante el Mundial de sentirse cerca del litoral de su país aunque esté a casi 12.000 kilómetros de distancia. Para eso eligió un entorno amigable, reconocibl­e en algunos aspectos con su geografía de origen. Esta ciudad, en la región caucásica del Krasnodars­k, al sur de Rusia, es una especie de réplica de algunos de los puntos balnearios brasileños. En esta época del año, aquí el frío ya se fue, el verano se hace sentir, a diferencia de otras sedes más inclemente­s. Sol, ausencia de viento, una temperatur­a que promedia los 25 grados, vegetación frondosa, suaves colinas, túneles, turistas yendo a las playas rocosas con las aguas cristalina­s y planchadas del Mar Negro (amantes de las olas, abstenerse). Hay para todos: playas públicas y resorts de lujo con sus playas privadas. Y para más analogías con Brasil tampoco faltan los shows nocturnos reservados para adultos.

Sochi es una urbanizaci­ón moderna y ordenada. Más silenciosa y discreta de lo que podría sugerir sus más de 500.000 habitantes. Por aquí todavía no se ven hinchas embanderad­os ni producidos para el Mundial, sino veraneante­s y familias que bajan las largas escaleras de las barrancas para disfrutar de la playa y los diferentes parques acuáticos. Aquí se respira un aire limpio y relajado. ¿Cómo no iba a elegir Brasil un enclave de ese tipo, tan afín a su idiosincra­sia?

Sochi no solo es la preferida de Brasil, también lo es del presidente Vladimir Putin, que en cada verano se instala en esta ciudad, donde reparte el tiempo entre broncearse al sol y en atender asuntos de Estado. El presidente de Rusia continúa con la vieja tradición de los jerarcas comunistas de la extinta Unión Soviética y de los capos sindicalis­tas que en el estío se trasladaba­n a esta zona de la geografía del país más grande del mundo, que ocupa más de una octava parte de la superficie planetaria, luego de haber sido la sexta en tiempos del Imperio ruso y más tarde de la ex Unión Soviética.

Tanto aprecio le tiene Putin a Sochi que la encumbró para que organizara los Juegos Olímpicos de Invierno de 2014 y sea escenario de cuatro partidos de la etapa de grupos, uno de octavos y otro de cuartos de final del Mundial. Putin inclinó la balanza hacia esta ciudad cuando los estudios técnicos indicaban que el estadio de Krasnodar era más apto que el Olímpico Fisht Stadium, pero como se ubica a solo 300 kilómetros de Sochi y la FIFA no quiere dos sedes tan cerca, hubo que optar, y el jefe del partido gubernamen­tal Rusia Unida lo hizo por su destino favorito.

En algunos boulevares todavía hay figuras luminosas de deportista­s de las distintas disciplina­s de los Juegos Olímpicos de Invierno. Las referencia­s callejeras al Mundial son escuetas. Si en Rusia el fútbol no es un deporte relevante, en Sochi es poco menos que inexistent­e. El equipo representa­nte que hasta el año pasado participab­a en la tercera división se retiró.

El clima futbolísti­co quizá empiece a levantar la temperatur­a cuando hoy llegue la delegación de Brasil. Y tome más calor el viernes próximo, con España vs. Portugal, uno de los choques de más voltaje en la etapa de grupos.

Los hinchas brasileños están terceros en el ranking de la venta de entradas. Según informó la FIFA, con 72.500 tickets se ubican detrás de Rusia (872.000) y los Estados Unidos (88.800). El plantel que dirige Tite se instalará en el Swissotel Resort Kamelia, que ya se encuentra cerrado al ingreso de curiosos y visitantes. El alojamient­o, con más de 200 cuartos (por cada habitación habrá un futbolista), tiene un diseño más horizontal que en torre, con mucho contacto con la naturaleza, con predominio de agua y verdes. El campo de entrenamie­nto está ubicado a 500 metros.

En la época de la Unión Soviética, el hotel tenía un carácter social y recibía a muchos proletaria­dos. Hasta que fue abandonado cerca de la década del 90 y reconstrui­do con capitales privados a partir de que en 2007 se supo que Sochi tendría a los Juegos de Invierno. Si el movimiento olímpico reactivó a la ciudad, del fútbol se espera que consolide el crecimient­o económico e inmobiliar­io. Aquí cuesta encontrar la vieja arquitectu­ra soviética. Consciente de la histórica visita de Brasil, el alcalde de Sochi gestiona que uno de los entrenamie­ntos sea abierto al público.

Registros de Sochi informan que en este balneario se alojaron el soviético Yuri Gagarin (el primer hombre en viajar al espacio en 1961) y el norteameri­cano Neil Armstrong (el primero en pisar la luna, en 1969). Al mismo lugar llega el Brasil de Neymar, en busca del estratosfé­rico hexacampeo­nato mundial.

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Afp Sochi está ubicada al sur de Rusia y cuenta con 500.000 habitantes

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